Cristina inauguró un lavadero

El lavadero Palermo que inauguró según nos contó la mafia de los Mussi "triplicó el personal" pero estaba la ministra de UIA, Débora Giorgi. La oligarquía de Berazategui decoró el bizarro evento con cuatro banderas de Kolina, de la oligarquía santacruceña. Luego, y demostrando que efectivamente la señora Cristina Fernández está todo el día al pedo y ni se le pasa por la cabeza trabajar, comenzó el stand up con el cual boludamente la presidente quiere distraer al pueblo que empobrece económica y simbólicamente con este cóctel de neoliberalismo y señales de torpeza al mejor estilo De La Rúa.
Un poco menos empastillada que de costumbre y bastante sobria, la presidente naturalmente no tenía nada para decir, dejando en evidencian eso que pretende ocultar: el naufragio político y económico de su gobierno que requiere de un pueblo amorfo, medio estúpido, capaz de distraerse con la estigmatización de los indígenas de la narcoprovincia de Salta, un reventada que seseaba Hip Hop o el tremendo mamarracho del Beto César naciomal e impopular.
Un conjunto de grasadas al grosero nivel intelectual de la presidente que suplió la ausencia de figuras convocantes de la cultura con la utilización berreta de sus nombres en una pantalla atrás y la mala pronunciación de escritores que naturalmente desconoce, pues como sus discursos reflejan, la lectura no es lo suyo.
La cadena nacional tuvo como fin devaluar la autoridad presidencial y dejarla en ridículo, pero estamos hablando de una persona alienada, que vive en su planeta de buenas notis, que desquiciadamente cree que marca agenda, distrae de lo importante y contagia sus volteretas emocionales a los ciudadanos. Naturalmente, se equivoca.
La misma argumentación menemista -la clase alta viaja y llena restoranes-. en este contexto de circo y degradación solamente puede generar lo que genera, la completa ridiculización de la extraviada figura presidencial