Por Heinz Dieterich
1.
Fin de la esperanza estatal
La gran esperanza de que Hugo Chávez, Fidel, Evo y Rafael Correa
fueran la vanguardia estatal que ayudara a los pueblos y científicos a
crear el nuevo Modo de Producción del Socialismo del Siglo XXI, se ha
desvanecido. Ninguno de los cuatro presidentes ha hecho un esfuerzo
serio para avanzar la alternativa anticapitalista del Siglo XXI y
ninguno lo hará. Han ayudado a cambiar conciencias y estructuras de la
sociedad, pero no darán el paso de vanguardia hacia el S21. Este paso
vendrá de la mano de una nueva vanguardia mundial que sepa integrar la
lucha por el Estado de derecho y el Estado social con la construcción
del Socialismo del Siglo XXI.
Por la importancia pública de este ensayo les pedí a diez
revolucionarios de América Latina, entre ellos cuatro excombatientes
populares de cuatro países, que lo comentaran. Todos coincidían en la
necesidad de su publicación tal como está, menos un excomandante
guerrillero quién me escribió: “Fidel no debería estar ahí.”
2.
Hugo Chávez: cambiando Samanes por Cabellos
Cuando conocí a Hugo Chávez en 1999 decidí apoyarlo, porque me
parecía un hombre honesto, democrático y nacionalista. No me equivoqué.
Al transcurrir el tiempo hizo muchas cosas positivas para el país y para
las mayorías. Y cuando asumió públicamente el discurso del Socialismo
del Siglo XXI en 2005, lo valoré como un posible aliado en la vanguardia
de la sociedad poscapitalista del futuro. La doble estrategia, el
desarrollismo nacionalista-regional y la creación de la economía de
equivalencias, iban a ser el camino.
Sin embargo, ciertas circunstancias, la debilidad teórica de Chávez y
las fuerzas anticomunistas de la Nueva Clase Política “bolivariana”,
encabezadas por su jefe hegemónico Diosdado Cabello, lograron desviarlo
de la ruta revolucionaria. Cambió Samanes por Cabellos y hoy día no
queda más que una retórica “socialista” sin contenidos ni sentido, y un
desarrollismo mal ejecutado.
Mientras Chávez anda por los caminos de Luis Bonaparte ---ver el “18.
Brumario” de Marx--- Cabello nos regala dos perlas del “hombre nuevo”,
que ilustran el futuro del “socialismo cristiano y bolivariano” de
Venezuela. “En una revolución madura, donde todos tengamos un nivel de
conciencia justo, no debería haber elecciones internas, porque éstas son
un método burgués que nos han inyectado. Lo que debería funcionar es la
cooptación.” Nada de qué preocuparse, entonces: la Cosa Nostra está en
buenas manos. Y el anticapitalismo también. Nos lo traerán los ángeles
inmaculados en un par de décadas: “Ojalá dentro de poco nos sustituyan
jóvenes no contaminados, sin pecado original, formados en Revolución
para que siga habiendo alternativa al capitalismo dentro de 20 o 30
años.”
3.
Evo Morales
El principal freno estatal al Socialismo del Siglo XXI en Bolivia, el
equivalente a los Cabellos en Venezuela, es el Vicepresidente Álvaro
García Linera. Evo Morales es, al igual que Chávez, un hombre
comprometido con los pobres, democrático y nacionalista. Su ideal de una
sociedad justa se basa en la idea de la reciprocidad, tal como ha
sobrevivido muy precariamente en los antiguos ayllus y comunidades
campesinas de la sociedad andina. Tal patrón no sirve, como es obvio,
para organizar una sociedad moderna.
Ahí entra en la escena García Linera. Un intelectual brillante en lo
abstracto, pero con poca capacidad política. Su praxis se basa en el
credo, de que en los países andinos sólo se puede realizar el
“capitalismo andino”, no la doble estrategia del
desarrollismo-Socialismo21. Por eso no fomenta la formación de cuadros
socialistas revolucionarios, sino que abre las facilidades de la
Vicepresidencia a los ideólogos socialdemócratas y confusionistas del
imperialismo, como Toni Negri. Negri, cuyo principal mérito
político-intelectual consiste en haber copiado de la obra de Napoleón le
petit (Luis Bonaparte) de 1844, L´ Extinction du Paupérisme, la idea de
que la sociedad moderna se gobierna sobre masas, no clases:
“Aujourd'hui, le règne des castes est fini: on ne peut gouverner
qu'avec les masses”. He ahí las famosas “multitudes” de Negri,
“postmarxista” como García Linera, promotor del imperialismo de la Unión
Europea y sostenedor de la tesis de que el Estado nacional “es una
mierda”, como dijo cuando llegó a Bolivia.
