El original está publicado acá.
Tenía cinco hermanos. Todos varones. Iba a la escuela Don Bosco, donde solamente iban varones. Ahora ya no es así, por suerte. Aceptan chicas. Escuelas mixtas, creo que se llaman. Tenía ocho años, en ese entonces, cuando quedaban enaguas y había buzones y viudas y cabinas telefónicas en la parada de un colectivo con cospeles. Cuando existían los héroes. Y los golpes de estado. Cuando los adolescentes querían ser poetas y terminaban con un rifle, flacos, esperando, en una cita falsa, al socialismo.
Cuando la pintura de mi casa familiar era nueva. Los paraísos eran más chicos. Mi tortuga no estaba ciega. Las medialunas salían un millón de australes. La luna entera era impagable. En ese entonces, en los tiempos donde la Navidad importaba, había, en Paraná, dos canales de televisión y coleccionaba figuritas de Transformers y miraba Los Pitufos y especulaba con ese abismo misterioso: coger. Tener, decía mi madre, relaciones sexuales. Había rondas de chicos trayendo a la esquina novedades sexuales.
Arrodillado.
Frente a una cruz que había sido de mi bisabuela.
Era un boludo. Como casi todos los niños. Que son un poco boludos. Y a medida que van creciendo y tornándose un hijo de puta, se olvidan de los días puros donde valía la pena tratar de ser bueno.
Yo viví en un mundo donde había héroes, gente buena, gente que trataba de ser buena. Yo crecí en un mundo donde los malos eran esos a los que no les había salido ser buenos. Esols que algún día podían cambiar.
Yo crecí en un mundo que no existía. Yo era un boludo. A mí me hirió mucho darme cuenta la facilidad con la que me adapté al mundo de los grandes. A mí no me costó madurar ni crecer, pero me dolió que me saliera tan fácil. A mí no me costó adaptarme, competir, entrar a los codazos, mentir, acomodarme, destruir al otro, yo me di cuenta que tenía talento para hacerme adulto. Lo que me dolió es dejar de combatir ese talento. Olvidarme del propósito de ser una buena persona aún a costa de quedar al margen.
Y me dolió poquito. Me dolió lo necesario para escribirlo y parecer un tipo que se cuestiona. Un tipo de los tiempos de las cabinas, los buzones y los cospeles: un tipo que se cuestiona. Una generación que se cuestionó hasta que todo les salió horrible y dejaron de cuestionarse y empezaron a narrarse heroicos por la resolución, ay qué valiente chuchi, de entregar la vida del otro por los ideales. Sin preguntarle al otro si quiere entregar su vida por mis ideales. Cosas así. Yo no soy mejor que esos. Nací en otro tiempo.
Pero cuando me quieren subastar por chirolas mi barrio de árboles cansados y veredas grises, de jubilados empobrecidos, de poetas que nunca triunfaron, de mecánicos,de albañiles, de maestros, de azaleas y ligustrina, de perros ya rengos y hartos, de antenas viejísimas, de comercios cerrados, de garagues del siglo pasado.
Yo me fui del barrio para irme de mí.
No llegué a ningún lado y siempre estoy volviendo.
No son los tachos despintados de basura. El adoquín jubilado, el asfalto de mala calidad. No son las chicas que no me dieron bola. Ni las novias que todavía me saludan. Y me presentan a sus hijos. Y me sonríen y no lo dicen, pero esos ojos que alguna vez amé rabiosamente ahora me dicen que soy incorregible pero que todos lo somos y que después de todo no he sido una basura de persona durante mucho tiempo porque cada vez que estuve en un lugar donde hay que ser una basura me fui, con más o menos escándalo, con más o menos peleas, casi siempre sin dignidad, aguantando las risas y sentencias de que estoy, esta vez sí, acabado.
Carrasco ya fue.
Es un boludo. Siempre desaprovechó oportunidades.
Se la cree.
Y sí. Si hasta escribe de sí mismo.
Hoy voy a dejar las ventanas abiertas de mi casa para que entre un gato y se quede a vivir conmigo. Le voy a poner Orgullo. Y servirle comida en el platito donde pongo las lentejas a remojar a la noche, para tenerlas al mediodía.
