viernes, octubre 10, 2014

Lo que dice Gerardo Aboy Carlés y cómo lo dice

Gerardo Aboy Carlés

Un diálogo sobre la realidad política ante el final del ciclo kirchnerista.
Gerardo Aboy Carlés es Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Es investigador independiente del CONICET y profesor titular del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Es autor del libro "Las dos fronteras de la democracia argentina. La reformulación de las identidades políticas de Alfonsín a Menem" y coautor de "Releer los populismos" y "Las brechas del pueblo". Ha escrito gran cantidad de artículos sobre identidades políticas y populismo en revistas especializadas. Se ha desempeñado como profesor e investigador visitante en diversas universidades del país y del exterior.


Por MARIANO SCHUSTER

LA VANGUARDIA: En el arco opositor parece haber un debate según los posicionamientos ideológicos respecto a como encarar los debates con el oficialismo. Hay quienes consideran que el eje debe ser el de Republicanismo contra Populismo, y quienes piensan, desde posiciones progresistas, que deben plantarse en el debate Socialdemocracia/Neoliberalismo. ¿Como creés que debe pararse el centroizquierda en ésta coyuntura?


ABOY CARLÉS: Creo que la forma de posicionarse desde ambas dicotomías tiene una relación bastante estrecha con la transformación del kirchnerismo. Dicho muy someramente: el ciclo inicial del gobierno estuvo en una cuerda mucho más cercana en cuanto a régimen político a lo que había sido el primer tramo de la democracia en la Argentina. En ese contexto podían existir algunas críticas a la concentración de poder pero estaban destinadas relativamente al fracaso. Entonces, había un espacio más fuerte para una crítica más profunda a nivel socioeconómico por el proceso de devaluación de casi el 300% donde se jugó, básicamente, a una recuperación sobre la capacidad instalada sin diseñar un país a largo plazo. Si no podemos advertir la mutación del gobierno, por lo menos en la esfera del régimen de convivencia y del régimen político entre el 2004 y el 2013/14, estamos en problemas.
Yo creo que hoy prácticamente es imposible que una dimensión que enfatice aspectos sustanciales del régimen político no esté en el discurso y el planteo de la oposición, cosa que sí podía estar o no estar a principios del ciclo. En el plano económico hay una alternativa muy difícil. El desastre al que llevó una política no coordinada y, al mismo tiempo, no demasiado inteligente de controles, necesariamente ha opacado la posibilidad de estructurar con cierta pretensión de consensos, una política crítica de las posiciones más pro-mercado. Esto no quiere decir que no haya que ensayar una fusión entre políticas de mercado y algún tipo de alternativa progresista. Pero lo cierto es que hoy en el espacio opositor, por el fracaso de ciertas medidas de control autoritario del gobierno que no tuvieron efectos, se establecen complejidades claras para estructurar un discurso de ese tipo.

LV: ¿Cuales creés, entonces, que deben ser los principales ejes del centroizquierda?

AC: Creo que, básicamente, el centroizquierda debe repensar un proyecto de país de aquí a veinte años. Sobre todo porque, en un futuro no muy lejano, puede que la extracción primaria de petróleo se transforme en la base sustancial de su aparato productivo. El centroizquierda se debe una discusión sobre estos asuntos. Pongamos, por caso, el tema minero: ¿va a tomar la actitud de Solanas de un rechazo global a la actividad minera o va a actuar con mayor seriedad en relación a un tópico tan trascendental como éste? Sucede que, a veces, cuando sectores del centroizquierda hablan maravillas de la minería tradicional contraponiéndola a la minería a cielo abierto, uno se pregunta: ¿Y que prefieren, a la gente dejando los pulmones en el socavón? ¿Esa es la alternativa humanitaria que tiene la izquierda para ofrecerle al país y a la humanidad? Yo creo que la izquierda progresista debe tener una política de avance con estos temas. Las cosas que debería discutir no es si la Barrick Gold puede tener o no un emprendimiento, sino porqué la Barrick Gold no construye una refinería de oro y paga las retenciones pertinentes para una posterior distribución de los recursos.
El centroizquierda tiene el ejemplo de un modelo que ha fracasado. Y es el actual. La sustentabilidad del modelo kirchnerista – que ya venía en parte del duhaldismo – es la que vemos: la del tiempo del propio proceso de crecimiento muy lento de nivel de vida de unos sectores que lleva a comerse una productividad que estuvo vinculada, esencialmente, a la magia sobre el tipo de cambio.
En ese marco, la izquierda precisa cambiar el paradigma y salir de la histórica propensión de la vía administrativa para generar políticas de más largo plazo.
La alternativa es, en definitiva, pensar cómo se podría usar la altísima productividad en el sector primario, petróleo o minería, no solamente para derramar en trabajo no productivo sino en trabajo sustentable a largo plazo que pueda tener algún tipo de valor agregado. Porque sino, la alternativa que es la misma que la de la derecha: la expansión a diez años y la crisis catastrófica. Y cada crisis catastrófica en términos sociales te coloca en un lugar cada vez peor.

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