Cuando se insinuaba que el expresidente Menem,
el presidente peronista que más años estuvo en el poder,
iba a acompañar la estatización de YPF,
como saben los pocos lectores de este blog,
apenas el más leído del país, decidí, junto a mi humildad, hacerme menemista.
Dejar de estar peleado con la realidad.
Es, esto de hacerse menemista, un experimento terapéutico.
Hace bien. Viene con vitaminas.
Obviamente, no se trata de un menemismo culposo, como el que vota a Macri,
Binner o De La Sota,
un menemismo olvidadizo,
desmemoriado excepto que la memoria contribuya al odio.
Sino un menemismo de época.
Un, digamos, peronismo.
Ayer, el mundo tendía a privatizar, privatizamos; hoy tiende a estatizar, estatizamos.
El menemismo es peronismo sin dramatismo.
El kirchnerismo es peronismo con derechos humanos.
La militancia kirchnerista,
es decir, los que se salvaron de la última purga,
se dedican, ahora, al periodismo.
Ni más ni menos que mi oficio. Allá, en mi pueblo originario. Pero, fuera de eso, mi compromiso intelectual, mi militancia como menemista, no es, digamos, periodística. Me aburre el periodismo.
Es la manera más rápida de no entender la realidad. Mi menemismo trata de encontrarle la vuelta.
El lock out de los subtes es raro, nadie sabe qué demanda Roggio.
Nadie, tampoco, le conoce la cara.
Para nosotros, los menemistas, tanto el paro de trabajadores de la UOM como el lock out de Roggio en los subtes, nos preocupa.
Bah.
Porque creemos que la dinámica de la puja salarial puede salirse de cauce.
Los gordos están envalentonados. Le mojan la oreja a cualquiera. En los asados, se chupan y se creen el Che Guevara. Está bien, cada cual con su mambo. En el menemismo, hay lugar para todos. Tanto Maradona con su tatuaje del Che Guevara como Charly García y su esvástica. Hoy, Maradona y Charly García, que junto a Ernesto Sábato componen la trilogía del eterno oficialismo, son, claro, kirchneristas. Nosotros, los menemistas, estamos orgullosos de que, por un prejuicio de clase, el primer reconciliador nacional, Ernesto Sábato, nos haya odiado. No hubo foto con Sábato. Eso deja un legado importante. Ninguneado, por supuesto, como todo el legado más importante que dejamos como menemistas: la desacralización de las costumbres.Además de nuestra capacidad de adaptación.Yo, qué querés que te diga, a Menem, lo veo para el 2015.
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Los sciolistas apoyamos a los menemistas. salud, compañero.
ResponderBorrarLucas, estamos llorando de la risa. Nos harías un gran favor si nos explicás porqué carajo tenemos que llevar el texto de un extremo a otro porque no entra en la pantalla. O mejor si no pasa más directamente. ¿O escribís para pantallas super anchas y modernas de escritorios ministeriales? :-) Lautaro y Eugenia.
ResponderBorrarte leo, para sorprenderme, pero hace tanto....
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