Alelíes, alelíes!

Los que duermen en la calle -son pura y exclusiva responsabilidad de un gobierno que lleva 10 años- no podrán tener el lujo de mirar o escuchar la "multiplicidad de voces" que significará el ingreso de los empresarios bancarios, del juego, del petróleo y la coima al manejo de los medios de comunicación, empresas en las que irán a pérdida, pero que les garantizan impunidad.
Esto sólo puede ser una epopeya en tanto novia de popeye.
Aunque también se puede dar un tono progresista a esta mirada: el desmantelamiento de uno de los grandes grupos económicos, que en algunas áreas es monopólico, y que integra, bah, vicepreside, la poderosa Asociación Argentina de Empresas.
El pase accionario no modificará su línea editorial, ya que todos los medios audiovisuales van a pérdida (tienen otros fines que no son estrictamente comerciales, digamos) y por lo tanto, no hay competencia. Ni la habrá. Incluso, por condiciones más estructurales del formato del capitalismo argentino: la especulación financiera con los granos o la construcción deja dividendos infinitamente mayores en cuanto a costo-beneficio, del capital puro, los costos sociales y ambientales los pagamos nosotros. Acá hay que hacer una salvedad: el gobierno fogoneó y fogonea la especulación inmobiliaria (Adelmo Gabi, el único que se salvó, por que es un importante empresario, de la furia de Boudou cuando se descubrió su vinculación con la ahora estatizada Ciccone Calcográfica) pero intentó acotar, como si una no fuera parte de la otra, la especulación con los granos, principalmente, la soja y el girasol. No pudo. Y desde entonces se resignó a garantizar y subsidiar esa especulación financiera. El encargado de hacerlo, el conservador Julián Domínguez, hoy es presidente de la Cámara de Diputados. Otra salvedad: el gobierno intentó modificar este rumbo con el nombramiento de Emilio Pérsico como viceministro de subsidios a la oligarquía. Sin resultados concretos hasta ahora.
La marco general es, entonces, de desinterés del gran capital en desembarcar en los medios de comunicación de manera directa, dado que no necesitan poder político extorsivo para garantizar sus ganancias.
La soledad política del Partido Clarín es novedosa.
Se precipita a una derrota muy llana: deberá cumplir la ley.
Pero no es un objetivo menor para el único de los tres poderes, el Ejecutivo, que hoy no es conservador. Restaurar las leyes, más o menos para todos (ahí lo tenemos a De Mendiguren, por ejemplo) es un objetivo que en la argentina de hoy pasa por revolucionario.
La ley de medios no está en vigencia por que el único artículo que le daba sentido al resto, el de desmantelar un monopolio para que se creen las condiciones de posibilidad de la emergencia de nuevos medios (con nuevos empresarios, y quizás, el estado, lo de la propiedad social aún está muy verdad: la impericia en el organismo incompetente, el ASFCA, es enigmática) y ese artículo tenía, además, su pleno sentido en la voluntad explícita que daba dos años para su cumplimiento. La corte suprema de justicia no podía hacer una excepción a su sospechosa regla de fallar siempre a favor de las corporaciones económicas (que son las que financian los medios Ky antiK, razón por la cual de estas cosas se sabe poco: Polémico Moreno multa e grandes empresas que luego son salvadas por la corte suprema. Hay una suposición extendida de que son honestos; bueno, lo harán por reaccionarios nomás. El efecto concreto es el mismo) y suspendió la vigencia del estado de derecho, desde hace 3 años, en el área de la comunicación.
El congreso, que recién este año tuvo mayoría kirchnerista desde que se sancionó la ley, dejó hacer. El saldo del Grupo A (la Unión Democrática en el congreso) fue políticamente tanto o más regresivo que la Unión Democrática de mediados del siglo pasado, que cerró su campaña electoral con los retratos de Stalin, Roosevelt y Churchill en el Luna Park, imbuidos del metamensaje de que Perón era el Eje.Ni una ni otra Unión Democrática ahorraron difamaciones, y el Libro Azul del departamento de estado yanqui fue un poroto al lado de la caja de resonancia, bah, repetidora de Clarín, que fue el Congreso y sus más momentos cumbres.
El modelo concesionario hace agua por todos lados. Más allá de que el gobierno haya nombrado a delincuentes (que aún gozan de impunidad) en el área de transporte, el esquema de concesiones (donde se les paga al concesionario...!) donde el empresario se autoregula se está volviendo un boomerang contra el gobierno. Es la otra manera de formación primaria del capital: en el área de servicios del estado bobo.
La ecuación del gobierno es que perdió, naturalmente, mucho poder político cuando se descubrió lo de Boudou pero que se descubrió por el poder que tiene Clarín, por tanto, su menor poder equivaldría a un empate. Para que se entienda. Boudou fue nombrado por Cristina por que no tenía ningún voto, no estaba muy limpio y no construyó, en sus años de manejar la caja, nada políticamente (empresarialmente, sí) y entonces era el candidato ideal, sino salía la reelección, a presidente en 2015. La constitución no le premite otra reelección en 2019, dado que ya cumplió este período actual como vice. Y entonces, la conjunción de debilidad con pato rengo de entrada, le aseguraba a Cristina preeminencia y poder, incluso para volver en 2019.
Jorge Asís, el enemigo de Clarín hasta la pelea con los Kirchner, en su blog, publicó lo de Boudou, luego Perfil, el semanario que nadie sabe como se financia (ah, sí, la revista Caras en Brasil, jajaja, contate otro! pero suele coincidir, casi mágicamente, con ciertos lineamientos internacionales, interesados en deschavar las tramoyas de Ciccone) potenció el tema y luego, Clarín, cuando descubrieron más cosas, lo potenciaron. El resto es historia que ahora los dueños de los archivos no pondrán, veremos en unos años: la conferencia de prensa, delirante, de Boudou, el hacerle caso en todo (menos en Adelmo Gabi, obvio) y la recuperación dle kirchnerismo, estatizando la empresa. Pero, por ahora, Boudou no es presidenciable.
El Partido Clarín está desesperado y no hay que minimizar esta desesperación. Pero tampoco usarlo como coartada general de errores no forzados del gobierno, o fallas estratégicas en su visión ideológica. Digámoslo de manera cruda: el 7D puede descarrilar un tren y matar cientos de personas, dado que sólo se le quitó la concesión a un delincuente y el otro delincuente renunció al cargo donde era subordinado de un ministerio.
Eso cambiaría todos los planes. Y la prosecusión de la misma coartada sería, sin dudas, una catástrofe política.

Además de este punto, cabe, también, mencionar otro: el kirchnerismo es la única fuerza política de las existentes hoy donde estas cosas se pueden debatir, con serias esperanzas de lograr modificaciones.
Como en cualquier ámbito, pero más aún en la política, a los chupamedias y mediocres siempre les va mejor, pero eso es secundario; lo estratégico, lo que brinda un horizonte, es que en el kirchnerismo se puede, y si me rpeguntara diría se debe, discutir estas cosas. Hace agua el modelo concesionario. Falta una política social más agresiva. Es una estupidez evidente creer en el crecimiento de una burguesía nacional. Es imprescindible pensar el desarrollo como integral, es de decir, entre otras cosas, federal. Chau, maricones.