La oligarquía ataca de nuevo

La presidenta está sepultando los restos de su suegra. Que falleció ayer a los 92 años. Mientras tanto, el bloque oligárquico, ya sin truchadas de supuestos intereses diferentes (como contra viento y marea se sostuvo en éste blog no hay que esperar que Eduardo Buzzi, el pariente pobre de los delincuentes de guante blanco, se diferencia del resto de la oligarquía: no tienen intereses divergentes) se ha unido para un nuevo e ilegal paro patronal. Las leyes argentinas y liberales de todo el mundo contemplan la huelga de trabajadores, más no la de los patrones, que son ilegales y se castigan durísimo en cualquier parte del mundo.
Mientras Buzzi, que quizás por la pérdida del sentido ontológico de la existencia, depresiones complejas o la
carencia afectiva desagradable de visibilizar su nuevo mundo, por la misteriosa razón que sea, ayer tuvo un nuevo intento de subsidio, por suerte, pudieron detenerlo a tiempo; pues hoy ya no conduce políticamente la Mesa de Engarche.
A diferencia de Hugo Biolcatti, Etchevehere lee de corrido, no tiene socios en la industria, sí experiencia en medios y en política -en el ala derecha de ese partido que abraza del centro a la derecha: el radicalismo- y prosapia de terrateniente eternamente subsidiado. Las oligarquías provinciales del litoral y la pampa húmeda pelean su lugar en el mundo. Y apuestan, ahora, a operar en la interna kirchnerista a través de los gobernadores. Leen demasiado linealmente las publicaciones internas, disponibles en cualquier kiosco, del Partido Clarín. Y no le erran. La única posibilidad existente de mojar más subsidios es por ahí: quebrando el dispositivo kirchnerista en el núcleo de gobernadores mesopotámicos, litoraleños y pampeanos: Misiones, Corrientes, interior Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Santa Fe, Entre Ríos.
Las fuerzas, al interior de ese espacio, están más parejas que en el resto del país y ni que hablar en el Conurbano. Si logran un entramado cultural -las condiciones políticas preexistentes lo posibilitan- que una simbólicamente a quienes viven cerca del puerto, más los intereses comunicacionales en disputa, pueden, a mediano plazo, triunfar. El problema, claro, es que al interior de ese paraguas conservador hay quienes, como el histérico Partido Clarín, no pueden apostar al mediano plazo.
Ni con las mejores intenciones la corrupta Corte Suprema de Pollo puede darles esos tiempos de ilegalidad.