martes, marzo 17, 2009
Sudamérica 4
Pueden las viejas abuelas de las estructuras del estado nación rejuvenecer con la crisis financiera desatada por el eje guerrero, el eje anglosajón, pero eso quizás sea un momento, una foto. Las redes, desiguales, imperiales, que atraviesan nuestras economías, son sólidas y recorren el mundo, como un fantasma. Solamente la unidad política regional, capaz de subordinar a burguesías desnacionalizadas, subordinarlas no a través de una revolución (¿alguien ve, para eso, condiciones?) sino con el caramelo de la escala de mercado, la escala de producción, una escala regional. Solamente es posible en la medida en que se consiga un sólido manejo regional de los capitales financieros. Las regulaciones regionales del mercado de capital son importantes, pero fundamentalmente-como, medio tímidamente, se insinuó en el Banco del Sur- a través de las reservas internacionales, una moneda única para comercio inter zona, y quizás, con el tiempo, sumarles los ahorros jubilatorios, los bancos nacionales, la administración de cargas sociales. Solamente con un control financiero regional es posible conseguir regionalizar las escalas de producción y las burguesías. Burguesías que, en buena medida (y como viene sucediendo con el petróleo sudamericano) deben ser reemplazadas por estados desarrollistas. Solamente así, es posible una estrategia aduanera única. Fiscalizar los puertos, de verdad, no la veo. Es importante, pero sin manejo del crédito, es difícil lograr producción a escala, agregar valor, y controlar los flujos de comercio internacional (la gran maldición, y quizás la gran oportunidad, de los países Sudamericanos). Un manejo financiero internacional, y una estrategia de defensa regional, que incluya los mejores legados de nuestros ejércitos nacionales (sobre todo, el de Argentina y Brasil para dar impulso a la industrialización) es un horizonte, quizás, hoy, imposible, pero un horizonte que, valdría la pena, soñar. Desde acá, parado en mi escritorio, pronto a las burlas de los que conocían todas las respuestas del mundo, en varios idiomas, antes de que nadie las haga. Hay gente que es así, ya sabía que esta negrada no tiene solución. Hay otros que, bueno, siguen soñando. Pero hay razones para ese optimismo. Hay cierto olor cultural a una restauración conservadora, cierto. Y tiene una velocidad que nos anula los reflejos. Pero a esa restauración se la puede contrarrestar, según esta pequeña opinión, solamente redoblando la apuesta: apuntando el acerbo cultural, nacional y popular, a una escala regional, sudamericana, atenta a los procesos que en el plano de la producción intelectual se desarrollan en la Patria Grande y en especial en Bolivia, en Brasil, en Venezuela, en Ecuador y en algunos países del caribe. Estas corrientes intelectuales, emergentes, tienen mayor parentesco del que suponemos; pero eso sólo es posible observarlo si abandonamos los moldes impuestos por ese liberalismo cosmopolita que ha sido incorporado por las capitales sin ninguna elaboración crítica.
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