miércoles, junio 25, 2014

¿Qué es un Playboys?

Por AKI


Playboys.



Diego Maradona


Porfirio Rubirosa fue el mayor playboy del s XX.

Su figura fue más grande que la de otros playboys internacionales como el español Alfonso de Portago, el alemán Gunter Sachs o nuestros grandes exponentes autóctonos: Charly Menditeguy y Macoco Álzaga Unzué.

Playboys hubo muchos a lo largo de la historia.

Lord Byron era un playboy, por ejemplo.
Pasa que por lo general se considera playboy a un individuo improductivo, sin ocupación legal o ilegal conocida.
Lord Byron era poeta con inquietudes políticas y eso lo deja un poco fuera de la categorización.
Volviendo a Porfirio Rubi Rubirosa.



Morocho, retacón, pintón pero hasta ahí.

Nacido en un país pobre y periférico, República Dominicana, tuvo la suerte de que su padre diplomático fue trasladado a París, donde se crió desde la infancia hasta la adolescencia tardía.
Con veintipocos volvió a República Dominicana y se levantó a la hija del psicópata dictador Rafael Trujillo, un importante bagayo que no obstante le serviría a Rubi para salir a la conquista del mundo.
Resulta que a Rubi le tiraban los petisos, los tacos y las bochas y se defendía razonablemente bien en el tema.
El oportuno braguetazo le permitió volver a París de diplomático, como su padre.
En su caso, con presupuesto y tiempo libre suficiente para perfeccionar sus artes ecuestres –dentro y fuera de la cancha- y para desarrollar una considerable afición por los vehículos deportivos fabricados en Maranello.
Su fama ya lo precedía.
En todos lados se hablaba de su polla descomunal.
Un mítico miembro viril que se volvería famoso en todo el mundo.
Hasta el punto de que, en los restaurantes parisinos, hasta el día de hoy se les llama “rubirosas” a los enormes molinillos de pimienta que se usan en la gassstronomía careta.



Rubi recorrió el mundo y se folló todos los jamones del medio de su generación.
Pero todos.
Ava Gardner, Rita Hayworth, Marilyn Monroe, Veronica Lake.
Las lista es interminable.
Explayarme no hace falta, todo está en google.
Además, después de darle pista a la Trujilla –el bagayo- se casó, sucesivamente, con Doris Duke y Barbara Hutton, herederas de dos de las fortunas más formidables de los EEUU.



El mundo ama a los playboys.
Se les perdona todo.
La gilada gris vive vicariamente a través de ellos.

Nuestros playboys de esta Argentina tiraflechas, lumpenizada y empobrecida son los futbolistas.

Post-adolescentes con poca educación y demasiado dinero.
Ganadores de la lotería genética con la brújula existencial enloquecida.
Diego podría haber sido nuestro Porfirio.
Golfo, mujeriego, hedonisssssta, consumissssta, acomodaticio políticamente.
Su falo, su fabulosa anomalía anatómica, lo que le abrió las puertas del mundo, fue su zurda sobrehumana.
Pero Diego es de la villa, se conforma con poco.
Le das un talk show en la TV bolivariana, una grande de morrones y a Graciela Alfano con 50 años de baqueteo encima y el 10 es feliz.
Hoy podría ser presidente de AFA, de FIFA o de Argentina.
Pero el villerismo tiraflechas pudo más.
Conclusión: Diego no es nuestro Rubi.

¿Qué posibilidades hay entonces de que Leonel ocupe ese trono vacante?


A ver.


Lionel Messi


Leo parece ser mucho más consciente y más calculador que el primogénito de doña Tota.
Se cuida mucho de no poner la cara para el cachetazo mediático.
Sabe que preservar su imagen le va a redituar mucha mucha guita en contratos publicitarios durante muchos años.
Para lo bueno y para lo malo, tiene más cerebro que el 10.
Su crianza lo ayudó.
Así como Rubi fue un pibe de pueblo cuyo padre lo llevó a Paris, Leo tuvo la suerte de que su padre aceptara la oferta de irse a Barcelona.
Las similitudes no terminan ahí.
Dicen que también tiene un voraz apetito botineril el enano.
Que su modus operandi, si bien altamente solapado y con la máxima discreción, es lisa y llanamente culo veo culo quiero.
Pero rara vez lo han agarrado en orsai y cuando así ocurrió supo zafar.
Como con sus evasiones fiscales y otras tramoyas.
Igual que Porfirio y el Diego, la ruleta genética le permite hacer cantidades astronómicas de guita para mantener su tren de vida y saciar sus apetitos.
Lo malo es que hay nubes en el horizonte.
Lamentablemente, Leo no está procesando bien la separación de Guardiola y la inexorable decadencia de Xavi e Iniesta.
Está muy solo.
En Barça ya no es lo que fue y difícilmente logre un recambio para recuperar aquel brillo.
El fisco español aprieta y busca trapos sucios.
Uno de estos días alguna botinera le va a hacer un quilombo.
Antonella se va a cansar de mirar para otro lado, va agarrar el crío y se va a mandar a mudar.
Demasiada presión para un pibe de Rosagasario, por mejor rodeado que esté.
Abramos los ojos.
La albiceleste lo hace vomitar.
No le podemos pedir ni permitir que sea capitán, armador, goleador y encima técnico.
No canibalicemos a nuestros ídolos.
Ni tampoco los idealicemos.
Son sólo playboys que terminan chocando la Ferrrari.
Literal y figuradamente.
Como el citado Alfonso de Portago, que murió estrolado contra un árbol corriendo la Mille Miglia.
Como Rubi, que por lo menos se las ingenió para vivir hasta los 50, pero también la quedó cuando perdió el control de su Ferrari en los Bois de Boulogne parisinos.
O como el Diego en Nápoles, cuando probó el polvito parlanchín.

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