jueves, agosto 01, 2013

La chica que lloraba en la vereda


Ver pasar una mina llorando es común. Pero secándose las lágrimas con un pañuelo de tela rosada es distinto, ¿cómo que no?, con un pañuelo es algo raro. Sofisticado y raro. Me gustan las chicas que van llorando por la vereda. Capaz que está mal. Que me guste. No sé. Son las cosas que a mí me hacen sentir que estoy vivo. Son pocas cosas. Son pocas veces. De una brevedad irremediable. Vamos. Todos tenemos cruces encima. Penas. Angustias. Esperanzas. Ese tipo de problemas. Más la falta de aguinaldo, la mancha de humedad, los autos de los ricos, los viajes que no haremos. Hay quiénes los sacan, a esos problemas de la vida, a pasear, estallan en la vereda, básicamente, lloran en la vereda porque trataron de contenerse, es así: tratan de contenerse (¿porqué deberían?) y no les sale. Me cae, sencillamente, bien, eso. Solidariamente bien. Bah, ¿solidariamente?, no creo, las pelotas, qué tanto amortiguar. Si la chica es linda me dan ganas de aprovecharme con ternura de su debilidad. Oh, sí, soy un hijo de puta!
 Te cuento más: si un nene rubio en un cochecito con bordados y sonajero y ojos celestes y un padre abrumado con la corbata floja, si un bebé así, llora, yo, me conmuevo. Si un bebé arriba de un carro tirado por caballos llora, con los mocos colgando, cagado de frío, con un cartón que muerde tragándose los pelos sucios, a mí, perdón, pero a mí no me pasa nada. Aunque me puede conmover el pobre caballo.
¿Miento?
No lo sé.
No sé hasta qué punto.
Me gustan las chicas en bicicleta, las tetas pequeñas, las canas de la edad, las abuelas, los ruleros, los tranvías, los sacerdotes buenos, las manzanas acarameladas, el mate, los baldíos, los militantes, el pororó, la suspicacia, cantar chamarritas y acostarme con dos minas a la vez. Son mis gustos. Hay quienes prefieren chocolate granizado y frutilla.
Sucedió hace un rato nomás lo de la mujer, una piba, por la calle, llorando. Y no importó, de pronto, qué día sea; se nubló la noche, se hizo domingo, el invierno nos cansó los huesos y una lucecita chiquita adentro del corazón de todos se prendió y a la fuerza pero hicimos, en la calle, una mueca, así, como una sonrisa.
Por el corazón del microcentro iba un Dromedario. Iba abrazado a un Hada. En la peatonal, iban riéndose, el Hada y el Dromedario: les dije, loco, paren con la imaginación, con el escape, que sino van a empezar a alucinar que a los costados hay humanos caminando. No me hicieron caso. Llevaba, yo, unos papeles para la AFIP, mi DNI, hoy no me salió una, te juro, y la piba, llorando:
"Cuando la humanidad está de parto, confiemos en lo invisible" le dije. Se paró. No sé qué entendió. Pero me miró, con los ojos, en un instante contundente, brillosos todavía los ojos, una catarata suspendida, ya sé que es imposible una catarata quieta pero es como que, bueno, no me va a salir explicarlo. Y mi buena acción del día fue decirle: Rafael Barrett, lo acabo de leer. Tomá el libro.
Demasiado perfecto el momento. Justo tener el libro. Justo decir esa frase. Y le empecé a contar. La frase no quiere decir nada. Ni se aplica a vos. Algún libro siempre llevo. El meollo, piba llorando en la vereda, es saber armar una narración con los elementos predispuestos, dotarlos de sentido. Chamuyar. Viene de la práctica periodística esa técnica de organizar el caos y darle alguna trascendencia, a menudo forzada. ¿Y?
Ves, mirá, la chica que va enfrente ¿la ves? Sí, tiene buen culo. Va a llegar a aquella esquina y le van a subir la autoestima unos albañiles que luchan a diario contra la desesperación, el alcoholismo, el suicidio, la impotencia, la constancia de su falta de talento, la perspectiva negra de que el cuerpo se acaba y te quedás, boluda, te quedás sin quincena a los 40 años, cuando la espalda no te deja cargar arena, apilar ladrillos, fortalecer la propiedad privada de los otros, revocar balcones, ponerle tejas a las casas de las chicas que están tristes y ellos reaniman, hacen sentir, a esa del culo protagonista de la vereda de enfrente, la hacen sentir deseada, para que ella los mire con desprecio, para que crea que es cierto, y después se siente, con un ganador bronceado de traje a medida a comer un bicho con finas hiervas verdes sobre un colchón de vegetales al oliva y la pimienta roja; tiene tan educado el paladar que solamente cuando toma un poquito demás de vino, un vino que sale una quincena de albañil, se acuerda de sus reprimiditas ganas, ya elaboradas por la runfla de policías emocionales y psiquiatras, solamente ahí, una o dos veces por año, se acuerda de todos los lados donde no metió la lengua, de todos los flujos genitales que su delicado paladar no probó.
-Estás loco.
-Sí. A vos mañana se te pasa el llanto. A mí no.
