domingo, noviembre 23, 2014

CÓMO CONTRATAR POR UNA NOCHE UNA VEDETTE: PRECIOS Y TELÉFONOS

La acefalía que transita la Argentina desde la muerte de Néstor Kirchner pero con más intensidad desde la baja internacional del precio de la soja, opera, similar a los mercados globales: quitando precio a la candidatura presidencial. Este aluvión devaluatorio del cargo se explica principalmente por la vieja tarada que mide el rating y no la pobreza, llevando así a que el secretario del genocida Milani, Agustín Rossi o un boludo chupacirios como Julián Domínguez, crean que pueden ser presidentes sin haberse molestado en ganar una elección para concejales siquiera en su pueblo. Naturalmente, Altamira, por caso, mide un 4.000% más sin siquiera pensar en algo más ambicioso que la pyme de estudiantes universitarios sin novia que regentea.
La degradación llega a niveles desopilantes: los principales candidatos del oficialismo hace un año soy hoy objeto de escarnio y burla: la candidata cordobesa renunció a la diputación nacional, el analfabeto funcional de Juan Cabandié da clases de derecho a un juez, Insauduhalde se alquiló un gato tras haber alquilado a Susanti Pancho y la viudita haragana para sus fotos de facebook y le rindió menos que el gato con botas superstar; en Santa Fe, falleció el candidato antiK Obeid y quedó el secretario de Milani que postula para gobernador a un muchacho con capacidades diferentes que propone integrar las minorías -coeficiente menor a 60- al usufructo del Estado para la joda personal y así.
Queda el peronismo. Que por esos pases de magia que nadie toma en serio, los que padecen Artemio Esclerosis consideran votos propios, casi como la mayonesa del sánguche de milanesa con que desayuna el casi mega líder Larry de Play.
El negocio del país dividido está tan muerto que ni el regimiento de analista de TV de Puerto Madero tiene ganas de disputar el liderazgo para 2016 del pabellón del penal de Ezeiza.
Las fantasías para hacer de Scioli o su socio chorro Florencio Trenazzo un líder revolucionario -entendiendo por tal que quiera medir el rating y no la pobreza- son cada vez más fantasiosas, bordeando un piadoso ridículo.
Buenas noches, chicas.

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