miércoles, julio 08, 2009

Cambios en el gabinete


Los cambios en el gabinete, más allá de matices, revelan que la estrategia del kirchnerismo es conservar lo propio y, de ser posible, cohesionarlo: esto es, la nada despreciable condición de primer minoría. Que, en un marco de cohesión relativa, implicaría que la fragmentación opositora no le arrebatara la condición de primer minoría.

Todo bien.

Sólo que, quizás, la condición de cohesión no sea posible con las mismas caras, las mismas vueltas de tuerca, sobre un universo ya hoy incapaz de ser dueño de la agenda, como hasta hace poco.

Pero, ojo, tampoco es posible que un gobierno, tras seis años, siga siendo el dueño exclusivo de la agenda, más sí, ese mismo gobierno sacó al país de la crisis social en la que vivía y hoy batalla, con relativa suerte, en el medio de una impredecible crisis financiera mundial, para la cual han fallado los manuales de estudio.

Como siempre o casi siempre Wainfel en Página 12 realiza el análisis más sutil y de mirada más amplia. Es un síntoma que esté trasmitiendo cierto cansancio, y sobretodo, la ausencia de reflejos del oficialismo.

Probablemente, a los partidarios de este gobierno (entre los que me incluyo) ya les esté haciendo algo de ruido la, pongámosle, reinvindicación de aliados incondicionales, de gran talento discursivo, como Aníbal Fernández. Básicamente, porque revela la falta de jugadas novedosas, la posibilidad de cambiar el escenario, de implicar otros actores, que supo tener el kirchnerismo en sus ya recontralejanos años 2004 y 2005. Los hasta ayer aliados, se retiran, en algunos casos pasando por los reportajes domingueros de Perfil, con mucho estruendo y alma patética, en otros casos, de modo más silencioso y digno. Estos últimos casos, también tributarios, cómo que no, al éxito, son acaso más dolorosos, y menos visibles en la encerrona en la cual, a esta altura, se encuentra el gobierno nacional.

De cualquier modo, la historia no está escrita, y los manuales de acción política, que tanta confianza infunden en los microclimas de la política, en verdad -aunque nadie lo digan- tienen muy pocas certezas. La historia, la riqueza de la historia, está abierta.

Sigue siendo este el mejor gobierno desde el retorno democrático, sigue empecinado en no retroceder a sus principales banderas, sigue empecinado, y en buena hora, a no convertirse en el Alfonsín del 87 y 88, ése que santificó una mirada cínica y derechosa que prima en la oposición en estos tiempos.

Por ejemplo, difícilmente la historia registre ese dejo de desprecioque los medios opositores transmiten en torno a la "innecesaria" partida a socorrer la democracia hondureña de nuestra presidenta de la nación, por el contrario, seguramente primará el gesto digno, por encima de los enanos políticos.

Un ejemplo.

De empecinamientos.

Hay otros que, un poco, cansan.

Pero no hay que dramatizar demasiado (aunque la política es, entre otras cosas, el acto de poner en drama la conflictividad inherente de lo social): todo gobierno, después de seis años, cansa un poco. Toda jugada, después de seis años, ya tiene inscripta en la conciencia un marco de abundante subjetividad, opositora u oficial. Más en tiempos polarizados. Esa producción, abundante, de subjetividad, sí que condiciona las lecturas de cualquier jugada política. Y ciertas reacciones humanas, de todo microclima, son naturales. Por ejemplo, tra sganar una partida de ajedrez repetidas veces, realizar nuevamente esa misma estrategia de juego. Es natural. A veces, no alcanza.

Y en la política, se piden resultados. Algo es bueno si consigue el objetivo, algo es malo si no lo consigue. Es distinta, por eso, la política. Nadie imagina a los apóstoles alejándose de Jesus porque fracasó en liberalos de la opresión romana; por el contrario, Judas tiene mala prensa. En la política, con naturalidad, se actúa de modo contrario. Los Judas son los que hacen la historia, y los crucificados, por más buenas intenciones que tengan, son tipos que equivocaron "el estilo".


Todo esto dicho, con una salvedad, digamos, afectiva. Así como tengo un perro que se llama Guillermo Moreno, pero le decimos Polémico, si yo tuviese una banda de rock con Derek (que es un gran músico), le propondría llamarla Aníbal Fernández.

2 comentarios:

  1. nada que ver con el tema pero fijate si podes hacer algo con la cancion la colilla de albert pla, esta muy buena, mirala de youtube la que esta en dos partes.capaz sirva para algo

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  2. Lucas muy buen post estás prolífero veo. Hacelo escribir a tu hermano, más abogados en la blogosfera por favor.
    Coincido en tus sutiles apreciaciones y los posteos de fotos son muy graciosos. !!! saludos mery.

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