BREVE GUÍA PARA SOBREVIVIR AL FIN DE CICLO
Por Martín Quintana, que es el gran @fragmentario
Una definición muy repetida en las crisis es esa de “lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer”. El tan mentado fin de ciclo ha pretendido clausurar esta tensión dibujando un escenario en el que, si bien no tenemos ni puta idea de qué va a surgir, sí tenemos conciencia de estar asistiendo a un velorio a cielo abierto, a un período especial de gobierno fantasmático cuyo fin nos devolverá a la realidad de los vivos. Contra la premisa leninista de que salvo el poder todo es ilusión, parece haber un consenso sobre que -al menos en nuestro país- no hay otra ilusión que la del poder.
Pero la realidad siempre es otra cosa. El
kirchnerismo vive, como Perón, como Jim Morrison, como Lennon (es decir, sí,
está efectivamente muerto, pero su muerte es un detalle). Alcanza con mirar
alrededor en la oficina y notar que los últimos kirchneristas caminan, se
alimentan y están entre nosotros. Sin ánimos de ofrecer categorías serias y
taxativas, ofrezco mi humilde guía gratuita para identificar en qué etapa del
duelo se encuentra cada uno (aunque estoy abierto a cualquier beca CONICET que
pueda surgir de este post).
Néstor no se murió, Néstor no se murió,
Néstor vive en el pueblo, la puta madre que lo parió.
(El pueblo)
¿Boudou candidato a presidente y quiero vale cuatro?
(Alex
Freyre)
En este nivel (no estadio, estadios son esos
lugares donde se juega el mundial y que son parte de un duelo más amplio) el
oficialista prefiere hacer como que aquí
no ha pasado nada. Suele echar mano a conceptos de la chamanería como estado de latencia o fuga hacia adelante para explicar que el
actual estado de cosas sólo es un retroceso para dar un salto mucho más grande,
porque el proyecto ha demostrado que en sus peores momentos inventa sus mejores
armas. Está muy pendiente de cualquier noticia más o menos importante que sea
piola, ya sea la visita del embajador de Tanzania o la inauguración de una
fábrica de escobas. Tiende a refugiarse en otros que atraviesan el mismo
momento y a encerrarse en casa y apagar el teléfono cuando ocurre algún hecho
que su progresismo considera inadmisible.
2 - Ira
Devaluacióóóóóóóóóóóóóóóóóóóóón, devaluacióóóóóóóóóóóóón.
(Mi niña
bonita, versión libre)
La impotencia se traduce en bronca contra todo y
contra todos, especialmente contra los propios. Desempolva el pasado de férreos
opositores antes oficialistas, como si la propia fe fuera un crimen pasado. Pronto
muta en agorero apocalíptico y sentencia que en poco tiempo, cuando gobierne la
derecha, el pueblo traidor será castigado con un furibundo ajuste (que nada
tiene que ver con el actual). Après moi
le déluge, valar morghulis, la puta que me parió. En un rapto de humanidad,
se aclarará que las siete plagas de Egipto no vendrán porque fuimos crueles,
sino crédulos: porque creímos en el panorama que nos pintaron los medios
corporativos y no la realidad de bonanza económica que demuestran los
precios del supermercado.
3 - Pacto
o negociación
Nunca renunciemos a la verdad (q es en plural,
abigarrada, oprimida la mayoría de las veces) pero q forma parte del camino a
la emancipación.
(Florencia
Saintout)
Los que logran superar la ficción defensiva de
los niveles anteriores se ven obligados a un acto de sensatez extraordinario:
deponer las armas. Ya están para un comité de notables en Medio Oriente. Esta
etapa está caracterizada por el sentimiento de melancolía y por lo que llamo
informalmente el síndrome Abe Simpson
del kirchnerismo: el afectado se dedica a recordar glorias pasadas del
proyecto, como el juicio a los genocidas, el matrimonio igualitario o la AUH. Fuimos jóvenes y hermosos es la
consigna, peleamos en la guerra, no merecemos terminar confinados en la
indignidad del geriátrico. Sus ojos brillan de esperanza cuando Randazzo o
Scioli suben en las encuestas, aspira a una transición ordenada que mantenga lo
bueno y corrija lo malo, o al menos no traiga una noticia mala cada semana.
Está dispuesto a bancar al Papa si eso significa la continuidad simbólica de su
aventura.
4 -
Depresión
Me quiero ir.
(Hernán
Lorenzino)
Al caer en la cuenta de que toda probable
sucesión oficial no enfrentará a la derecha sino que será en términos fácticos
la derecha, el único camino que queda es el de la insondable tristeza. El
aislamiento se termina y el paciente retoma el contacto con sus viejos amigos
de militancia en el FREPASO, igual de confusos que él pero decididamente
opositores. Si tiene algún contrato con el Estado, llega el trauma de tener que
buscar un laburo serio. Si no, el despecho: Yo
creí en esto, yo no me tragué sapos del tamaño de Godzilla para terminar
haciendo campaña para Scioli. Los afectos deben estar muy cerca en este
momento para evitar una recaída cada vez que algún grupo de DDHH ligue un nuevo
curro o la inflación interanual sea menor al cuarenta por ciento.
5 -
Aceptación
La única verdad es la realidad.
(Juan
Domingo Perón)
Al acto de contrición se sucede la calma. La vida
sigue y la vida es hermosa. La política es sucia, pero a eso ya lo sabíamos al
principio de todo. Una vez aceptada la derrota definitiva, el antiguo
oficialista está preparado para olvidar y convertirse en la izquierda del
centro, integrándose a alguna mariconada socialdemócrata; o a unirse a la
ultraizquierda de la ultraderecha (afiliándose al massismo). Bienvenidos al
poskirchnerismo, un lugar en el que -como en Apocalypsis Now- todo es un quilombo pero siempre llueve.
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