miércoles, septiembre 25, 2013

Todo el amor del mundo sigue estando concentrado dentro de un caramelo Sugus






Había un patio, en la escuela, que se achicaba en los recreos. Y un primo lejano que fanfarroneaba con Independiente, cuando estaba Bochini, claro. Cuando los días eran largos. Y las puertas eran altas. Una tarde entera era una fiesta entera, también. Un enterito, un jardinero con botones, una remera de Fido Dido y una visera. En la bici contra el tiempo, contra las calles, contra el adobe. Había un jacarandá en el medio del estadio: ahí disputamos 27 mundiales durante medio verano contra el equipo del otro barrio. Que siempre nos ganaba.
Cuando la música que ahora nos gusta era música de viejos y la bailaban en el club, adornado con guirnaldas, sábado tras sábado hasta que fueron muriendo. Las orquestas, las bailantas y los viejos.
Había, también, extraterrestres en el cine. Estaba ET, por ejemplo, que moría.
Más vale, aunque hubiera muerto, si la volvías a ver, resucitaba. Estaba Alf. La chica que era demasiado grande para mí, que tenía la edad del niño que jugaba con Alf, en esa familia tipo. Pero también estaban los extraterrestres que eran un comando y tomaban el cine cuando no había películas y se sentaban, en fila, a ver las del Correcaminos y Los Parchís y no nos dejaban entrar por sus armas ultrasónicas de superláser atómico en la penúltima pared del mundo donde había criptonita. Nosotros, que éramos valientes, espiábamos por la ventana.
Me estoy yendo de Paraná. Y está ahí la AFIP y las oficinas públicas y un bar adonde ya no va nadie. Me senté tantas veces, en la silla de la ventana, a esperar que de algún lado me trajeran algo de suerte. Vi pasar ministros, linyeras, obispos, mozos, profesores. Gobierne quien gobierne, me dice la silla abandonada del bar, nos gobiernan los bancos. Esa verdad que antes discutíamos solamente con la derecha hoy hay que volver a ponerla (con el desgano del casado: volver a ponerla) en el tapete.  Ese tapete universal donde ponen los debates que faltan. (Como si el tapete fuera de todos, como si lo decidieran todos, como si lo resolvieran todos). Y te trituran. En el tapete y en los bancos esas discusiones son frustrantes: la mayoría te da la razón, los bancos son el problema del país, jamás la solución; pero nunca cambia nada. Eso te tritura. Más, que te trituran los defensores del político que sea, porque de los bancos, la muerte y la soledad, no se salva, parece, nadie. Son cosas de la naturaleza. Son así, nada se puede hacer. Es el mensaje, del stalkeo. Está bien.
El griterío es funcional a la Patria Acabada. Esa que ya está narrada, concluida, hecha. Y punto. Punto y aparte. A lo sumo sobrevendrá un epílogo. Los otrora fundacionales, hoy son conclusivos. Con gritos concluyentes. Es un poco, también, de mi propia medicina. Haciendo dedo hacia el desencanto. Qué se le va a hacer. Ahora que hasta me quieren robar el pasado. Como si no fuera más que literatura.
Reflexionar, reflexionarlo todo. Como una zancadilla hecha a uno mismo. Inútil, torpemente. Renombrar las cosas, insistir, siempre insistir. Para qué mierda. Agredir, perdonar, reincidir.
Soy yo, de forma lacerante. Para qué mierda, me podés explicar, ja, bueno, sí, a veces, bah, demasiadas veces, me río. Solamente me río cuando escribo o cuando leo, eso, supongo, es raro. Da petulante. Pero la petulancia es mi pecado de lesa vulgaridad. No es para tanto.
Igual, el asunto es simple. Son las 3 de la mañana. Ceno una sopa. Me gusta hacer sopas. Pasar la noche, con una música de fondo, sencilla. Escribiendo. Cosas distintas. Nunca las del trabajo. Esas las escribo de día. Busco cobrarlas. De eso vivo. No es sencillo vivir de ésto, pero es lo mío. De otro modo quizás ya estaría muerto. O loco. O violento. O lejos.
O capaz nada de todo eso, pero qué importa. Quedaba bien la oración así.
Y es que si yo no exagerara, no sería el segundo mayor genio de la humanidad. Sería el primero. Con un inconveniente: decirme el segundo mejor explicita mi modestia, con lo cual, en realidad, considerando la modestia, soy, sencillamente, el mejor de todos.
Me encanta Cacho Castaña. Incluso con su toque de fascismo naif, de macho importado.
Ni el estropajo con el que lavan las cárceles de Camboya es menos que yo cuando estoy autoflagelándome. Pero si no exagerara no tendría estos brutales terremotos de furia. Que tampoco, la verdad, son para tanto. Pero quedaba bien la oración. A veces, quiero enamorarme. Estoy harto de coger y coger, siempre distintas. Olvidables. Que me olvidan, antes de que yo las olvide. Eso me deprime. Soy un hijo de puta de manual, estadístico, más normal que el café con leche y eso no habla bien de mí, sino mal de nosotros. Medio boluda esta oración. Y esta reflexión. Aunque suelo pensarla. Al escribirla me doy, ahora, cuenta: es un pensamiento estúpido. Propio de un moralista, eso, la concha de la lora, me rompe tanto las bolas. Soy un moralista. Lo sé. Inmoral, además. ¡Encima!