Cuando existían los buzones, los buscavidas, los rollos de fotos, los carapintadas, los discos, la carbonada, la izquierda literaria, cuando eso existía también existía el amor y el desengaño amoroso.
Nunca supe si el desengaño amoroso era algo que te pasaba de verdad o era una excusa para que el barrio, durante tres semanas, te trate con generosidad y consuelo.
Yo sufrí mi primer desengaño cuando los buzones, los tanques, la Unión Soviética, las cartas de amor, los últimos linyeras anarquistas, las revistas con cuentos y las escuelas de nenas con polleras larguísimas y las primeras villas y el folclore y los casamientos en Paraguay. O México.
Mi primer desengaño fue contra el mundo. Pero era un gurisito matrero que nunca se dormía, sueño, trabajo y perder. Lloré, en secreto, como lloran los niños a los que se les dice que los niños no lloran, ese desengaño. Y todas las lágrimas, en una cunita sauce, se fueron río arriba, adonde van todas las cosas que se olvidan.
Fue así. Yo estaba en el cine. Me portaba bien durante la semana para que me dejen ir al cine. No era buen pescador. Crecí junto al río. La luna nunca salió a mirar.
Tenía, en el corazón, un camalotal: yo estaba perdidamente enamorado de una chica de Los Parchís. El camalotal, como suele suceder, en un momento río arriba sin ninguna explicación, se deshizo, se rompió para siempre.
Con la piba de Los Parchís, hasta ese día, estaba todo bien. Más allá de que a veces se enojaba porque algún domingo no iba a visitarla al cine. Pasa que no siempre mi mamá tenía plata para darme. Pero, ella, ahí, en la pantalla enorme del único cine de mi pueblo, siempre me guiñaba el ojo en las películas.
Tan linda. Era mágica. Esa nena era mi princesa sobre un arco iris que es una piñata rodeada de nubes de algodón de azúcar sobre un cielo que es la vereda de dios donde se sienta a mirarnos vivir.
Aunque ella no sabía nada (no le cuentes a nadie) varias noches la llevé a cazar tigres a Sudáfrica y tomamos una chocolatada en una vereda de París y el mismo día remamos hasta Venecia, caminamos media China, nos reunimos con Alfonsín, recuperamos las cartas que le mandamos a Carlitos Balá y nunca leyó y nada más.
La vuelta al día en 80 mundos. Los besos que te dí en la mejilla. Y la cagaste. Todo lo que hicimos juntos decidiste tirarlo como si no valiera nada, yo lloré, hija de mil puta, cuando en el cine te diste un beso en una caverna tenebrosa con el imbécil y estúpido y conchudo que la jugaba de tu amigo, ese poseído y falluto, flor de sinvergüenza. Delante mío, encima. Se rieron de mí, me hicieron pasar verguenza delante de todos, ustedes, los dos, desalmados. Lo dos. Fueron los dos. Lo siento, corazón, pero no puedo perdonarte. Me gustaría poder hacerlo, ir a comprar confites y esperarte en la plaza haciendo de cuenta que nada sucedió. Pero me estaría engañando. Y además, con ése. ¡Con ese! Semejante tarado besando a esta nena altiva y victoriosa que los andes tremoló mágica, vos, ¡mi novia! con ese mantequita que parece el pibe Bazooka. Me voy. Me fui. Que se vaya a la concha de la lora, que es donde vive la familia Ingalls. Que te acompañe Lazzie. O el Pibe Bazzoka.
Ojalá que te vaya bien en la vida. Que seas maestra jardinera y estés sola toda la vida, mirando envejecer los libros de Doña Petrona, acordándote, con culpa, de el hijo pródigo. Ojalá te vayas a la puta que te parió. Y pinches las pelotas de los nenes. Con ruleros y lunares con pelos, horriblemente fea como Doña Clotilde, que no era tan fea pero la soledad te afea, las personas amargas son feas, inevitablemente feas. Como nunca yo seré. Yo seré un escritor de barba y tendré auto y me entrevistarán en el Perro Verde y tendré una casa arriba de un árbol y seré, en mis ratos libres, detective, ayudaré en África, anaré en Puerto Rico todos los Festilindos que queden. Mis libros sobre Sandokán estarán enterrados en el patio, que es donde se guardan los buenos libros. Y sabré coger. Y entenderé la biblia. Y dejaré de tener asma, rezando mucho, casándome, comprando la casa de enfrente para ponerle tejas y enanitos y no sé qué más. Todo salió mal.
