viernes, julio 31, 2009

Variaciones




Shhh, estas cosas se hablan bajito. Están por todos lados, y si te escuchan, cuidate. Exiliate. Si te llega a escuchar un taxista…no sabés: te mandan los matones del conurbano, gente de Delía y de Moyano, a que te caguen a palos. Son de terror. O sea, no es por discriminar, pero hay que tener cuidado. Siempre tenés que quedar bien, por las dudas. Pero nunca nunca nunca hables de estos temas si hay un taxista cerca. ¿Porqué te crees que hay tanta inseguridad, eh? Los taxistas, querida, los taxista. Yo te digo: entre los taxistas, los porteros y los peronistas, este país se va a la mierda. Con perdón de la palabra. Ya lo dijo Monseñor Aguer, sobre la pornografía del gobierno: son neotaxistas éstos. Por eso yo, cada quince días, me voy al campo. La agarró a Martita y le digo: venga, vamos al campo, Martita. ¿Martita? Ah, la chica que me ayuda con mis hijos. Te decía. Tengo un campito ahí en Carlos Casares, una estancita nomás, que heredé de unos tíos. Me la cuida una familia de lo más buena. Los Pérez. O García. ¿ Podés creer que no me acuerdo?. Y eso que yo siempre les llevo regalos vistes, una chuchería nomás; como atención. No sé, un poquito de harina, polentita, esas cosas nomás. Son de lo más bueno los Rodríguez. O Pérez, ¿Pérez o Rodríguez?. Ay, ni sé qué digo: tengo la cabeza en tantas cosas… La gente del interior viste que es buena. Solidaria. Andan sin apuros, vistes. O sea, no les gusta mucho trabajar, eso es cierto. Les pedís que te hagan algo y bue, dan mil vueltas. Que el matecito, que como anda patrona; son gente relajada, vistes. Pero si los sabés tratar. Martitaaaaaaaaaaaaaa, antes de que te vayas, me traerías un cafecito muchas gracias? Ya te tengo que cortar, mirá la hora que se hizo, y una siempre tan ocupada. Y encima me quedo sola. En un ratito se va la Martita. ¿Cómo que quién es la Martita? Ah, es la chica que me atiende el negocio, cuando yo no puedo. Se va para allá en un rato. Y es que tengo unas jaquecas hoy. No sabés. Te decía, los Gutierrez, Pérez, como sea: gente de buena! Son como las empleadas domésticas, tenés que tenerlas cortitas –sino te la agarra cualquiera y te la embaraza- y no darles mucha confianza, hasta ahí nomás, pero si las sabés tratar, te laburan, eh. Uy, la hora qué es, se me hizo tardísimo. Otro día tenés que contarme vos como andan tus cosas che. Bueno, te tengo que dejar, que ahí anda dando vueltas. La chica que me ayuda en casa, la Martita. Nunca hace nada, pero si agarro el teléfono, justo justo tiene que limpiar algo al lado mío. Me escucha lo que hablo. Podés creer. Ya nadie respeta a nadie hoy en día. Para mí que tiene un novio, esos que andan por la calle, viste, la agarran, la embarazan y después la mandan a espiarte, ojo, porque después te desvalijan la casa. Se llevan todo al conurbano y andá a encontrarlos. Claro, la pobre, una tucumana o boliviana no sé, la verdad que no sé de donde es Martita, le tendría que preguntar. Buena chica, eh. Hace más de 15 años que la tengo en casa. Ojo, no es que quiera hablar mal, mirá que la Martita, hasta ahora, se porta bien. Bueno, te dejo. A ver si te venís una de estas tardes a tomar el té, que la Martita hace unas tortas, riquísimas mirá. Debe haberlo aprendido allá en el Chaco, o en Paraguay. A ver Martita, vení: ¿vos de qué país sos?

1 comentario:

  1. si me parece que la veo a la Martita medio agachada asintiendo las estupideces de la señora con la taza de café en la mano.
    Me gustó el relato.

    Mariano

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