Ideólogo de mí mismo, el destino, en el fondo, me lo vendieron calculado. Y no lo pagué.
Voy a vivir mucho, sobrevivir a todos, pelearme con todos, escribir bien de algunos, envejecer con dignidad, eso lo descuento, pero siempre el adolescente que se está cogiendo una oveja detrás del convento y lo descubre la más chismoza del pueblo. Que, por suerte, no ve bien.Y cuenta cualquier cosa.
Voy y vengo. Arriba de un micro. A veces un avión. La ventanilla. Durmiendo, también, a veces. Leyendo casi siempre. Escribiendo en las paradas. Tengo la mayor parte del tiempo el teléfono apagado. No sé porqué. Ni qué importancia tiene.
Ninguna capaz.
Antes no tenía teléfono celular y me encontraba, casi siempre, o más, me parece, que ahora. Aunque seguro era diferente la manera de abordar el tiempo de espera. Bue...
Está haciendo frío. Tengo la persiana del balcón abierta. Las plantas resisten. Sé cuidarlas. De las pocas cosas que sé. Pero me queda tanto por aprender.
Acá en Paraná, de madrugada, las casas están quietas. La semana que viene me voy a otra ciudad en una lancha, un tramo. No es una ciudad. Es un poblado. Ya no quiero dar charlas y esas cosas. Aunque en esta ocasión vale la pena. Para mí. Mi costado desesperado por la injusticia social ya me genera sospechas propias y algo íntimas. Desconfío de mis buenas intenciones. Pero creo que es una parte genuina que aún conservo. Sin estar del todo seguro. Me he vuelto bastante más insensible. No se si es la edad. Las constantes batallas, muchas al pedo, otras me las invento, casi siempre por pocas cosas.  No sé qué es. El sufrimiento psíquico, inherente, ponele, a la condición humana, que sin embargo -en el sentido de inembargable- algunos sabemos decodificar, uh, ¿no será mucho?, en fin,  es así: y como algunos sabemos intuirlo, ese sufrimiento se agrava y consuela, a la vez. Dialécticamente. Trato de evitar el uso de ese término: dialéctica. Por que se confunde con el habla. Y generalmente, por mis residuos (reciclables) de formación marxista, refieren, uopa!, al método dialéctico de análisis científico. Unos pájaros tengo en el balcón. Después de cerrar la persiana. Quedarme con el velador. Amagué ponerme la campera, salir a dar una vuelta. Pasa que los dos últimos botones se me salieron. No sé coser botones. Bah, sé, pero son agujas que no tengo. De las gruesas. Y un hilo más resistente. Entonces ahora no me cierra. Es la única campera que tengo. Con la que salgo en la mayoría de las fotos. De vago, nomás. Me da paja ir a comprarme una campera. Si ya tengo una.
Pero tiene una mancha de los tallarines. Que amasé yo, ojo. Ojalá mi vieja lea esto. Ahora sé amasar tallarines. Hoy me peleé con mi vieja. Por plata, siempre lo mismo. Voy a dejar pasar algunos días, después, sin mencionar nada, la llamo. Hablo de otra cosa. Y listo. Pasa que recién este año, y tengo 35, me enteré de cosas horribles, podridas, ahhhh, no quiero ni siquiera acordarme.
Ya estamos en agosto, comprar una campera ahora, es al pedo. Si espero unos meses están más baratas. Tengo un trabajo más estable que me volvió a dar una tarjeta de débito. Puedo comprar en cuotas. ¿O no, es con la de crédito, nomás, no?
De todos modos, seguro que nunca voy a comprar nada.
Me acuerdo la tare, yo tenía 15 años, que llamó mi tío de Rosario, por la operación de mi papá. Yo atendí. Murió. Ok.
Era, creo, el 93.
Ese año probé el porro, no me gustó. No volví a fumar hasta años después. Fue con una mina que ahora está presentable socialmente. Qué hermoso quilombo armó. Tenía el culo´más redondo del condado. Unas tetas firmes. Y elegantemente puta. Sin embargo, nunca me enamoré. Ese eño y el siguiente estuve enamorado de Lorena. Solamente nos dimos unos besos.
El apio es el ingrediente imprescindible para las sopas. Es como el monaguillo de las misas: puede faltar, pero se nota. Antes, no tanto, el año pasado, le rehuía a las sopas cremosas. Tenía heladera, incluso, el año pasado. Pero de a poco le fui perdiendo el viejo asco. Saben a desayuno. Cuando está, amagando apenas, con amanecer, este año me fui acostumbrando. Pasa que salen más caras.
 Las personas que tienen un ángel en vez de sombra siempre vencen, a la larga, siempre vencen. Aunque en el fondo ni lo busquen. Por vaya a saberse qué capricho del tiempo. En febrero me eneteré que mi viejo no había muerto sino que fue metido en una clínica siquiátrica de Buenos Aires. Murió en el 2006.
Los ángeles negros también cuentan: condenan, dolorosamente te persiguen y condenan.
Últimamente, más, me convenzo de eso. Tener un ángel a veces equivale a un talento. A veces, no. En mi caso, por ejemplo. No hay talento. Me cuesta. Empeño, persistencia, práctica, lo que me guste hacer tengo que pelearlo. Tengo ue ganarme. Y acomodarme a los codazos. El ángel, en cambio, está. Son las ganas de persistir. No doblegarse casi nunca. Una resistencia, interior, capacidad de aguantar, un algo, distinto, para seguir ahí donde la mayoría cree que ya no vale la pena. Seguir por la terquedad hermosa de seguir nomás. Volví a quererme. Sepan disculparme.

