Argentina volvió al mundo, no es, en sí misma, una buena noticia. Es una constatación. La expropiación de YPF, la reforma del Banco Central y la estatización de las jubilaciones, además de las retenciones a las exportaciones y el retorno de las paritarias, constituyen, en un combo que regula el ingreso de capitales y mercancías, un golpe definitivo -hoy- a la argentina financiera, a la argentina globalizada por derecha.
La buena noticia es que la orientación, de esta vuelta al mundo, es de izquierda. De lo que queda la de izquierda, de su marco de posibilidades reales, pero corridas un poco más allá, a la izquierda. Están disponibles los instrumentos -más democráticos que hasta hace, nomás, 10 años- para crear, recrear para decirlo en términos peronistas, un país integrado socialmente, que hoy, sencillamente, no existe. No es que "falta". No, esos discursos exculpatorios tienen raigambre conservadora, no es por ahí. Se trata de que la ideología que llevamos a pasear, esquivando trapitos y gente durmiendo en la calle, entienda que eso está mal. Que ese no es el país que soñamos. Que aún no hemos podido revertir esa desgracia social, ciertamente, sí, heredada, pero que ineludiblemente tiene que estar en la agenda. Y, como acá nadie es boludo, solamente en el kirchnerismo, hoy día, se puede discutir estas cosas. Afuera, además del poco tentador desierto -cuidado ahí, el desierto es poco tentador para las inteligencias prácticas del hacer política, pero irremediablemente seductor para las cabezas estratégicas, las mentes culturales, las que crean, sin querer y saberlo, las coordenadas ideológicas que marcarán el futuro- hay derecha, pura y dura, como los radicales, o variantes de copetín, con suma elegancia, como el liberalismo oligárquico de Hermes Binner, el soviético.
La buena noticia es que la orientación, de esta vuelta al mundo, es de izquierda. De lo que queda la de izquierda, de su marco de posibilidades reales, pero corridas un poco más allá, a la izquierda. Están disponibles los instrumentos -más democráticos que hasta hace, nomás, 10 años- para crear, recrear para decirlo en términos peronistas, un país integrado socialmente, que hoy, sencillamente, no existe. No es que "falta". No, esos discursos exculpatorios tienen raigambre conservadora, no es por ahí. Se trata de que la ideología que llevamos a pasear, esquivando trapitos y gente durmiendo en la calle, entienda que eso está mal. Que ese no es el país que soñamos. Que aún no hemos podido revertir esa desgracia social, ciertamente, sí, heredada, pero que ineludiblemente tiene que estar en la agenda. Y, como acá nadie es boludo, solamente en el kirchnerismo, hoy día, se puede discutir estas cosas. Afuera, además del poco tentador desierto -cuidado ahí, el desierto es poco tentador para las inteligencias prácticas del hacer política, pero irremediablemente seductor para las cabezas estratégicas, las mentes culturales, las que crean, sin querer y saberlo, las coordenadas ideológicas que marcarán el futuro- hay derecha, pura y dura, como los radicales, o variantes de copetín, con suma elegancia, como el liberalismo oligárquico de Hermes Binner, el soviético.
Que buen planteo y visión, simple para que se entienda! Sos groso !
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