Cristina dice que Cristina no es eterna. Un buen dato que Cristina le pasó a Cristina. Todos nosotros ya lo sabíamos.

El kirchnerismo inteligente razona así. Como si la voluntad de respetar la ley y la realidad fuera (lo sería, pues el kirchnerismo fantástico, hoy con las riendas del poder, no te banca ni ahí semejante dosis de política: odian la política)
En dos meses el kirchnerismo fantástico pasó de considerar a Bergoglio el peor enemigo al mayor amigo, de ser aliado de Massa a combatirlo como ariete de la embajada de EEUU y Clarín y de considerar como el peor traidor a Scioli, su actual mejor amigo. De echar a Cascallares de las listas (el duhaldista que ahora se corrompió para el kirchnerismo) porque Giustozzi era el mejor intendente, a aguante Cascallares porque Giustozzi sarasa. De la mejor Corte Suprema a la peor y así, sucesivamente.
Semejante delirio sólo puede leerse como la necesidad, casi desesperada, por mantener la paz de los cementerios cuando este kirchnerismo fantástico creía que hacía política, con retornos de algún lado.
Los que buscan el prestigio de ser toreados por el kirchnerismo fantástico se sorprenden al provocarlos una y otra vez y los desorientados ni se enteran. Hasta que les dicen, directamente, que los están provocando. Ahí va la fila de kirchneristas fantásticos, ya cansados, fastidiosos y descreídos, a patotear; viendo con tristeza que le están haciendo un favor a su víctima. Los finales son inevitablemente tristes. Se tornan patéticos cuando se trata de resistir lo inevitable.
Yo también desesperé y puteé por la falta de reacción. Hasta que me harté. Les paso un dato (no sé si habrá cambiado algo, se me hace que no): los tipos no creen que acá halla ningún problema. Tenían encuestas que les decían que el 188% los consideraba Brad Pitt pero más inteligentes. Ahora, que los mercachifles de las encuestas tienen que no hacer tan grandes papelones pues pronto la gente votará (y los mercachifles tienen que ir a la lamerle los testículos al próximo banana de ocasión que saquee el presupuesto público) les van cayendo las fichas. Mucha capacidad de análisis no tienen, obvio: fijate lo que es este gabinete, parece el gobierno de Levignston de tan mediocre. Y además, los Toblerone, saben que no están haciendo bien al enriquecerse de esa manera, descarada. Y eso te aísla. La autonegación de este proceso, casi de delincuencia infantil, es creer que todos quieren pedirle algo a su eminencia, como si el tipo fuera el dueño de las cosas. Bueno, el punto, es que se aíslan. Se apartan. Saquean del estado el salario de la petera que tienen de secretaria, el monigote que cumple el rol, al final del día, de elogiador, los mangueros que pululan sin hacer nada, etcétera. Los primos te traen negocios. Los ex compañeros de la escuela te veneran. Todo muy chiquito. Pero es todo el mundo de un tipo sin proyecto político más que la obediencia cursi a un mamotreto que ni siquiera respeta mucho. Eso es la política en esta era, la era de Telefónica. El enorme miedo de perder eso guía más acciones políticas, errores garrafales y manotazos de ahogado, que cualquier condicionante electoral. Incluso, los golpes electorales, en los más sabios, los devuelven a la realidad. Pero ahí ya empiezan todos a "juntar para pagar los abogados",
El asunto es que en el gobierno no la ven así, una suerte para los opositores.
Al kirchnerismo no parece molestarle la realidad. La revelación de los bolsos y ferraris bajó del kirchnerismo a los honestos y subió cuanto gato de farándula ande dando vueltas. ¿Se menemizaron o siempre fueron así y nosotros éramos los equivocados? No lo sé. No es, tampoco, más que un aspecto lateral. No es tan importante el entusiasmo que demuestren por los gatos, a la par que se indignan por la prostitución, o a la par que militan los Granaderos, la tristeza de Filmus, Forster y Cabandié.
Detrás de las matrices, espacios, y demás sarasas de ocasión, que los mercachifles del asesinato del vocabulario van capturando para que esos seres grises que administran el orden conservador, los políticos, repitan como momias durante meses electorales, sigue estando la misma política, que no se va ni vuelve según los caprichos censores de melocotones en la verdulería, que quieren ordenar paranoicamente al resto.
Hay un helicóptera, cuyas alas tiran vientos de mayor o menor cercanía. Esos valores que irradian luego definirán el resultado electoral, que sin imprevistas de magnitud microhistórica, tampoco alteran mucho el resultado de la correlación de fuerzas.
El kirchnerismo es hoy, como sujeto social, el peronchongo y sus alrededores: una clase media baja emergente. Por eso se mandó a tomar la chocolatada al Centro de Estudiantes del Conurbano, con sus intensas discusiones en Las Cañitas, y se trajo de La Salada un chofer, Martín Insaurralde, cuya notable mediocridad no opaca la de Cristina y puede hacerle respetuosa sombra a la mediocridad entusiasta de La Massa (sin cantera). Insaurralde quizás no estaba en los planes previos de Cristina, quizás sí. Pero sería contrafáctico saber si comprendía el humor social; y además, inútil. Es, sencillamente, el candidato perfecto para perder. Y si gana ya habrá tiempo de hacerlo mierda.
La irrupción de Massa le conviene principalmente al staff de gobernadores, incluido Scioli como los hechos lo demuestran, que necesitan que se abra el abanico para decidir las presidenciales. Si hoy fueran las elecciones, las principales chances las tendría Cristina. ¿Y porqué entonces el kirchnerismo está acabado? Por 3 razones:
1) No hay elecciones presidenciales hoy.
2) No puede ser candidata ni hay ninguna fuerza política, incluida la principal y única de caracter nacional que es el FPV, qeu quiera reformar la Constitución.
3) Por que la única lucha contra las corporaciones que ganó fue dividir en 3 la CGT y 2 la CTA Si eso era el kirchnerismo, ya está muerto. Podrá ser otra cosa, sí. Pero intensificar la desesperación por la paz de los cementerios cuando, usando sus herramientas de análisis, vuelve la política, es deambular sin proyecto, que es lo que está sucediendo, junto a un giro conservador que se agrava pues nadie lo asume. O sea, cuando Los Fantásticos se despierten con que el kirchnerismo son las 500 mayores empresas del país menos Clarín, se van a enojar más que La Franja Morada con la Obediencia Debida