viernes, julio 03, 2009

Mucho mucho ruido, tanto tanto ruido.


Las discusiones retrospectivas sirven, de algún modo esbozan el futuro en tanto disputan cómo será leída una situación política a posteriori, y de ese modo, qué trazos gruesos se evitarán.
Pero, también, generan algo de ruido en las tácticas sugeridas por las cabezas de las corrientes políticas para reinvindicar un triunfo, llevarlo más allá de sí mismo, o elaborar una derrota y los rumbos consecuentes a cambiar.
Esto le sucede tanto al Acuerdo Cívico del Club Social, por pertenecer a la derecha culposa, por tener candidatos de las corporaciones que tienen su propia (y brutal) estrategia, y por contener la columna vertebral de la UCR: un ámbito que se sueña orgánico, pero que claudicó todos sus deseos en pos de la supervivencia. Aliándose a orgánicos de sí mismo, inmorales ideológicos como Carrió y Cobos.
También le sucede al kirchnerismo, porque tiene que elaborar una estrategia en la mesa chica, porque no muestra reflejos y porque histeriquea con conducir una tropa en desbande, a la cual se le lanzan, por si fuera poco, señales de desbande.
No hay una inmoralidad innata en esa creativa categoría metafísica tan de moda en estos pagos: los intendentes del conurbano, como cualquier dirigente político que representa personas de carne y hueso, en sus particulares condiciones económicas, culturales y sociales, tienen que subsistir, del modo que sea.
La epifanía trágica de terminar antes el gobierno, por deméritos propios, de Alfonsín, De La Rúa y Duhalde, no tiene nada de superior, ni de noble, ni de ético, y en última instancia es una irresposnabilidad mayúscula y mezquina. Los que se perjudicaron por su ingobernabilidad, surfrieron materialmente, algunos murieron, asesinados o sin cobertura médica, con jubilaciones miserables, con altísima inflación. No hay que irse del gobierno; y no hay que inmolarse.

Por cierto, una cultura política hace de la inmolación algo positivo; pero esa cultura se despliega con mayor intensidad en los segmentos sociales de mayor poder adquisitivo y, por tanto, otro tipo de demandas al estado.
Me perdí, ni sé a qué iba. Ah, a esto: es natural cierto ruido en el Acuerdo Cívico del Club Social, menos visible en la superficie porque consiguieron más de lo que esperaban, y es natural mucho ruido en el kirchnerismo -en tanto gobierno y fenómeno político relativamente reciente, quizás en su declinación.
No pasa lo mismo en los dos sectores, o tres diría, ganadores de la jornada del domingo.

Mauricio, Francisco y Gabriela, los tipos que se gastan la plata de su apellido pero no usan apellido, responden a búnkeres que son, sin más, agencias de publicidad.
El ring es chiquito y sólo pelean entre ellos, no un ámbito orgánico, sino con operaciones de prensa, y estrategias de marqueting.

Tampoco en las corporaciones de la oligrquía, hay mayores ruidos. La Federación Agraria, producto de los cambios introducidos a su interior, hoy devenida en federación sojera, hace rato que abandonó un imaginario de alianza con sectores progresistas. La Sociedad Rural, por la propia naturaleza del accionar empresarial a alta escala, tiene ahora un rol en la sociedad, más allá del tradicional club de cultura garca que ostentó hasta hace poco tiempo. Las cooperativas sojeras, con mucha habilidad para rapiñar subsidios a sus asociados millonarios, y cagar sin más a los pequeños productores, vive de la extorsión al estado en sus distintos niveles municipales y provinciales: hoy juegan en primera, con una chequera en blanco. Qué más pueden pedir.

Las corporaciones que suponen tener un proyecto desarrollista, y son sin más el verdadero poder oscuro de la democracia, saben desde bambalinas que ganaron. La Asociación Empresaria Argentina ahora controla a la UIA, al clero conservador, las relaciones con el Mercosur y buena parte de las cámaras legislativas. Su poder de Lobby se acrecentó mucho, ahora es, también, poder de fuego. Lo que los pone en situación de sentarse, ahora sí, con la Mesa de Enlace para que quede claro quién conduce: el plan de máxima sería una devaluación feroz, una tapa a las paritarias, un disciplinamiento laboral, la eliminación de las retenciones y la disminución de los subsidios sociales.
Porqué no, también, volver a poner en foco el "gasto político".
Ellos tienen menos ruido.

Que nosotros.


Y tienen menos ruido, por su propia naturaleza, por su historia, por su diversidad de tácticas disponibles, y porque nosotros tenemos mucho ruido.
Al Acuerdo Cívico del Club Social lo dejarán estar: se matan -utilizando la "metáfora" de Chemes- entre ellos, y quitándole el ala corporativa rural, no son nada.
A las Agencias de Publicidad que controla la derecha sin apellido, la cosa se presenta más fácil: unos ponen la cara, otros conducen, y se reparten los negocios.



Simplifiqué mucho, pero así es cómo, graficado, me parece que se pinta el escenario.

2 comentarios:

  1. ...y todos suponen que el de enfrente no va a reaccionar. Es interesante, lastima que es tal cual. Ahora, es estable un sistema asi planteado???...

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