miércoles, marzo 25, 2009

Antichavismo: la postura patética de la derecha.


Las oposiciones de derecha en Latinoamérica tienen un argumento que las define: no se definen como de derecha. Una definición de la derecha es no definirse como de derecha, y perdón por la cacofonía (que es también un procedimiento de escritura que, otra vez, define las derechas). Pero un mote que se mostró triunfalista en Perú y en México relativamente, sacude toda campaña que se precie: acusar a la izquierda de ser chavista. Bien por Gerardo Morales de la Unión Cívica Rentista (UCR) bien por Carrió, bien por Lavagna: comprendieron el punto. Es, ciertamente, por ahí, por dónde cautivar a su claque de clase media alta de grandes centros urbanos y, diría Artemio, bajo pago de impuestos. Bien, mucha suerte. Es siempre una pena que la derecha tenga, en nuestro país, tan poca creatividad y ingenio (luego de Menem, por cierto, que fue el último derechista ingenioso, luego reemplazado por Chacho Alvarez y Fernando De La Rúa que eran, sí, muuuuy aburridos, aunque quizás alumnos más sinceros de la audiencia gerencial de las derechas). Pero cada país tiene la derecha que se merece. El radicalismo, en su, ejem, parto doloroso dejando atrás el pasado alfonsinista, ha logrado una síntesis entre De Le Rúa y Coti Nosiglia, con menos inteligencia y carisma, ciertamente, en la desmesura impostada de Gerardo Morales. Y Carrió, desequilibridada, diciendo cualquier cosa, tras sus inconsistentes devaneos progresistas vuelve a su, ejem, matríz de impotencia radical: cada país tiene, de nuevo, la derecha que se merece. Y su particular antichavismo, el fantasma creado para asustar a los niños. Porque cada país tiene el populismo que merece, el chavismo que merece. Pero la verdadera forma del chavismo, ese fantasma, la define, siempre, la derecha. Tan correcta, tan contra la demogogia, tan republicana, y progresista por supuesto: ya les vendrá su tiempo, a no impacientarse, mientras tanto, este rol patétito les calza bien para la misión propuesta: horadar los gobiernos que cambiaron la lógica neoliberal, horadarlos lo suficiente para que, desde su mismo seno, salga una alternativa más moderada. Desde su mismo seno. La hegemonía, que le dicen.

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