sábado, abril 14, 2012

¿Se vuelve de esta revolucioncita semiótica?

El suertismo es el "momento" -en sentido antropológico- en que dos premisas se articulan. Opera, el suertismo, como puente. Para explicar lo inexplicable. Para no ahondar.
El suertismo más famoso se da en la economía. Esa ciencia exacta de las equivocaciones. La economía es la más pretenciosa de las ramas de la antropología. Hasta el punto que, esos seres bestialmente ególatras que son los antropólogos, no reconocen a la economía como una subsede de su saber. Dice, el suertismo en la economía, que existe el "viento de cola". Remite a la "suerte" de que los productos primarios que la argentina diversficamente exporta, tienen, hoy, buena cotización. Ese suertismo es viejo, viejísimo. Se aplicó -aunque no se recuerda mucho- a la chusma de Yrigoyen. Y, ya más recordado pues así se estudia en las academias, al primer peronismo. Es, nuestro actual suertismo, un puente de plata reciclado del viejo peronismo. ¿Conviene rebatir este suertismo? Sí, para la disputa de la historia, ahora es un negoción político, distrae más a los comentaristas de la realidad -o legisladores de la oposición, que es lo mismo- que debilitar a los suertados. No es real, por supuesto. No se trata de la suerte. Sino de la habilidad para lidiar con la realidad y transformarla. Pero como de lo que se trata, en el campo académico, es de bajarle el precio al kirchnerismo, el suertismo funciona, es eficaz, como modalidad explicativa para quien da por descontada su propia impotencia política en el análisis.
Hay otro suertismo. Novedoso. Más sofisticado. Y remite, este suertismo, a la comunicación.
Es el suertismo epistemológico.
Dice que "los Kirchner tuvieron la suerte de ser contemporáneos a internet"
Suertismo, discutible. En argentina hay una política de estado -la maquiladora la pone Cirigliano, qué suerte- de repartir computadoras personales a los alumnos. No hay más sobre internet. Fin del asunto. Hay, sí, este tema -que ya no sé si es ideológico o cuestión de tiempos- de tener concesiones donde los que conceden, en vez de recibir dinero, lo ponen. Como en el caso de los trenes. Y de los servicios de internet para uso público. Es raro.
Hay un temita, completamente irrelevante, que es la inclusión social, el crecimiento económico, la posibilidad financiera de las cuotas, el lanzamiento de las antenas de TV digital, las paritarias, en fin, cosas irrelevantes, pura suerte, que hacen que los empresarios del rubro se ufanen -aún con un perfecto servicio de mierda- de la alta penetración de internet, con parámetros sudamericanos, que existe en Argentina. Y en la pampa húmeda. Hay un tercio de las retenciones a la soja que de puro suertismo sostienen el 80% de los municipios de este país. Si estuvieran quebrados, como en el 2001, señora, las empresas de internet hubieran, por lo menos, demorado su llegada.
Pura suerteñ
Una premisa de sociología dura: las nuevas tecnologías de datos -internet, por ejemplo- llegan, en el capitalismo acelerado, primero a los de arriba de la escala social- son, principalmente, por que el saber es poder, patrimonio de las clases sociales privilegiadas. Y sin embargo....
Por pura suerte existieron políticas culturales como la resolución 125 que convocaron el entusiasmo -derrotado, ok, pero miren cómo siguió, al fin de cuentas, el proceso- de corrientes nacional populares, de izquierda, democráticas, liberales radicales y etc.
El suertismo de la revolucioncita semiótica no puede obviar el dinero que se gasta en publicaciones gráficas de, ejem, alcance reducido. Para construir una burguesía nacional, ja.
La comunicación, en sus múltiples formas, se dirime en internet. Es ése el campo de batalla. Es ése el terreno donde quedarán radicadas, siempre dinámicamente, las relaciones de fuerza.
Se trata de tener la habilidad para lidiar con la realidad y trasformarla. Una boludez. Cualquiera lo puede hacer. Es pura suerte. Nada más que suerte. Sí, señora.

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