-Igual, te agradezco, pero me tengo que ir...
-Yo también. Y me frené para demostrarte que hay gente más triste, más loca, más torpe que vos.
Se fue sin llorar. Quiso devolverme el libro de Barrett, para qué. Ya me había aburrido. Doblé a la izquierda, sin convicción, como viene siendo mi trotamundos ideológico y me iba a sentar en un bar pero resulta que no tengo plata. Había unos canteros. Me senté ahí. Ya iba anocheciendo, además. La gente estaba menos impaciente. Si te sentás en un cantero, si usás la ropa que yo uso, nadie se incomoda si mirás, durante los cien metros de la cuadra, las parejas que van caminando, de la mano, alegres, besándose. Enamorados. Trato de descifrarles sus esperanzas. De qué hablan. Por qué no se aburren. Por qué no les salen, como a mí, mal las cosas. Por qué los envidio asesinamente. Van así, miran vidrieras, hablan de gente en común, los apodan, pelean sin consecuencias, como rehaciendo diálogos tan cómplices que los unen, esperan el semáforo. Él, generalmente, se deja abrazar. Y mira con merecida altanería al puto mundo entero que le hizo creer que iba a estar solo y loco y sentado en un cantero mirando los enamorados, como yo. Y sucedió. La mina volvió a pasar. Disimuladamente. No me gustó ese disimulo. Qué necesidad. Y se abrió paso. Un nenito me pidió un pucho. Le di, mientras ella cruzaba. Un taxista me puteó por darle un cigarrillo. La piba ya no lloraba. Sonreía. Pero, había algo malo.
-Disculpame, ¿vos sos Lucas Carrasco?
Cuando tenía 12 años, en el barrio Paracao, en ese entonces un barrio obrero en las afueras de Paraná, con las canciones de Phil Collins, en un galponcito de chapas bajo un frío inmenso, me enamoré perdidamente de una nena que tenía un año menos que yo. Bailamos lentos. Eran, solamente, tres parejas. De los cincuenta púberes que rondaban el barrio. Algunos entrenándose en una fracasada carrera delictiva. Otros aprovechando sin saber que esos serían años hermosos antes de peregrinar en talleres mecánicos, fábricas, estropajos de oficinas públicas, comisarías poniendo sellos, o simplemente, como hicieron todos los que pudieron, rajando. Al otro lado del mundo embarcado entre milicos o petroleros. Lavando vasos en España. Haciendo conexiones truchas de cablevideo en Santa Fe. Criando hijos y recuerdos en el conurbano. Destinos así. Ninguno fue futbolista, ni músico de rock, ni dueño de un negocio en la peatonal. A veces me cruzo alguno, como gendarme. La mayoría ya ni se acuerda, para no sufrir, de aquellos años. Éramos tres parejas, no nos sacábamos, del frío, la campera inflable. Fue la primera vez que bailé lentos. La nena me abrazaba, alrededor del hombro. Medio que con la punta de los dedos. Y ponía su cara en mi hombro. Por suerte era más petisa que yo, veintitrés años atrás. Yo la agarraba de la cintura. Así se bailaban los lentos. Y girabas, despacito. En algún momento yo llegué a agarrarme los dedos, la abrazaba, por la cintura, completamente. Y ella tras algunos forcejeos, me abrazó el cuello. Subió la boca y me respiró, cálida, seguro que también caliente, en la mejilla. Ella se soltó cuando los que estaban alrededor empezaron a gastarnos. Era una nena de barrio, la había conocido ahí. Una fiesta que organizaba un amigo de uno de los repitentes. Que eran tres. Y se sentaban al fondo y nadie les daba bola y les tenían miedo y eran distintos, eran de clase obrera y tenían el pelo largo y escuchaban heavy y yo que era el primero en la fila, que vivía a dos cuadras de esa escuela, en pleno centro, que era educado, que era culto, pasable para el fútbol, capaz de debatir, en buenos términos, con las maestras, yo era su amigo. Y ellos tres frenaron a todo el resto. Que se dedicaron a burlarse de las otras dos parejas. Pero a los enanitos -¿qué habremos medido, un metro y algo?- no nos jodieron más. Y giraba, con mi campera inflable, sintiendo su aliento. No me animé a darle un beso. En la boca. Nunca me arrepentí de eso. La fiesta terminó a las once y media. Tomé el colectivo. Mirando la ventanilla. Estaba vacío. Me bajé en la plaza una hora después. Caminé tres cuadras. Llegué a casa. Abrí. Nunca se cerró, hasta los años noventa, con llave. Subí a mi habitación. Donde mi vieja me había comprado un poster de Poison creyendo que me gustaba. Saqué mi cuaderno. Escribí un poema. Recé. Me dormí.
La piba ya no lloraba, tenía el libro de Barrett en la mano. Se enojó, supongo, que no le contestara nada. Se fue. Me aconsejó que me vaya a la mierda. O algo así. No me acuerdo. Ni me importa. Me devolvió el libro. Lo agarré. Se fue.
Volví a casa y busqué lo que escribí años atrás cuando vi una una piba, también, llorando en la vereda, lo encontré, es lo que sigue a continuación, lo leí un par de veces, no me gustó.

