¿Cómo es que, todavía, la argentina no tiene un programa de alimentos? ¿Cómo es que no existen subsidios para los principales productos alimenticios, para una canasta básica, de venta en los negocios minoristas, capaz de pelear los precios en el mercado, de acopiar productos? ¿Cómo es que el estado, más que controles que, se sabe, han demostrado, siendo generosos, enormes falencias, cómo es que no hace valer el estado su poder de juego en el mercado, de terciar en los precios, de imponer cierta disciplina de equilibrio entre oferta y demanda?
Tenemos algo menos de 10% de desempleo. Tenemos los suelos y los trabajadores capacitados de las economías regionales. Tenemos, de vuelta, el clásico problema de la oligarquía al acecho para moldear un país bananero (sojero, en este caso). Tenemos un mercado concentrado en la fabricación de envases, en insumos para los envases, en cadenas de comercialización y un insuficiente esquema de ventas minoristas.
Tenemos el problema del trabajo en negro, la sobre explotación, los salarios miserables de la buena gente del campo, que anda muy preocupada por qué deben comer los chanchos de la India y de China.
Tenemos un estado que a diversos niveles compra alimentos, los reparte sin ton ni son. Tenemos comedores populares, comunitarios, escolares.
Y no tenemos el poder de fuego del estado en el mercado. Así de simple.
Cuando Guillermo Polémico Moreno sea historia, la trituradora de pinzas en la que se ahogó –por un lado su ineficiencia, por el otro el muy aceitado mecanismo de hacer pelota a quien quiera contralar a esos empresarios que, por ejemplo, hace algunos años, entregaban listas de comisiones internas a la Junta Militar, como parte de su estrategia de aumento de la competitividad- cuando ya sea historia, si es que aún no renunció, también serán historia los mecanismos para intentar hacer cumplir la ley a quienes se creen por encima de la ley. Nadie reemplazará a Moreno, a lo sumo, habrá alguien maquillado. Ponele, un Mario Blejer, o un compañero como Buzzi, o Boludou, o Moria Casán. No importa. El que esté ahí, será un chiste.
Esos instrumentos ya están hechos mierda.
Ahora se trata de cambiar de táctica.
Cuando los señores que no estaban afectados porque les querían recortar fabulosas ganancias, sino sensibles porque les dijeron que producían yuyitos, cortaron todas las rutas y requisaron camiones para que sus supuestos representados adhieran al lock out, el estado quedó impotente.
Cualquier otro gobierno los hubiera metido presos, hubiera reprimido, hubiera ilegalizado las patronales antidemocráticas.
Las piruetas de la historia es que cuando el estado dejó de usar la policía contra los pobres, los ricos hicieron la salvajada más grande que se recuerde en un corte de ruta. Vaya paradoja. Muestra la brutalidad de esas personas, su falta de solidaridad y escrúpulos.
Pero el estado no supo frenar la inflación de los alimentos que provocaron los que benefician con esa inflación.
De ahí hay que sacar varias lecciones.
Una es cambiar de táctica. En buena medida, la mayoría de la población creyó que el INDEC era el causante de la inflación, y no sus beneficiarios directos: los gordos de la Mesa de Enlace, como fuerza de choque de la burguesía diversificada.
Nunca es fácil, por supuesto, si lo que se busca es una sociedad más equitativa. Nadie quiere pagar el costo, sino los beneficios. Y nuestra clase parasitaria cree que merece más beneficios. Los cuatro deciles mejor posicionados en la escala social, están convencidos que una distribución del ingreso, en sentido progresivo, los beneficiaría. No, es al revés. Si algún día se hace.
Mientras tanto, hay que asegurar alimentos baratos.
Para no terminar como Alfonsín.
Quizás en 15 años te hagan homenajes, si te morís, estos cínicos de mierda de la Mesa de Enlace. Pero a Alfonsín lo silbaron en vida, cuando ni siquiera osó cobrarles impuestos en serio. Ni eso.
Les hizo todos los mandados cuando estuvo contra las cuerdas. Y, como dijo el propio Alfonsín: estos son los que mancaron a Videla en la exposición rural, los que lo vivaron y aclamaron. Son los mismos. Un poco más gordos y más canosos.
Quizás vayan a tu entierro, quizás te hagan homenajes.
Pero ahora te quieren hacer mierda.
Y en el medio, está siempre la gente. La que no puede defenderse de estos salvajes, la que no encuentra en el estado refugio. La que va a la despensa y compra menos con la misma plata.
No a la asunción de Chemes como diputado. Ver:
ResponderBorrarhttp://centroizquierda.blogspot.com/2009/07/un-parlamento-de-lujo.html
Pero que es la gente, Lucas? Los tipos que se están cagando de hambre acá en el Chaco o los forros que departen entre jamoncito serrano y gancia en la rural?
ResponderBorrarEsos tipos hablan de la pobreza, pero se cagan en los pobres.
No es el gobierno. Son esoos 4 y todos los demás también, todos los que fueron a Rosario, a Palermo, los que festejaron el voto de Cobos, los pobres que festejaron por los ricos y no reciben un cobre. Ni siquiera una "gratificación" por haberles hecho el caldo gordo durante 4 meses a esos 4.
Yo creo en este gobierno, con todos sus defectos. Creo, con Moreno, Jaime y De Vido adentro. Pero no creo en este pueblo, este pueblo está equivocado.
Vierde, me parece que vos sos como kk. Ustedes no meten una bola en la buchaca ni drogados.
ResponderBorrarQue es la buchaca?
ResponderBorrarGran post, Lucas. Se me piantó un lagrimón de impotencia.
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