jueves, abril 12, 2012

Carta a mi hermanita después de que me costó subir la escalera del subte



34 años. La escalera -debe ser todo lo que fumo- me cuesta, la escalera del subte. Una revelación. El cuerpo ahora es un intruso en este pendejo insolente, adolescente, que se niega, contra la ley, a crecer. Un mecano oxidado. El cuerpo me pesa, la panza, la cadera, el cuello me duele. En la mitad de la escalera, me mareo. Me la veo venir. Llevo un secreto, tan grande. Neblinas de focos, roces de las arrugas. Advertencias, has vivido, Carrasco, te has reído, tanto.  Quizás, quién sabe, quizás haya sido demasiado. Y juntan cartones madres corajudas. Y cambia a rojo un semáforo. Y se va el subte hacia otras madrigueras de pena.
Has sido, después de todo, un buscador de felicidad. Que te hizo, esa búsqueda, feliz de a ratos. Explorador inmigrante en los charcos de la angustia. Cloacas de la vida que se parecen tanto, tan sencillamente, a la vida. Metáforas que me tienen podrido. Palabras sin sentido. La única manera de decir los besos que no di. Tengo una preocupación. Recurrente. Constante. Dejarle, a mi hermanita, que hoy tiene 16 años, dejarle, si algo me pasara, dejarle un legado. No puedo dejarle plata. Yo tengo problemas hasta para pagar el alquiler. Yo nunca tuve un peso. Siempre fui, en la escala de valores que me atormenta, un rata. Un tipo pobre. Que manguea. Que pide, prestado, que no tiene. Dejarle, cuando le cuenten mis noches de calabozo, mis pecados, mis egoísmos, dejarle, aunque parezca una mala persona, dejarle la culpa, la que me atormenta. Dejarle la enseñanza de que la esquive, que no le de bola. Celina: no le des bola, por favor. Que trate, pero sin cargas diabólicas, de ser una buena persona. Y que no sienta, como sentí yo toda mi vida, verguenza de no tener plata, de ser un perdedor, que se puede ser bueno, ojalá le cuenten los mendigos de la plaza, las madres solteras, los discriminados, los que fueron mis amigos verdaderos, las minas que amé hasta los huesos, ojalá le sepan transmitir que a mí el mundo me dolía, que fui un atorrante, que no supe cómo explicarle que las luces de la televisión valían la misma nada que un abrazo de ministro, que el pibe de barrio, que luché contra mí, que arreglar mi habitación, que traté de ser bueno, que me emocioné con libros que ya nadie lee, que intenté mejorar las cosas, que aprendí a planchar la ropa, que sentí culpa cuando fui malo, que entendí, que en el fondo, todo era más simple. Que no importaba tanto estar apasionadamente equivocado sino que, en los ojos vidriosos de los ángeles que a veces, por un ratito, nos ocupan el cuerpo, el cuerpo dolorido y viejo, que en esos ángeles estaba el sentido de las cosas. Que no quiero que me pase nada. Que voy a vivir hasta los 93 años, que hago casi todo por las dudas. Que bajen las alarmas, que aturden. Que soy un escritor, que no escribe. Que soy lo que quise ser cuando era chiquito, que eso se pelea, que las batallas, con tesón y huevos, se ganan. Que soy ridiculizado, y bue. Que me la aguanté, casi nunca. Que hay faroles, en las esquinas. Que había ramas y había árboles y adoquines y ventanas y cables y celulares y autos y carteles y locos y tipos felices y estas enormes y hermosas ganas de vivir, contra los que se ríen, contra los que se burlan, contra los que no han comido en el reino cursi del nunca jamás una siesta otoñal toda la plaza del barrio mandarinas tirando las cáscaras en el cesto que corresponde. Nosotros, los boludos. Nosotros, los hijos de buena madre. Nosotros, los que debimos incendiar praderas, nosotros, los que tenemos conciencia, esa cosa, hoy soberbia, pero irreparablemente pasada de moda.
Tenemos una fuerza linda que nace de estas ganas simples, tediosas, tan hinchapelotas como una vieja tomándote examen, estas ganas tiernas y torcidas de vivir.
Me costó subir la escalera del subte. Tengo que dejar de fumar.
Y no arrepentirme por lo que ya hice, me ayudó a pensar estas cosas.

7 comentarios:

  1. Nosotros los sensibles cargamos con esas cosas. Te quiero Lucas

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  2. Emocionante y poético, Lucardo.
    Abrazo y ¡Salud!

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  3. Emocionante. Y cada vez más poético el Lucardo!
    Abrazo y ¡salud!

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  4. Emocionante. Y cada vez más poético el Lucardo.
    Abrazo y ¡salud!

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  5. Emocionante. Y cada vez más poético el Lucardo!
    Abrazo y ¡salud!

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  6. Vicky Basso @tuviejatambien14 de abril de 2012, 2:26 p.m.

    Increible Lucas. Gracias por transmitirme hoy esas ganas.

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  7. Vicky Basso @tuviejatambien14 de abril de 2012, 2:34 p.m.

    Increible Lucas. Gracias por transmitirme hoy esas ganas.

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