Tenía cinco hermanos. Todos varones. Iba a la escuela Don Bosco, donde solamente iban varones. Ahora ya no es así, por suerte. Aceptan chicas. Escuelas mixtas, creo que se llaman. Tenía ocho años, en ese entonces, cuando quedaban enaguas y había buzones y viudas y cabinas telefónicas en la parada de un colectivo con cospeles. Cuando existían los héroes. Y los golpes de estado. Cuando los adolescentes querían ser poetas y terminaban con un rifle, flacos, esperando, en una cita falsa, al socialismo.
Cuando la pintura de mi casa familiar era nueva. Los paraísos eran más chicos. Mi tortuga no estaba ciega. Las medialunas salían un millón de australes. La luna entera era impagable. En ese entonces, en los tiempos donde la Navidad importaba, había, en Paraná, dos canales de televisión y coleccionaba figuritas de Transformers y miraba Los Pitufos y especulaba con ese abismo misterioso: coger. Tener, decía mi madre, relaciones sexuales. Había rondas de chicos trayendo a la esquina novedades sexuales.
En esa esquina, abajo del tendido de cables donde dormían los murciélagos que nos asustaban, en una ronda, me enteré que el perejil lo mandó el diablo y es abortivo, que las chicas tienen un agujero de más, como si fueran dos culos, que si una nena te toca la palma de la mano con el pulgar es porque está enamorada de vos. Supe que nunca me enamoraría de mis primas, que hay degenerados que besan las tetas, que existen los putos, que no es una enfermedad ni son necesriamente más débiles. Que a las chicas les gustan los deportistas, que Florencia, la vieja de la vuelta (habrá tenido unos 16 años) era puta: había tenido ya casi tres novios y nunca se había casado.
Supe en esas rondas, abajo de un foco municipal que casi siempre se apagaba, supe que existía el infinito punto rojo, que si cruzás los dedos podés mentir, que nuestro país tuvo una guerra contra los ingleses, que Raquel era peronista, que a la vieja Savarín le decían Videla, que la Cornejo hacía brujerías.
Después mi mamá nos gritaba y volvíamos corriendo. A comer. Mirábamos Brigada A y yo, mientras, copiaba una hoja de libro infantil, así, mi abuela -siempre y cuando hiciera buena letra- me daba para comprar facturas en la escuela al otro día. Cuando amanecía con frío y alta en el cielo y toda la rigidez marcial de aquellos años que a veces, cuando me emborracho, extraño. Bah, no sé si extraño.
El pasado que apeló ante el tribunal de la melancolía era el mío. Y comíamos fideos, preparábamos el guardapolvos y la mochila y cuando empezaban los programas donde hablaba Jaroslavsky nos mandaban a dormir.
Yo, apartado, rezaba antes de acostarme. Arrodillado.
Frente a una cruz que había sido de mi bisabuela.
Me tapaba hasta la cabeza, escapando a un mundo imaginario que creía posible y aún, cuando hago cosas ridículas e inmaduras, vuelvo a creer que en algún lado tiene que estar ese planeta de calma y juegos, donde nadie es malo y donde ya crecí y sé todas las respuestas y no tengo miedo y mis padres no se pelean y mis amigos pasan de grado y una nena de vestido celestial y pecas y ojos francos, me quiere, hasta el infinito punto rojo, me quiere.
Tenía botas para la lluvia. Gané un concurso de yo-yo. Jugué de 5, canté Qué se vengan los niños en un acto escolar. Leí con entusiasmo ansioso los Elige tu propia Aventura.Era un boludo. Como casi todos los niños. Que son un poco boludos. Y a medida que van creciendo y tornándose un hijo de puta, se olvidan de los días puros donde valía la pena tratar de ser bueno.
