martes, septiembre 08, 2009

La encrucijada.

Si el modelo económico se encuentra en una encrucijada –y resulta relativamente fácil encontrar en la historia económica encrucijadas de este tipo: pero la ausencia o el debilitamiento y trasformación de actores políticos decisivos para la derecha (como el ejército, la iglesia, la crisis en los principales centros financieros y las oscilaciones en el precio de los comodities) impiden dar por sentada su resolución- donde por un lado se pretende, tibiamente un modelo reindustrializador con capacidad redistributiva, que históricamente resulta más amigable con las posibilidades de innovación científico productiva pero dependiente de la transferencia de renta de sectores exportadores primarios y; por el otro lado, un modelo de exportaciones primarias sin capacidad de generar empleo o derechos laborales pero sí las divisas para sostener el endeudamiento; esta encrucijada dado el desgaste político del actual equipo gobernante, la trasformación de varios actores de poder y la incertidumbre sobre el futuro regional sudamericano; no será resuelta hasta los próximos años.
Tampoco se visualizan nítidas las fuerzas sociales y su configuración política capaces de sostener uno u otro modelo; aún cuando la polarización política relativa cree una precaria cohesión al interior de cada paradigma.
Esta resolución; sin embargo, tampoco puede darse para un período duradero, dado que es esta irresolución la que explica la disputa entre los grandes clivajes políticos de los últimos cincuenta años. Y en todo caso, son los sacudones internacionales, y su influencia, los que explican la fuerza política relativa de uno de los paradigmas. Y, por el contrario, el relativo fracaso de los “desarrollismos” en países periféricos con libertad política y social tras la caída de los socialismos reales.
Si hay, entonces, tres o cuatro cosas en las que los argentinos nos hemos puesto de acuerdo para sentar las bases de políticas de estado que deriven en un futuro grandioso y óptimo, es en eso, justamente: la civilización que chistosamente representa el engorde de ganado porcino en Chindia; y la barbarie que hasta el día de la fecha es la única que logró estándares de equidad social, pleno empleo y movilidad social ascendente. Así que, argentinos…a las piñas!

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