No se aceptan tarjetas

Ese energúmeno con vocación de ladrón que es Coscia concita el escondite de la Década Empanada (Empatada Para Nada). En ese burócrata bruto el estado autoinvirtió varias fortunas para hacerlo una celebridad; y fracasó, no es joda, el asunto: Cristina invierte más en Coscia que su amigo Tinelli en autopromoción. Los resultados están a la vista. Apenas si zafa de la cárcel ese malandra cultural. Y Coscia también.
La generación diezmada moralmente, la de la militancia de aguinaldos, piensa las pequeñas fortunas mal invertidas como un mero asunto ingrato de expedientes. Así les va.
En otras circunstancias, Coscia podría explorar el trabajo cultural (bueno, en ese caso no sería Coscia ni podría ocupar un cargo en la mediocridad cosciana del 2013) en la cola del supermercado. Al filo del cierre. Cuando unos matones asiáticos custodian la caja, dado que, sin sospechar de los grados de progresismo que habitan Palermo y el gobierno nacional, la Federal no atiende otras razas sin la debida multiplicación de la coima. Ya no a la señora Garré y familia, ahora es la yacusa patagónica de Puricelli. Y una chica teñida espantosamente de rubio con acento correntino trabaja de cajera, como yo en Crónica y Radio Nacional, en negro. Algo nos hermana.
Además de vivir en el país donde el único que tuvo estabilidad laboral en la década ganada fue el ministro de trabajo. Enfrente, una cajera asiática juega con su celular freak, otra estafa de la ley de medios. Es el germen de la cultura nacional y popular venidera. Esta escena de supermercado.
Se complementaría con un Prefectura custodiando a Cacho Rubio. Al lado de donde los yanquis se burlan de nuestra oficina sanitaria y la aduana: la venta de caldos.
No se aceptan tarjetas, como resistencia al sistema impositivo opresor.
Los precios aumentan semana a semana.
Bienvenidos al país virtual.
Se acaba de cortar la luz.
Excepto para un núcleo para nada despreciable pero despreciado del 7% de la fuerza laboral, hay trabajo. Las tasas de sufrimiento humano que el FMI nos diagnosticó en los 90 siguen valideras: este pueblo,aún, aguanta esto. Aunque de vez en cuando hay un estallido social. Quinientos presos desaparecidos en el más riguroso sentido legal y burócrata del término. Y un par de muertos con el color de piel equivocado.
Ese que tuvieron los tres carniceros que se fundieron en lo que va del año en este supermercado. Donde no hay té importado. Y busca trabajadores.
La misma piel que la segunda verdulera, de perdido origen sudaca. Argentina sigue prometiendo. Acentuadamente desde que gobierna Emo Vorales. Ni que hablar de Pepe Mugiendo.
No hay dólares, pero acá, funciona a la perfección el sistema negro que manejan los banqueros amigos del gobierno, en esta etapa donde los trabajadores bancarios votan en contra y lo intelectuales de izquierda ven apagarse el poco fuego místico que a este cachindengue postropical le quedaba. Y le queda. O no. No sé. Últimamente hay que leer los diarios de la derecha, donde trabaja la gente que está en blanco, para enojarse y hacer como que nos peleamos con los diarios.
Es la ideología del aguinaldo. Argentina sigue prometiendo.
Con tarjeta, podés comprar en las multinacionales amigas de Polémico Moreno. Mucho más barato. Privilegios de la Argentina que está del otro lado del apartheid gastándose nuestras banderas.