viernes, abril 20, 2012

Enemigovios (reivindicación del menemismo)




¿Porqué se privatizó YPF?
La televisión es aburrida. 678 es lo único nuevo y bueno en años, lo único que mueve el avispero. Y contagió, sí, todos los tipos de periodismo. Entonces, ahora, el archivo, mezclado con el oportuno motivacinismo que cultiva el costado más idiota del Grupo Clarín, ese subgénero del psicoanálisis, aplicado  a la política, en el motivacinismo resulta que los Kirchner fueron grandes privatizadores. Ojo, sí, yo creo que fue y es así: el delincuente de Ezquenazi tiene el banco de Santa Cruz, concesionado, en ese colmo del capitalismo de enemigovios que es concesionar un servicio -un agente financiero del estado, nada más ni nada menos- y pagarle al concesionario. Eso es ridículo. El conservador popular Urribarri, en Entre Ríos, también tiene concesionado el banco provincial, con Ezquenazi. El conservador liberal Bonfatti, también, en Santa Fe. Macri, no. Esas privatizaciones no se tocan porque el olfato de tres tipos de gobernantes distintos (un peronista setentista, de izquierda, como fue Kirchner, un conservador popular como Urribarri y un conservador liberal como Bonfatti: mismo concesionario, mismo capitalismo de enemigovios) indica que no es el momento: la debilidad moral de estado, de las capacidades del estado, desaconsejan desconcesionar el agente financiero. Desconcierto. Mis amores. ¿Cómo? Sí, lo dicho. ¿Qué otra explicación, más allá del subgénero del psicoanálisis, el motivacinismo, aplicado a ese subgénero literario que es la narración periodística, puede, sino, aplicarse?
No se privatizan empresas públicas. Eso es verso. El cambio monetario y la recuperación de la soberanía monetaria, en estos tiempos de crisis de sobreproducción de boquitas pintadas en billetes, con el glamour europeo y chino y de los petrodólares, redefinió las privatizaciones a otra escala, la de los concesionarios, que cobran por el servicio que deberían hacer rentable. Y el estado, como puede, cuando puede, controla. A los ponchazos. Capitalismo de enemigovios.  Como funciona en Francia. En Estados Unidos, en España, en Holanda, en Suecia, pero sin el aparato militar de esos países industrializados: o sea, del tercer mundo. Eso es lo que estructuralmente hace más berreta a delincuentes como Cirigliano. O el lumpenburguesariado que rodea -con delito o no, tendrán que probarlo (ja) los tribunales- a Ciccone. Los concesionarios del capitalismo de enemigovios no obtienen plusvalía, sino minusvalía, del estado. Del estado que ya no es bobo. Pasamos al estado soñador.
Antes de que Cristina diera vuelta el escenario político con la recuperación de YPF -que, quizás, sólo quizás, signifique, entre otras cosas, el comienzo del fin de la conducción del Grupo Clarín (o por lo menos su debilitamiento)- yo y mi humildad, perdón, mi humildad y yo discutimos muchas veces con distintas personas, mayormente kirchneristas, sobre la propiedad por parte de las provincias de los recursos naturales, materia constitucional desde la última reforma que, efectivamente, Néstor Kirchner defendió a capa y espada. Hoy, la mayoría de los analistas serios, está en contra. Yo, que no soy serio, estoy a favor. Crea, esa cláusula, una herramienta parlamentaria que se demostró eficaz para varias instancias. La reunión de los gobernadores. Así como el Senador Radical o tercer senador debilita por iniciativa de Alfonsín (padre, el hegemónico) el sistema republicano de gobierno, el parlamento de gobernadores lo fortalece. Se le contrareplica una zoncera porteña auspiciada por Edesur: que los estados provinciales son débiles para negociar con las multinacionales, como si la secretaría de medioambiente, esa agencia de turismo con buena conciencia, contratara abogados riojanos; no, contrata chicos de la UBA y tiene en La Rioja, para controlar el medioambiente y las mineras, la friolera de cero empleados. Distinto a Formosa, donde tiene, sí, cero empleados. La zoncera porteña, como los formoseños y jujeños y riojanos le pagan su estado, el estado porteño, consiste en creer que hay un estado nacional. Si el estado es el monopolio legítimo de la violencia, huelga decir que no puede ejercerlo más allá de la zona metropolitana que rodea el puerto, donde está la policía progresista, la policía de Página 12, la de los ricos. A Entre Ríos -que es una extensión pamapeana del puerto- cuando vayan los rudos funcionarios nacionales, tipo Mayoral, el secreterio de minería, o el de energía, a negociar con las multinacionales, tendrán que ir en avión del estado provincial: el estado nacional no tiene aviones que lleguen a Entre Ríos. Ni cuando estaba concesionada Aerolíneas Argentinas ni ahora, pero, convengamos, Entre Ríos queda muy lejos y hay que cruzar los glaciares, que se derriten, la cordillera,  donde hay terroristas musulmanes y otros obstáculos de gestión que, no es fácil, no. No jodamos. Urribarri, que es bastante primitivo, siempre va a negociar mejor, porque conoce el territorio que pisa, y lo vive recorriendo y tiene esa legitimidad. Y sino, te manda la policía. Que es como la de Scioli pero a escala. Volvamos al punto.
Tengo ganas de defender el peor crimen económico del peronismo: la privatización de YPF. Oh, sí. El peronismo. El menemismo fue una cosa muy sensata, no, como plantea el neoperonismo indie de la República de Palermo, una especie de desviación. Fue el hecho bendito del país burgués. Y también el hecho maldito. Más acentuada una cosa que otra. Pero fue, como es el peronismo, esa máquina de resignificar, ambas cosas. Dada la natural percepción estética de que el peronismo es un asunto procedimental, los peronistas de entonces -que son los de ahora, en buena medida, excepto por la demonizada JUSTAMENTE POR ESO, por no haber sido menemista, agrupación La Cámpera- se creyeron lo que decían de ellos. Este cuchillo metido en la sensibilidad popular puede infectar las heridas de nuestra sociedad eternamente inocente.
La privatización de YPF fue muy parecida a la que hizo Lula en Petrobras, oh. Sí, señores. Y señoras. Como yo no fui menemista no tengo problemas de abordar el menemismo; no fui tampoco del Frepaso, ni de la Alianza, ni fui duhaldista: yo de política no entiendo nada, yo soy de izquierda. Los que fueron ministros de Menem, De La Rúa o Duhalde hablan con horror de sí mismos, con pensamientos, gracias Lacan, forcluidos. Es comprensible: la misma sociedad no quiere mirar su propio horror. El menemismo fue la etapa superior de la dictadura militar. Y no es gustoso recordar que la sociedad, en su mayoría, excepto corriendo por derecha al menemismo en algunos casos como el de Chacho Álvarez, festejó y festeja buena parte del menemismo. Y, peor aún, tenía, la sociedad, cierta razón.  Pero eso es otro asunto. Más complejo, y de fondo. Que, ahora, que vamos superando la dictadura militar, en el plano ético, con la política firme de derechos humanos, y en el plano económico, podemos discutir la superación cultural. Para no volver a, ejem, descarrilar.