8 comentarios:

  1. y, por las irregularidades, responsabilizó a la gestión anterior, encabezada por Víctor Hortel, líder de la agrupación kirchnerista Vatayón Militante, que organizaba murgas y salidas "culturales" de los detenidos.


    "Luego aparecieron varias irregularidades graves, como una mujer aislada y notoriamente golpeada en una celda para el cumplimiento de sanciones, sin que esas circunstancias hubieran sido documentadas.

    , "los 12 internos encerrados en celdas estancas miraban a jueces y fiscales a través de estrechas mirillas. Las llaves de los calabozos no aparecían, los detenidos gritaban que la visita no se fuera.

    http://www.lanacion.com.ar/1623033-presos-encerrados-como-en-la-edad-media-pero-en-marcos-paz

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    1. Sos patriota? Sos de izquierda? Matá un kirchnerista.

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  2. Bien, Carrasco. Tiene punch, cosa que en ocasiones te falta.
    Si es cierto lo de las dos oraciones finales, es buen momento para abandonar la muletilla autoincriminatoria del ego, que se vuelve pesada.
    La misma sugerencia en caso de que no sea cierto.


    ██████████

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  3. pufff! abrazo desde la disidencia, me hiciste lagrimear. no da para contarte nada mas. Solo decirte que hoy me abriste los ojos y sali del chiquitaje que usualmente estamos sumergidos.

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  4. "El apio es el ingrediente imprescindible para las sopas."

    Da gusto leerlo, Carrasco. Es como el Uvasal, esfervescente y saludable; sano. No se rinda.

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  5. mi viejo me comentó que en Santa Fe capital, allá por los 70,
    había un lugar nocturno, creo, un club,
    en donde, primero tocaba un grupo de cumbia,
    luego un cacho castaña -ponele- y por último,
    una orquesta de tango, linda síntesis artítica popular.
    ¡Luche y Vuelve, Carrasco!
    la injusticia social propia...
    El hombre, ante todo, es lo que oculta.

    Saludos Lucas.
    Julio.

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  6. Siempre pense que debia separar arte e ideologia. Sin embargo, a pesar del esfuerzo, ya no puedo disfrutar de tu escritura. Ahora siento que detras de tus palabras no hay nada...que la poesia de tu prosa se evaporo y solo quedo el marketing exagerado de tu persona que antes resultaba tan facil de perdonar...y ahora se presenta desnudo...

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  7. Te imagino escribiendo sobre tu modestia y cagandote de risa, genio

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