Es ésto

34 comentarios:

  1. estas hecho bosta hermano, pero se te nota feliz
    que bueno que estes de vuelta en el kirchnerismo
    La sequía lo vuelve a uno pelotudo

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  2. Ya lo dijo Charly García... la frula te hace mierda...

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  3. Respuestas
    1. Los cánceres estatales compran Apple en Estados Unidos y los villeros tienen que pagar el impuesto tecnológico.

      La derecha siempre bien disfrazada!

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  4. esta bueno, tu bronca al mundo pequeñoburgués, me cae muy bien. La literatura es una buena manera de hacer política...

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  5. El gobierno organizó los asesinatos de la barra brava de boca.1 de agosto de 2013, 6:43 p.m.

    La Televisión Central de Corea es el ente estatal de televisión de Corea del Norte. KCTV está controlado por el gobierno del país, y es el único ente autorizado para transmitir televisión en el territorio.

    Tinelli, contra la AFA: "Es una pena que no podamos vender entradas.

    El torneo Inicial 2013 se llamará "Nietos recuperados"

    Marcelo Palacios "Si la PFA tenía todo grabado, por qué no intervino?"

    Clarín avisó. A los barras los mandó el gobierno al mundial.

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    1. Siii, aguante Clarin. Cuanto dolobu suelto

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    2. Ya se sabe que el gobierno es asesino, persigue opositores, y usa los 70 para ejercer el fascismo libremente. No es novedad.

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    3. Si Cecilia... Pando. Dejensé de joder y preparense para una nueva derrota boluditos. Viva Perón!!

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    4. Te hicieron creer que estas ganando?

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  6. me gustò, màs la parte donde dice que te gustan los pororòs.

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  7. Esta rompiendo la veda a dos manos...

    Se les viene la noche a los farsantes!!!

