El desconocimiento de la propia historia nacional, siquiera la reciente -dado que a grandes trazos, un recorrido más largo es francamente horroroso (y usar la palabra horror no quiere quitarle sentido, sino profundizarlo)-permite enfatizar la prosa periodística de que un gobierno -siqueira éste- que pierda las elecciones legislativas podrá gobernar sin más.
Veamos: Alfonsín tuvo que renunciar antes de tiempo, porque la pérdida de poder político tras la derrota legislativa, las concesiones a todos sus planteos fundacionales (ahora llamado "el diálogo") el patetismo de los estertores de sus últimos días de gobernante, desencadenaron las condiciones de posibilidad para que la verdadera clase dirigente del país lo tumbara.En aquellos días, las capacidades estatales eran, sí señor, más fuertes que ahora.
Menem desmanteló el estado, concedió todo lo posible y más a la clase dirigente dle país, perdió las elecciones del 97 contra una Alianza progresista que se comprometía a continuar los pilares del neoconservadurismo pero, eso sí, sin robar.
La Alianza -con perdón de recordar: no quiero que recordar se interprete como una chicana, un gesto antirepublicano, una modalidad de la crispación o, sin más, una actitud violenta- mejor, ni recordar.
El gobierno de Duhalde es el mejor ejemplo de un gobierno de coalición -radical, peronista y frepasista- de espaldas a solamente el 97% de los argentinos, y que nos sumió en la más grande tragedia social.
Posiblemente, una derrota legislativa derive en que "no pase nada"; pero la historia reciente lo desmiente.
Incluso, provincias distintas, que contienen una riqueza constitucional muy grande, contradicen este planteo. En la provincia donde yo vivo, la recientemente reformada Constitución (hay un trabajo del profesor y politólogo Santiago Halles muy bueno sobre el tema) incorporó, declamativamente, un montón de planteos jurídicos de estos tiempos; pero la constitución más vieja de las provincias del país sin reformar, no tocó la cláusula de gobernabilidad. Simple, el que gana se lleva la mitad más uno de los diputados y no hay elecciones legislativas de medio mandato. Sin embargo, nadie se priva de mirar las cosas de modo superficial (no lo digo por Bizai, el analista -perdidamente radical- más inteligente que tiene la provincia).
Incluso, las bienvenidas por el periodismo progresista de derecha, declaraciones de Zafaroni, descolgadas de cualquier realidad, en torno al parlamentarismo, son las mismas sonrisas que deploran las reelecciones negras -las blanquitas, sabatelianas, son divinas- los gobiernos personalizados, y demás modalidades muy típicas de partidos socialdemócratas europeos en gobiernos parlamentarios. Porque la derecha será mala, pero la izquierda es fea. En todos lados. Buenos y lindos, son solamente, los sueños.
Veamos: Alfonsín tuvo que renunciar antes de tiempo, porque la pérdida de poder político tras la derrota legislativa, las concesiones a todos sus planteos fundacionales (ahora llamado "el diálogo") el patetismo de los estertores de sus últimos días de gobernante, desencadenaron las condiciones de posibilidad para que la verdadera clase dirigente del país lo tumbara.En aquellos días, las capacidades estatales eran, sí señor, más fuertes que ahora.
Menem desmanteló el estado, concedió todo lo posible y más a la clase dirigente dle país, perdió las elecciones del 97 contra una Alianza progresista que se comprometía a continuar los pilares del neoconservadurismo pero, eso sí, sin robar.
La Alianza -con perdón de recordar: no quiero que recordar se interprete como una chicana, un gesto antirepublicano, una modalidad de la crispación o, sin más, una actitud violenta- mejor, ni recordar.
El gobierno de Duhalde es el mejor ejemplo de un gobierno de coalición -radical, peronista y frepasista- de espaldas a solamente el 97% de los argentinos, y que nos sumió en la más grande tragedia social.
Posiblemente, una derrota legislativa derive en que "no pase nada"; pero la historia reciente lo desmiente.
Incluso, provincias distintas, que contienen una riqueza constitucional muy grande, contradicen este planteo. En la provincia donde yo vivo, la recientemente reformada Constitución (hay un trabajo del profesor y politólogo Santiago Halles muy bueno sobre el tema) incorporó, declamativamente, un montón de planteos jurídicos de estos tiempos; pero la constitución más vieja de las provincias del país sin reformar, no tocó la cláusula de gobernabilidad. Simple, el que gana se lleva la mitad más uno de los diputados y no hay elecciones legislativas de medio mandato. Sin embargo, nadie se priva de mirar las cosas de modo superficial (no lo digo por Bizai, el analista -perdidamente radical- más inteligente que tiene la provincia).
Incluso, las bienvenidas por el periodismo progresista de derecha, declaraciones de Zafaroni, descolgadas de cualquier realidad, en torno al parlamentarismo, son las mismas sonrisas que deploran las reelecciones negras -las blanquitas, sabatelianas, son divinas- los gobiernos personalizados, y demás modalidades muy típicas de partidos socialdemócratas europeos en gobiernos parlamentarios. Porque la derecha será mala, pero la izquierda es fea. En todos lados. Buenos y lindos, son solamente, los sueños.
Lucas: otra vez Aníbal Fernández da muestras de su incapacidad para contener la insoportable ola delictiva. Un auto atropelló a un montón de gente en Holanda... ¡a metros de Máxima! Marcha a Plaza de Mayo ya. Usted que tiene autoridad, hágase un post sobre este nuevo escándalo K.
ResponderBorrarQue pase un buen día del laburante, Carrasco.
ResponderBorrarah, pero ya esta resuelto. ¿no ve que el vicepresidente es de otro partido? Lo hicieron así para renunciar y que sigan gobernando los otros, sin traumas.
ResponderBorrarLucas, me gustó muchísimo este post, lo leí dos veces, está muy bien escrito, me encantó el remate del final (literariamente). Estás a kilómetros de todo lo que se dice en la blogosfera. Disculpame que te halabe tanto, pero siento que no me mira nadie. Los giles no se dan cuenta.
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