Se conoció un video de unas brutales torturas a detenidos en Salta. Las balas pican cerca. Fue en Salta. Si hubiera ocurrido en Argentina, qué quilombo se armaba. Argentina tiene, a diferencia de Salta, un secretario de derechos humanos. No tiene, Argentina, un ministerio de integración racial o alguna oficina que blanquee las diferencias de clase. No hace falta. En Argentina, esas cosas, no ocurren. Ocurren en Salta y como excepción. En la Argentina de los derechos humanos se puede denunciar en un semanario oficialista torturas a detenidos, si tienen la piel adecuada para no escandalizar al país rubio de minorías intensas que lucha por categorías semióticas, en Salta. Yo, alguna vez lo hice. En Miradas al Sur, nombre paradójico. No llega a Salta. No sale de la Argentina. Renunció un ministro (más gil que éste, se hizo cargo. Este hijo de puta fue más vivo: los denunció como excepción a los torturadores, escondió los nombres y causas de los torturados- no sé en el país virtual pero en el país real se tortura por una causa, por una causa social- y se hizo, inmediatamente, Argentino. Derecho y Humano). Cosas así. Nada grave. El poder tribunal había mandado a hacer submarinos secos a unos indios para que confiesen que se habían comido el cuerpo de una chica de 15 años desaparecida. Ah, también hay desaparecidos. Bueno, la chica se había caído en un pozo, de la empresa privatizada de electricidad (en Salta también la luz es privada, pero más cara, por que la producen) murió agonizando ahí, mientras el juez ordenaba a la policía torturar a los denunciantes. El juez sigue ahí. Todos siguen ahí. Pasa en otros países, donde la tortura, claro, es la norma. La excepción es la condena a los torturados.
De haber sido argentinos los torturados y torturadores -supongamos, chicos de Palermo y patovicas del primer cordón- hubiera habido una sublevación popular y nacional. Una conmovedora mancomunión de las capillas ideológicas del puerto. No hubiera quedado ni piedra por mover. Ocurrió en Salta, menos mal. Nadie tiene que preocuparse demasiado. También ocurre, a diario, en Santa Fe donde está la ideología adecuada y buena parte de su población es incluso racialmente adecuada. En la provincia de Buenos Aires (donde ya no está la ideología adecuada), limítrofe con Argentina, a nadie sorprende. En la Entre Ríos de alemanes del volga, a veces, pasa. No es para tanto. En el puerto sucede, pero si no los asesinan, como en el Parque Indoamericano, no pasa a mayores. O en Jujuy. O en Formosa. Muertos perfectamente olvidables. Sin nombres. Con nombres raros y apellidos comunes. Como ocurre en centroamérica.
De haber ocurrido en Argentina posiblemente la negación alucinante a la que, de vez en cuando, se somete la sociedad, cuando tiene ganas de creerle a su clase política profesionalida, hubiera, quizás, no creo, pero quizás, abierto la puerta para pensar la tortura como política de estado. Como vallado a la pobreza. Como manera de que todo quede claro.
La mitad del país, que sabe que esto es cierto, simplemente, mira, las cosas que ocurren. Resignada. La otra mitad considera, moralmente, una excepción, al trauma, que sabe, en el fondo de su conciencia, es cotidiano, es un problema político, no moral. Sabe que es así. Lo saben torturados y torturadores. Mientras el país rubio, con sus minorías intensas, sus categorías de cartón prensado, sus empresarios, sus peleas corporativas, sus indignaciones morales, siga en el suyo, ésto, pasará. A lo sumo tendrá que pagar Urtubey. Porque se filmó. Por que no tiene la ideología adecuada para defender, por ejemplo, el racismo. Por que nosotros en los setenta. Por que ésto no es política de estado. Por que estamos transformando la matriz. Todo eran matrices. Todo era muy lindo. Y de pronto, las torturas, la política social más efectiva, se cuela, hinchapelotas, justo cuando estábamos preparando nuestra próxima guerrilla cultural.
Suerte que no ocurrió en la Argentina.
Donde vamos a establecer las bases para un tratado de amistad. Que contribuya a crear los cimientos. De una plataforma sólida y capaz. Etcétera.
Ya está, puede cada uno volver a lo suyo.
brillante
ResponderBorrar¿Cambiando la "matriz"? ¿Dónde, quién?
ResponderBorrar¿Hablás del kirchnerismo "reload", o sea, del cristinismo? ¿Ése que manda Gendarmería al sur de la CABA, al GBA e incluso a varias provincias? ¿Hablás de la CFK que denosta cada huelga, piquete o movilización?
Yo no haría tanta ironía respecto a "las diferencias" entre el "interior" y el lugar "donde atiende Dios". A fin de cuentas, todos los gobernas e intendentes troglodtas represores adhieren al "credo oficial" peronista gobernante... e igual reprimieron son saña: Parque Indoamericano, Formosa, Libertador lo demuestran.
Todo el post suena muy a "conciencia crítica"... de una clase media (todavía) esperanzada en un cristinismo totalmente derechizado...
DP
Parece que alguien dentro del Sistema, tiene añoranza por los viejos tiempos del gorilato ,un saludo desde New Zealand.
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