Por razones tácticas, García Linera habla a veces del “socialismo
comunitario”, que se puede lograr “pacíficamente” en Bolivia”. Su
nebulosa definición ---"es el reencuentro entre la sociedad política y
la civil, que se caracteriza por un respeto supremo a la vida y la
naturaleza y un apego a la comunidad"--- deja claro, que con el
posmodernismo instalado en la Vicepresidencia de Bolivia no se instalará
el Nuevo Socialismo en ese país.
4.
Rafael Correa
Rafael Correa es un excelente economista. Entendió sin mayor problema
el punto teórico más difícil de la nueva civilización, la economía de
equivalencias. Cuando le propuse que hiciéramos un equipo de
investigación internacional para identificar los valores (time inputs)
de la economía ecuatoriana, que es el primer paso hacia la economía
socialista, coincidía plenamente. Dijo que el estudio podía realizarse
en la empresa petrolera del Estado y que le “encantaría, como
investigador científico, participar en el grupo”.
En un nuevo encuentro con él y Ricardo Patiño, le presenté la
propuesta, en la cual se incluía la invitación de científicos,
logística, etcétera. Autorizó el seminario internacional y dijo que lo
organizaría con el Ministro de Planificación, Fander Falconí. Allí
terminó el avance. Falconí era el típico yuppie universitario liberal,
colocado equivocadamente en un puesto estratégico del aparato de poder.
Falconí, que no es un hombre de derecha como Cabello, sino un liberal
como García Linera, saboteó el proyecto y la orden del Presidente.
Cuando Correa finalmente lo destituyó, por la ineptitud mostrada en
negociaciones ecológicas con el gobierno alemán, Patiño se convirtió en
el hombre fuerte del gabinete. Activista de izquierda de Guayaquil,
conocido de muchos años, no ha retomado la iniciativa. De vez en cuando
hace encuentros light sobre el Socialismo del Siglo XXI, pero nada
serio. Algún día tendrá que explicar por qué no usa el espacio público
que tiene a su disposición, para la causa anticapitalista.
5.
Fidel Castro
Fidel afirmó el año pasado que “…entre los muchos errores que hemos
cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de
socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo…”.
Esa aseveración es obviamente falsa. Marx y Engels sabían con absoluta
claridad, que el socialismo sólo puede ser la autodeterminación del ser
humano. Einstein repetía esa verdad: el socialismo sólo puede funcionar
con un “contrapeso democrático al poder de la burocracia”. Noam Chomsky
ha sostenido toda su vida que no existe socialismo, porque no hay
ninguna sociedad en la cual “los trabajadores determinen la actividad
económica”. El precio político que pagó fue el ostracismo de los “países
socialistas” y Partidos Comunistas, que durante décadas lo
desconocieron sistemáticamente.
Las mentes más preclaras de la humanidad han recalcado enfáticamente
que la esencia del socialismo es la autodeterminación democrática de los
ciudadanos. Y los revolucionarios soviéticos y europeos (Falin,
Ryschkow, Modrow et al.) han enfatizado, que la URSS se estancó y
colapsó, porque no logró transitar del modelo estalinista ---antítesis
de la autodeterminación democrática--- al Socialismo del Siglo XXI. Hace
décadas también que la Escuela de Bremen y la de Escocia descubrieron
el Modo de Producción del Socialismo21 (Peters) y su construcción vía la
teoría del valor (Stahmer, Cockshott, Cottrell). Es evidente, entonces,
que la afirmación de Fidel es falsa y que hay aportes significativos
que permiten la evolución del Socialismo del Siglo XX hacia su fase
superior, el Socialismo del Siglo XXI. Si Fidel piensa que la difícil
situación de Cuba y su status político no le permiten discutir lo
evidente, debería expresarlo. El avance de la causa anticapitalista
requiere transparencia.
6.
Una nueva vanguardia mundial
Por sus meritos en la lucha antiimperialista y su preocupación por
los pobres hay que apoyar a los cuatro presidentes progresistas. Pero,
hay que verlos en su justa dimensión histórica. No son ni serán la
vanguardia de la nueva civilización. Por eso, hay que liberarse de la
idea de que ellos serán los líderes de la construcción del Socialismo
del Siglo XXI. Esa tarea recae en los pueblos, la ciencia y las nuevas
vanguardias políticas que va pariendo la historia.
Sobre
Heinz Dieterich Steffan