Argentina no existe

Pero debería.

En la hoguera quieta donde arden las pasiones que explican las obsesiones volcadas en la escritura, en esa curva de persistencia que adopta disfraces y modales disimiles según la ocasión, hay rastros, ya, de la perspectiva, a la vez, que se adopte ante la vida.
Y mi vida es un conjunto de escrituras en distintos lugares y soportes para reiterarme con poca eficacia sobre esta obsesión.



La poca eficacia deriva en que nadie me da bola sobre este tema. Que Argentina no es un país concluido pero debería. Que varios países habitan dentro de este mapa escolar y militar que consideramos propio, que es más una aspiración loable que la hechura terminada de una nación. Y esto no remite a improbables y perniciosos uninimismos (religiones cívicas animistas), a las famosas "3 o 4 cosas en las que todos deberíamos ponernos de acuerdo" ni a una historia posdebatida ni a un final de utopía armónica, nada de eso, ninguna teleología. Sino, otra cosa. Que abarca, incluso, una mirada coyuntural, por mi parte. Que explica, por ejemplo, mi adhesión, a grandes trazos, al kirchnerismo. Y lo que a veces parece una mirada particular. Probablemente lo parezca más entre los lectores del puerto que entre quienes tienen la cabeza configurada, por decisión y ocasión, de otra manera. Y la inclusión de la ocasión es porque probablemente yo sea más hijo de la ocasión que de la decisión. Un ejercicio: la lectura de los intelectuales de distintas provincias divergen tanto sobre un mismo punto...pero convergen en tener una mirada, a veces sin proponérselo, distinta, sobre todo a los intelectuales portuarios. Que dan, casi siempre, el país por cosa acabada. Con sus injusticias, necesidades, dolores y demás, pero dan al país como algo cierto, como algo que ya existe. La mirada alejada del puerto difícilmente de por real la existencia de un país. Es un veremos. Una aspiración. Una posibilidad. Como meciendo despacio y con cuidado un bebé.
Ahora que el puerto funge de licuadora potente sin que nadie la cuestione, quedándose con lo mejor de la escritura casi sin solución de continuidad, estos debates, probablemente, mueran, generacionalmente, antes de nacer. Quizás sea una batalla perdida. Quizás por eso, perversamente, me atraiga. Quién sabe. O qué importa, en todo caso.

Pero acá están las cosas que he escrito sosteniendo esa idea. Juntas, en el proceso de escritura de este blog durante tanto tiempo, en colaboración con los debates y los comentarios y las idas y vueltas de una vida y varias vidas, son, incluso, varios libros. Con una misma obsesión.
Cosa que, de haber sido escrita directamente y al principio, como libro (nunca me faltaron ofertas, las dejé pasar, vaya uno a saber por qué: supongo que lo principal se contesta con el párrafo anterior. Y por no estar seguro de lo que digo, hasta preferir debatirlo y ver qué sale) no habría tenido esa riqueza que, por lo menos yo, le encuentro.

El Campo no existe.

La Patria, la Matria y el Paria. 

El Antiperonismo

El Osopandismo

La Patria Infatuada

Perros de la Noche

Pezones Casi Rojos