Yo viví en un mundo donde había héroes, gente buena, gente que trataba de ser buena. Yo crecí en un mundo donde los malos eran esos a los que no les había salido ser buenos. Esols que algún día podían cambiar.
Yo crecí en un mundo que no existía. Yo era un boludo. A mí me hirió mucho darme cuenta la facilidad con la que me adapté al mundo de los grandes. A mí no me costó madurar ni crecer, pero me dolió que me saliera tan fácil. A mí no me costó adaptarme, competir, entrar a los codazos, mentir, acomodarme, destruir al otro, yo me di cuenta que tenía talento para hacerme adulto. Lo que me dolió es dejar de combatir ese talento. Olvidarme del propósito de ser una buena persona aún a costa de quedar al margen.
Y me dolió poquito. Me dolió lo necesario para escribirlo y parecer un tipo que se cuestiona. Un tipo de los tiempos de las cabinas, los buzones y los cospeles: un tipo que se cuestiona. Una generación que se cuestionó hasta que todo les salió horrible y dejaron de cuestionarse y empezaron a narrarse heroicos por la resolución, ay qué valiente chuchi, de entregar la vida del otro por los ideales. Sin preguntarle al otro si quiere entregar su vida por mis ideales. Cosas así. Yo no soy mejor que esos. Nací en otro tiempo.
Pero cuando me quieren subastar por chirolas mi barrio de árboles cansados y veredas grises, de jubilados empobrecidos, de poetas que nunca triunfaron, de mecánicos,de albañiles, de maestros, de azaleas y ligustrina, de perros ya rengos y hartos, de antenas viejísimas, de comercios cerrados, de garagues del siglo pasado.
Yo me fui del barrio para irme de mí.
No llegué a ningún lado y siempre estoy volviendo.
No son los tachos despintados de basura. El adoquín jubilado, el asfalto de mala calidad. No son las chicas que no me dieron bola. Ni las novias que todavía me saludan. Y me presentan a sus hijos. Y me sonríen y no lo dicen, pero esos ojos que alguna vez amé rabiosamente ahora me dicen que soy incorregible pero que todos lo somos y que después de todo no he sido una basura de persona durante mucho tiempo porque cada vez que estuve en un lugar donde hay que ser una basura me fui, con más o menos escándalo, con más o menos peleas, casi siempre sin dignidad, aguantando las risas y sentencias de que estoy, esta vez sí, acabado.
Carrasco ya fue.
Es un boludo. Siempre desaprovechó oportunidades.
Se la cree.
Y sí. Si hasta escribe de sí mismo.
Hoy voy a dejar las ventanas abiertas de mi casa para que entre un gato y se quede a vivir conmigo. Le voy a poner Orgullo. Y servirle comida en el platito donde pongo las lentejas a remojar a la noche, para tenerlas al mediodía.
Cuando existían los buzones, los buscavidas, los rollos de fotos, los carapintadas, los discos, la carbonada, la izquierda literaria, cuando eso existía también existía el amor y el desengaño amoroso.
Nunca supe si el desengaño amoroso era algo que te pasaba de verdad o era una excusa para que el barrio, durante tres semanas, te trate con generosidad y consuelo.
Yo sufrí mi primer desengaño cuando los buzones, los tanques, la Unión Soviética, las cartas de amor, los últimos linyeras anarquistas, las revistas con cuentos y las escuelas de nenas con polleras larguísimas y las primeras villas y el folclore y los casamientos en Paraguay. O México.
Mi primer desengaño fue contra el mundo. Pero era un gurisito matrero que nunca se dormía, sueño, trabajo y perder. Lloré, en secreto, como lloran los niños a los que se les dice que los niños no lloran, ese desengaño. Y todas las lágrimas, en una cunita sauce, se fueron río arriba, adonde van todas las cosas que se olvidan.
Fue así. Yo estaba en el cine. Me portaba bien durante la semana para que me dejen ir al cine. No era buen pescador. Crecí junto al río. La luna nunca salió a mirar.