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  8. Me recordás mi etapa ¨iluminada¨, andaba barbudo con larga cabellera al viento, no fue hace tantos años, no quería hacer mucho mas que leer y darme a cualquier vicio cercano y facil, ahh tambien escribia cosas sobre minitas con las que finalmente no concretaba. No es mala etapa pero no se si es para quedarse a vivir en esa. De todas formas tiene una melancólica plenitud eso de ser un beatnik en el siglo XXI. Nunca dejes de ponerla eso termina nublandote la mente, lo mismo que ponerla demasiado. Saludos

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    1. Cuanta razón, ponerla mucho, poquito y en unos años nada?

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  9. me gustó, escribis muy bien chabon!

    Martin

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  10. A donde vayan, los iremos a buscar!1 de agosto de 2013, 8:06 p.m.

    Tinelli no esta proscripto en un año electoral.







    Estaba cansando y prefirió descansar!!

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  11. Goebbels - Los once principios de la propaganda



    Principio de simplificación y del enemigo único.
    Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

    Principio del método de contagio.
    Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

    Principio de la transposición.
    Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.

    Principio de la exageración y desfiguración.
    Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

    Principio de la vulgarización.
    Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

    Principio de orquestación.
    La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad".

    Principio de renovación.
    Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

    Principio de la verosimilitud.
    Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.

    Principio de la silenciación.
    Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

    Principio de la transfusión.
    Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

    Principio de la unanimidad.
    Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.

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  12. casi me hacés llorar, k del orto (bah si, lo hiciste).
    Muy bueno el relato.
    negrito

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  13. Esa cara de choborra es inolvidable.

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  14. Me gusto mucho petiso embustero. Hace rato que no escribías algo que me guste tanto. Como vas abriendo los caminos y con tanto color. Tenes talento, rencoroso.

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  15. La izquierda y el endiosamiento de la depreso-tristeza.

    El sufrimiento es amor!!!!

    Extinganse de una buena vez.

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  16. qué magia tan rara la de llorar en la calle, quedarte desnudo de alma delante todos.

    como siempre, me encanta cuando escribís. tenes una pluma encantadora..

    cuando describis las situaciones de tu vida, entre asombrado, curtido y cansado, veo unas ganas infinitas de ver a este mundo lejos. ir al asteroide B 612,
    a otro planeta,
    o cambiar éste.

    me llegó mucho ésto
    La mayoría ya ni se acuerda, para no sufrir, de aquellos años.

    bah, me llegó todo.

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  17. Escribi una novela pibe, te va a ir bien, tenés talento, la compro aunque sea una pedorrada...podes escribir una o dos basofias, pero a la larga sale lo mejor

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  18. Esto esta muy bueno. Me gustó mucho.

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  19. Sin dudas la mina no estaba buena. Sino no se entiende cómo no te la garchaste, estaba regalada. Excelente relato, genio!

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  20. no veo la tv, la tengo en la pieza y llego para la muerte nomas, tampoco leo los diarios, solo partes de algunos libros abandonados en casa por amigos que si les gustan o me prestan, nunca los termino, pero si me encanta leer en la oficina, cuando tengo esas ganas también entro a tu blog y leo compulsivamente infinitas notas o no sé cómo les dicen… me encanta tu ritmo, aparte de los temas y todo tu en esta dimensión.
    taria que pongas un índice o algo para encontrar entradas viejas, están las más leídas y las etiquetas, pero sé que hay miles más que no encuentro, seguro de gila. saludos y <3

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  21. El resto se diluye cuando escribe de esta manera Lucas. Tal vez ese resto sea la fuente y condición de esto tan bello, en ese caso en buena hora. Saludos.

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  22. Sos un efermo q te dá lástima??? la gente linda y la mina? claro, debía estar buena porque si era un bagayo seguro ni la mirabas. Pequeñoburgés esa es la clase de mierda que sos. Así que te dá lástima el caballo? vos debés estar loco y los boludos que podés engañar también. Tirate un pedo y olelo Carrasco que con lo que comés, chupás, fumás y jalás seguro te morís. C. Redi

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