Los años locos

A estos década le faltaba un poeta. Una creación íntima que la simbolice, de manera compleja, zarpada, serena y combativa.
Alguien que escupa el asado pero sin concesiones a los enemigos de la cultura. A los enemigos de la gente buena. Esos que andan con las fotomulta de la palabra luchando por un mundo más mediocre.
Zambayonny, el último juglar y el primer ministril, creo yo que lo hizo: es su último disco, Los Años locos.

Entre tanta masturbación autocelebratoria, de un sexo o del otro, alguien tenía que dejar la paja.
La sinceridad solitaria y sensible, entre tantas verdades absolutas, es esperanzadora como toda proposición de futuro y es subversiva como toda narración de vitral, no de claroscuros, de vitral, de ir esquivando trincheras y espejitos de colores. Con el suficiente presente emotivo de quien vive como piensa y tiene las pelotas para bancarse estar en contra del Código Contravencional del artista.


Mientras los ateos del mercado se bautizan al contado, para pegarle con la zurda hay que apoyarse en la derecha: y sino, mirá los diarios del pasado. 


Antes tantos traidores, oportunistas, silenciosos y cobardes, mi amigo Diego Perdomo puso para la canción del programa que hicimos juntos en Nacional y de donde me echaron:
"Ya sabés lo que te espera, el cordón de la vereda y sin un mango"

Al otro día que me echaran, el presentó la renuncia en solidaridad.
A él le pagaron, a mí no. Su salario lo partió al medio, me dio la mitad. Cuando yo no tenía ni para comprar cigarrillos. Cuando el gobierno me mataba pero era la voz del gobierno para muchos temas. Ese es Zambayonny. A quien yo admiraba antes de que Morfes y Martín Rodríguez y Gonzo me lo presentaran.
Pero cuanto ésto porque a él le da verguenza y jamás lo diría.
Y para dejar absolutamente claro que yo escribiría lo mismo que los primeros párrafos de Zambayonny aunque no lo creyera. Pero lo creo. Por eso cuento que sino igual lo escribiría. En estos momentos donde la ilusión pasó a la clandestinidad.

Aunque los satélites nos miren. 
Aunque sepan cómo, dónde y cuándo
Aunque los sistemas nos vigilen.
Nos podrán saber por qué brindamos.