Tenía, en el corazón, un camalotal: yo estaba perdidamente enamorado de una chica de Los Parchís. El camalotal, como suele suceder, en un momento río arriba sin ninguna explicación, se deshizo, se rompió para siempre.
Con la piba de Los Parchís, hasta ese día, estaba todo bien. Más allá de que a veces se enojaba porque algún domingo no iba a visitarla al cine. Pasa que no siempre mi mamá tenía plata para darme. Pero, ella, ahí, en la pantalla enorme del único cine de mi pueblo, siempre me guiñaba el ojo en las películas.
Tan linda. Era mágica. Esa nena era mi princesa sobre un arco iris que es una piñata rodeada de nubes de algodón de azúcar sobre un cielo que es la vereda de dios donde se sienta a mirarnos vivir.
Aunque ella no sabía nada (no le cuentes a nadie) varias noches la llevé a cazar tigres a Sudáfrica y tomamos una chocolatada en una vereda de París y el mismo día remamos hasta Venecia, caminamos media China, nos reunimos con Alfonsín, recuperamos las cartas que le mandamos a Carlitos Balá y nunca leyó y nada más.
La vuelta al día en 80 mundos. Los besos que te dí en la mejilla. Y la cagaste. Todo lo que hicimos juntos decidiste tirarlo como si no valiera nada, yo lloré, hija de mil puta, cuando en el cine te diste un beso en una caverna tenebrosa con el imbécil y estúpido y conchudo que la jugaba de tu amigo, ese poseído y falluto, flor de sinvergüenza. Delante mío, encima. Se rieron de mí, me hicieron pasar verguenza delante de todos, ustedes, los dos, desalmados. Lo dos. Fueron los dos. Lo siento, corazón, pero no puedo perdonarte. Me gustaría poder hacerlo, ir a comprar confites y esperarte en la plaza haciendo de cuenta que nada sucedió. Pero me estaría engañando. Y además, con ése. ¡Con ese! Semejante tarado besando a esta nena altiva y victoriosa que los andes tremoló mágica, vos, ¡mi novia! con ese mantequita que parece el pibe Bazooka. Me voy. Me fui. Que se vaya a la concha de la lora, que es donde vive la familia Ingalls. Que te acompañe Lazzie. O el Pibe Bazzoka.
Ojalá que te vaya bien en la vida. Que seas maestra jardinera y estés sola toda la vida, mirando envejecer los libros de Doña Petrona, acordándote, con culpa, de el hijo pródigo. Ojalá te vayas a la puta que te parió. Y pinches las pelotas de los nenes. Con ruleros y lunares con pelos, horriblemente fea como Doña Clotilde, que no era tan fea pero la soledad te afea, las personas amargas son feas, inevitablemente feas. Como nunca yo seré. Yo seré un escritor de barba y tendré auto y me entrevistarán en el Perro Verde y tendré una casa arriba de un árbol y seré, en mis ratos libres, detective, ayudaré en África, anaré en Puerto Rico todos los Festilindos que queden. Mis libros sobre Sandokán estarán enterrados en el patio, que es donde se guardan los buenos libros. Y sabré coger. Y entenderé la biblia. Y dejaré de tener asma, rezando mucho, casándome, comprando la casa de enfrente para ponerle tejas y enanitos y no sé qué más. Todo salió mal.
Yo quise ser un superhéroe. Menos mal que nací en el siglo equivocado. Hubiera sido insoportable saber que no me da el cuero.
"Que seas maestra jardinera y estés sola toda la vida, mirando envejecer los libros de Doña Petrona, acordándote, con culpa, de el hijo pródigo." -----> Genio.
ResponderBorrar¿Cuándo llega la parte en que el abuelito Carrasco se lo puertea al enano?
Borrarlo deja a la imaginación del lector (que siempre es un morboso del orto)
Borrarpara mi es cuando se arrodilla a rezar frente a la cruz.
de su bisabuela
¿No notaste la alusión?
BorrarHabla de que la abuela le daba plata si hacía buena letra e ipso facto habla de la rigidez marcial de aquellos años.