2 comentarios:

  1. El fenómeno de globalización donde las empresas pasan a tener más poder que los estados de cualquier nive lamentablemente no se revierte aunque estemos empezando a revertir ciertos efectos del descarrilamiento. Paradójicamente la herramienta de la conducción peronista de "tiremos todos para el mismo lado, el lado que marca el que ganó las elecciones" que generó el problema de las privatizaciones, sigue siendo la salida más eficaz para revertir los desastres que generó.
    Esto claro, a menos que quieras salir con la aK-47 contra coca cola y HSBC, pero me parece que no están dadas las condiciones subjetivas :D

    ResponderBorrar
  2. A veces me pasa con sus textos, Carrasco, que no los entiendo. O no se si los entiendo. Me pasa como con algunas poesías, que no las entiendo y no se si las debiera entender, pero generan algo que rebota en las cuatro neuronas me quedaron funcionando de toda una vida de tintos baratos que me las fueron reduciendo.

    Asociación libre: la privatización (transformar a YPF en una SA con participación privada, de las provincias y control del Estado, en el 92) produjo, sí, una mejora en la producción y 'eficacia' de YPF. Entre otras cosas modificó las capas de trabajadores sin funciones, las exploración aumentó, la producción aumentó y la refinación aumentó.

    Digamos: una afirmación en contra del planteo idílico de que YPF en los 80 era el paraíso. No, la situación actual, luego del periplo multi-patético, es volver a esa situación, pero con cláusula gatillo 2/3 de mayoría especial calificada para que no se desvirtúe ante cambios de timonel.

    Luego, año 99, nos prostituimos más de lo necesario. Como cuando uno consigue un laburo en una empresa y siente lo que es alienación pero come todos los días, a diferencia de cuando uno se queda con los elementos de producción haciendo artesanías pero se caga de hambre, uno siente que un poquito de prostitución está bien, pero sin chulo y eligiendo a los clientes, digamos.

    Vió Carrasco, le dije que no había entendido. La poesía es así.

    Saludos
    Ladislao Fokas

    ResponderBorrar