Trabajadores de la construcción

Pongamos un empleado de la legislatura de Formosa: el año que viene, si es un empleado de categoría, va a ahorrar buena plata con la eliminación de la Tablita de Machinea (medida que le parecerá justa, porque seguramente está a favor de la distribución de los ingresos, pero considera que la plata la tienen que pagar otros y no ese 20% de la población que él integra y que acapara los ingresos: lo mismo creen los productores, los periodistas millonarios, los pequeños y emdianos empresarios, los trabajadores de cuello blanco, etc).
Pongamos a un obrero de la construcción que, como estamos en Formosa, para que esté en blanco tiene que trabajar para un contratista estatal. Así que está en blanco.
Y ambos tienen, 53 años.
El primero está dentro del 20% de la población más pobre.
El sgundo, estará dentro del 40% de la población de los deciles medios.
Ambos son trabajadores.
Claro que, si ambos son jefes de familia, seguramente el empleado jerárquico tiene menos hijos y menos gente a cargo.
Sus universos simbólicos, sus lugares de recreación, sus mundos culturales, sus consumos, son, también seguramente, radicalmente distintos.
El primero se va a jubilar a los 65 años, con un buen estado físico, buenas expectativas de vida, algunos ahorros.
El segundo, por una conquista reciente de la UOCRA (que hace algunos años, tenía en todo el país 40 mil afiliados y hace poco más de un año, tocó el techo de los 400 mil. Todo un dato, tratándose de un gremio en el que jamás, a pesar de su rol estratégico en una economía de tipo keynesiano, logró hacer pie la CTA, el progresismo, la izquierda peronista o no peronista) se va a jubilar a los 55 años. Dentro de dos añós. En peores condiciones de salud, pero, paradójicamente, con más o menos similares servicios de atención sanitaria.
La jubilación anticipada para los obreros de la construcción entonces es una medida de claro sesgo equitativo, que no se considerará, sin embargo, en los patrones distributivos medidos de manera clásica.
Pero cuando ambos tengan 55 años, las distancias simbólicas, culturales, económicas, cotidianas, serán abismales, pero no tan amplias como hace, quizás, 5 o 6 años.
Una conquista.
De un gremio que nunca fue combativo.
Una conquista estratégica, central, que se pone en el mismo haber que el blanqueo de las empeladas domésticas (medio millón) los dos millones de jubilados sin aportes, la jornada nacional de ocho horas para peones.
Siempre teniendo en cuenta la cantidad de cosas que quedan en el debe, hay que resaltar esto. Porque, sobretodo, la oposición se enloquece por chuparle las medias a las patronales, nunca, jamás, a los gremios.