Clara alusión al enhiesto miembro del abuelo, al que dice extrañar, cuando se emborracha, lo que explica su alcoholismo...
"Yo apartado rezaba, arrodillado, bajo una cruz que era de mi bisabuela, la mamá de mi abu-abu, luego me tapaba la cabeza, escapaba a un mundo imaginario, escapaba del dolor".
BorrarVolvió la saga de Carrasco, "Soberbias pijas de mi barrio", contando como en las orillas del rio marrón, entregaba el idem.
ResponderBorrary encima le elogian un párrafo catartico escrito como el orto
"acordándote, con culpa, de el hijo pródigo. Ojalá te vayas a la puta que te parió. Y pinches las pelotas de los nenes. Con ruleros y lunares con pelos, horriblemente fea como Doña Clotilde"
enano, no es lo tuyo.
Además, si sos un pelotudo y fracasado no es culpa de mundo, anda asumiendolo
Se dice "del", no "de el".
ResponderBorrarvos cayate kakoso que escribis en dinamarques
Borrarsi nuestro pequeño frodo quiere reemplazar el "del" por "de el" sus motivos revolucionarios tendrá
o será por la mandanga, que se yo
no, lo único que faltan son las comillas. de "el hijo pródigo" aludiendo a la conocida parábola bíblica.
BorrarEnano, las ventanas las vas a dejar abiertas porque tenes la ilusión de que entre un hombre araña y te peine para adentro. La verdad nunca vi un tipo que ruegue tanto que le hagan las nalgas como vos.
ResponderBorrarEspartacus ¿estás ahí?
Borrar¿Llamaron?
BorrarNo solo no te da el cuero, sino que endogámicamente te hicieron el cuero, según confesaste en otra saga de las Soberbias del Ano del Enano, circa diciembre del año pasado
ResponderBorrarDe esto no digas nada, falopero!
ResponderBorrarNo vaya a ser los believers k miren fuera de la pantalla y vean la realidad de Argentina.
http://www.lanacion.com.ar/1671597-rosario-presos-se-cosieron-en-la-boca-para-protestar-por-el-maltrato-carcelario
ESTE DESASTRE SOLO LO PUEDEN ARREGLAR LAS FUERZAS ARMADAS.
ResponderBorrarhttp://www.lanacion.com.ar/1671604-mi-marido-no-pudo-bajar-de-la-moto-por-la-pierna-ortopedica-dijo-la-esposa-del-hombre-que-lanzaron-del-puente
no creas, en una casa de ortopedia se la arreglan
BorrarEl 80% del país solicita una intervención militar urgente.
Borrarno, querido, lo que te dijeron es que hay un 80% de posibilidades de que necesites una internación urgente
Borrareso sino te empastillan
sacate la poronga del oido
Grondona suspende una fecha del fútbol y chau kukarachas.
Borrarjijiji
BorrarTan linda. Era mágica. Esa nena era mi princesa sobre un arco iris que es una piñata rodeada de nubes de algodón de azúcar sobre un cielo que es la vereda de dios donde se sienta a mirarnos vivir.
ResponderBorrar_______________________
Para uds. cual es la parte de esta cursileria de manual?
ni faltan algodones de azucar
quise decir, la peor parte
BorrarEs que el enano es cursi, leia muchas novelas de Corin Tellado, antes de ver a Los Pitufos, que para él eran gigantes de su infancia.
BorrarLucas, deja de escribir tan bien
ResponderBorrarte puede dar un burn out
1998
ResponderBorrarLucas cobraba 20u$s por entregar el marrón frente al rio marrón
2014
Por la misma prestación, pero en Palermo, Lucas no gana ni 10 dolares
DEKADA GANADA
jijijiji
superlógico..... se me ocurre algo ingenioso y ya aparece el pelotudo que me copia
Borrarno lo sonieeeeeeeee ieeeeeeeeee e eeeee
no lo sonieeeeeeeee uopa paupa pauoooooo
Borrar9/10
BorrarESTO ESTALLA POR TODOS LADOS!
