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Hay una aceptación general a que las provincias y el gobierno porteño no produzcan novedades de gobierno para paliar el debilitamiento del crecimiento, producto de la crisis internacional, que ha afectado el comercio internacional e interno, pero que por suerte sostiene altos los siempre volátiles precios de lo que exportamos, principalmente, la soja y los granos en granos en general. 

La exportación de productos con mayor valor agregado que la soja a granel sufre restricciones, por la recesión que sufren las principales economías del mundo o la baja del crecimiento en los periféricos emergentes como China, Brasil, India, Sudáfrica, Rusia, etcétera. En el caso de Brasil, además, conforma un mercado de producción, en algunas áreas como la automotríz, de ensamblaje conjunto con nuestro país. La recesión de las economías del mundo lleva a que al interior de esos países se compre menos, generando una baja de los precios y políticas que acá espantan a la histeria de la derecha, como las de Guillermo Polémico Moreno, pero que son cotidianas, y no sólo durante una crisis, en las principales economías del mundo. Y con excusas de las más inverosímiles y ocurrentes. Pero, a la vez, la baja de los precios, la deflación (que en las economías, como la Europea y yanqui, con inflación controlada, es una pésima noticia) de algunos productos y la mayor competencia internacional y mayor productividad, tanto por la quita de derechos laborales como por el avance técnico, hacen que las importaciones amenacen la protección de la industria, incipiente, de Argentina. 

Así llegamos a la situación actual. 

El Plan de Viviendas anunciado y ejecutado en tiempo récord, es el mayor plan sistemático de construcción de casas desde el primer gobierno de Juan Perón. Miren que han pasado gobiernos de todas las tendencias e ideologías...Y, además de paliar una necesidad, impulsar el mercado interno, crear y sostener empleos, opera sobre lo que los economistas, esa gente sensible y necesitada de psicoanálisis, llaman "expectativas". Habrá que esperar los resultados de este combo, sin olvidar que para muchas familias, el sueño de la casa propia será realidad. Parece una frase gastada. Lo es, por que casi nunca se concretaba. 

Mientras, el resto del sistema político, arrastrados por la fuerza de la inercia, no tiene su cabeza puesta en impulsar medidas contracíclicas. Operan los reflejos, por suerte, de una corriente cultural que volvió con el kirchnerismo: paritarias, aumentos en lo posible, planes sociales. Pero medidas específicas para esta situación, en cierto modo novedosa, nada. 

Daniel Scioli se enreda en algo tan básico y previsible como sostener la masa salarial. Y no le sale. Macri hace la plancha, destacando, como atributo, su absoluta prescindencia en temas importantes y su reconocida fiaca para tener ideas sobresalientes. Ni el Poder Legislativo ni el Poder Tribunal se destacan por algún, siquiera, gesto simbólico, son sólo aspiradores de recursos para sus propias lógicas cerradas. Se sobreinterpreta cada cosa que haga o no haga la Presidenta, como si no existieran el resto de los poderes políticos y estatales. 

Se supone, en el imaginario gratuito que Binner es de centroizquierda. ¿Alguna idea seria en materia económica; más allá de los pucheritos con cuestiones de procedimiento? ¿El radicalismo? ¿El llamado "peronismo federal"? Otra frase gastada, pero ahora ya de saldo: brillan por su ausencia. 

Hay un problema cuando no se juntan esfuerzos en una misma dirección, más allá de los necesarios matices y diversidades. Y es que se gastan fuerzas en cosas pueriles. Convertido todo el subsistema político en relatores de lo que hace la Presidenta, a favor o en contra, es inevitable que el problema de la sucesión al interior del kirchnerismo sea un problema de la sociedad política toda. 

La renuencia a las ideas es la renuncia al poder, a la vocación de tomar el toro por las astas. Sobre todo en momentos de fuerte crisis internacional. 

A este ritmo, la reforma constitucional que permita plasmar los cambios realizados de 2003 a esta parte y la posibilidad de la reelección, no será una idea como hasta ahora de algunos kirchneristas sueltos sino un tema obligado de la agenda nacional. La inercia del resto del subsistema político en conjunto está, sin quererlo (por el contrario) colaborando en la idea que puso Luis D Elía sobre la mesa: la necesidad de reformar la constitución.

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