El gobernador de Río Negro, enrolado en la derecha del kirchnerismo (el Frente Grande, lo que se conoció por algunos meses como Unidos y Organizados) se lleva mal con el resto del kirchnerismo provincial, la centroderecha de Miguel Pichetto.
Para los mercenarios porteños hay que aclarar una cosa: la vieja no tiene nada que ver; saliendo de Palermo, a la vieja la detestan todos; es un asunto estrictamente provincial.
Pichetto es un perdedor serial de elecciones pero también un tipo con la suficiente vulgaridad como para humillarse arrastradamente ante cualquier poder central, lo que en cualquier provincia (preguntar sino por Néstor Kirchner en Santa Cruz) es naturalmente piantavotos. Pero ganó, casi su primer elección, tras el kilombo de mala administración que es Río Negro, las últimas elecciones de medio término. Así que haciendo la Gran Rossi (que salió tercero en Santa Fe, detrás de sus socios del narcosocialismo: si les ganaba, se postulaba a presidente mundial) Pichetto se autodevaluó como candidato a vice de Scioli, que no tuvo el gusto de tomarlo en cuenta.
Pero la acefalía nacional no le deja a los buscas del Frente Grande rionegrino más que la otra alternativa real de la interna peronista, ya que lo de Roggio y Franco Macri a través de Randazzo, no camina (por miedo a chocar) que es Massa.
Gracias a Leandro Massacessi por la captura de pantalla
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