Por Gabriel Solano
En una conferencia de prensa desafortunada, Axel Kicillof
comparó a la deuda externa con una “bolita de nieve”. El uso de los diminutivos por parte del
ministro enrojeció hasta los fanáticos del relato: la “bolita de nieve” es de
U$s 250.000 millones de dólares, aunque si se contabilizara la deuda de las
provincias y la que el Banco Central tiene con los bancos, supera holgadamente los U$s 300.000. Más que
bolita tendríamos un bolón- el más grande de la historia argentina.
La conversión de la “bola” en “bolita de nieve” habría sido
obra de Néstor Kirchner, que según Kicillof la “derritió”. Pero más que un
proceso físico basado en el calor, lo que tuvimos fue la expoliación del ahorro
nacional a favor de los tenedores de deuda externa. Cristina Kirchner nos
recuerda en sus cadenas nacionales que su gobierno pagó U$s 180.000 millones de
dólares, por lo que ella gusta calificarse como “pagadora serial”. Después de
todo, no hubo gobierno en esta Argentina que ya cumplió su bicentenario que
haya pagado tanto como el matrimonio K.
Pero el pago de la deuda no redujo el tamaño de la “bola de nieve”, que siguió creciendo
año tras año. Si en el 2005 era U$s 125.000 ahora, luego de haber pagado U$s
180.000, es más del doble. Este incremento
exponencial es simple de explicar: la deuda fue pagada con nueva deuda, y
muchos intereses que fueron venciendo terminaron capitalizándose. Además, el
déficit fiscal que produjeron los subsidios a las empresas privatizadas fue
cubierto también con nueva deuda. Al final del camino ocurrió lo que siempre
hemos denunciado: pagamos más y debemos más.
Sería, sin embargo, una concesión inadmisible dar por válida la afirmación de que Cristina “pagó”, como ella nos quiere hacer creer. ¿Acaso ha sido CFK la que puso el dinero? Evidentemente no; el crecimiento de su patrimonio ha sido vertiginoso. También sería un error afirmar que quien pagó fue la “Argentina”, ya que el país está compuesto por clases sociales con intereses antagónicos. ¿Quiénes pagaron, los capitalistas o los trabajadores? Los Eurnekián, los Brito, Techint y cia. tienen sus carteras llenas de títulos de deuda; ellos no pagaron, cobraron. Los que pagaron la deuda, entonces, fueron los trabajadores que son los únicos que crean riqueza en el país. Pero esa riqueza no se la apropiaron sus productores, como lo prueba los salarios promedio de $ 5.000, el 40% de trabajo en negro, los centenares de miles de tercerizados y los jubilados que cobran $ 3.200.
Mediante los mecanismos del crédito, la fuga de capitales y
el mercado de títulos, los capitalistas transforman la plusvalía obtenida del
trabajador en deuda externa. Luego, el pago de los intereses de la misma, más
el capital, requiere reforzar la explotación del trabajador. El dinero no hace
dinero, como supone Cristina Kirchner, sino que los beneficios financieros y
especulativos logrados por los tenedores de deuda tienen como único fundamento
el crecimiento de la explotación de la clase obrera. Si el dinero hiciese
dinero habría que perdonarle a Boudou sus fechorías e incentivarlo a que ponga
30 Ciccones.
El “patria o buitres” del gobierno pretende encubrir que la
deuda externa debe ser analizada desde un punto de vista de clase. Por eso es necesario denunciar que estamos ante un
disyuntiva falsa: “patria”, para el gobierno, supone asegurar el pago de la
deuda a como sea, y “buitre” significa cobrar, como sea, la deuda. El “patria o
buitre” es el grito de un gobierno entregado.
Para Kicillof llamar “bolita de nieve” a la deuda externa
sirve también para exculpar su propia responsabilidad en el endeudamiento del
país. Es que el ministro superó todos los records: en pocos meses contrajo
nueva deuda por más de U$s20.000 millones, gracias al arreglo con el Club de
París, la indemnización a Repsol, y el pago de varios juicios del CIADI. El
“Club de los Endeudadores” lo tiene como socio honorario.
La “bolita de nieve” de Kicillof sería motivo de risa si no
fuese que el país está inmerso en una bancarrota económica de proporciones,
cuya factura es pagada integralmente por los trabajadores. Para evitar que la
historia se repita es necesario repudiar esta deuda ilegítima y usuraria, y
reorganizar la economía nacional sobre otras bases sociales.
Y que Kicillof se vaya a laburar!
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