ResponderBorrarProductores de cebolla destrozan vehículos del Gobierno
BorrarAgricultores bonaerenses atacaron a funcionarios que investigan evasión fiscal en los campos de la zona.
y correte pelotudo si tenes el CPU recalentado
BorrarEl tema de la fuga "Yo me fui del barrio para irme de mí. No llegué a ningún lado y siempre estoy volviendo. " tambien es mi tema
ResponderBorrardijo, creo que Piglia, en relación a la novela: un viaje, un crímen, un amor. Toda la literatura gira en torno a esas tres posibilidades
Borrar¿Qué tema tienen en común Piglia, el enano y Charly Bodrio?
BorrarNo, incorrecto... solo el primero escribía muy bien. Los otros dos, son dos animalitos semisalvajes, que nunca pasarán de la uña del dedo meñique del pie de Piglia..
La respuesta gira en torno al campito, donde abu Carrasco le daba lecciones de litera dura al pequeño gigante de las letras paranaenses.
13 DE MARZO...
ResponderBorrarARGENTINOS AL OBELISCO
SOLICITAMOS LA INTERVENCION DE LAS FUERZAS ARMADAS
CONTRA LA INSEGURIDAD, LA CORRUPCION. LAS MENTIRAS Y EL FASCISMO ESTATAL!!!!!!!
Pobre enano, publica Soberbias de su ano, cuarta entrega, y apenas dos de sus beliebers lo toman en serio. Luego sigue una catarata de comentarios bulleygneezando al nano literato, riéndose no con él, sino de él, mechado con otros nuevos beliebers de Carrasco de la extrema derecha del dial, que desean el estallido y el golpe, según lo declaran abiertamente.
BorrarLlamado a la solidaridad, se necesitan más chupaculos del enano, César 37, aparecé, dejá de introducirte elementos de punta roma en el ojete.
Este bloj ya colasó hace rato compañerooooooooooo.
ResponderBorrarA mi me gusta cuando opina Cuervo. Le da prestigio a este blog. Sería como feiman en el programa de tinelli.
ResponderBorrarTN = PRO
ResponderBorrarEl mundo desde hace decadas está produciendo generaciones mediocres y cobardes disfrazadas de comodidad. No tenemos ni guerras ni revoluciones ni derrotas ni victorias como la gente para contar. Somos apenas barrios y soberbias. Pero bue.
ResponderBorrar¿"Campa" le sigue diciendo "negro de mierda" a la gente o ya mejoró como persona?
ResponderBorrarEl cáncer de la Argentina no es el peronismo; el cáncer de la Argentina es Buenos Aires.
ResponderBorraral final el pais no explota??? devolvenos la guita carrasco.
ResponderBorrarvos decile que si.
BorrarCrisis del Tequila 1995: cae centroamerica, afecta a sudamerica.
ResponderBorrarCrisis del sudeste asiatico: caen los tigres.
Devalua Brasil 1997: afecta a toda la región.
Cae Argentina 2001: no afecta ni a Uruguay.
LA GENTE YA SE ESTA DANDO CUENTA DE LA MENTIRA.
Te faltó la crisis de la euro zona. Lo que pasa que a nosotros casi ni nos toca que europa o eeuu se queden sin plata.
BorrarMerecen la inseguridad, son seres de mierda.
ResponderBorrarLos asesinan mientras el vicepresidente hace sudoku y salen con la cacerolita.
Son seres de mierda.
Interesante, lejos es lo mejor q escribiste en mucho, muchísimo, tiempo... Carezco de los dotes necesarios para juzgar academicamente estos párrafos pero fueron una buena vía de escape para una tarde estancado en la oficina. Ojala desarrollaras mas tu veta literaria q tu veta de opinologo político donde abundan los nostradamus de la derrota y el enfado. Prefiero perderme en el pais de las maravillas mientras contamos estrellas a comer la mierda q alimenta el odio social y engorda los bolsillos de los informantes. Suerte!
ResponderBorrarjajaj, este enano está de la cabeza, ahora opina como "Pablito". Saqué la IP, es la tuya, enano fraudulento.
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