jueves, septiembre 17, 2009

La sesión de ayer.


Momento de unidad para todos los Argentinos y los del Conurbano también. De todas las ideologías políticas y los montoneros, debemos celebrar esta fiesta de la democracia, que en base a grandes acuerdos y una laboriosa sobreactuación de los diputados nacionales (¿alguien cree seriamente que un proyecto de ley se corrige minusiosamente por parte de los diputados, y no de los grises asesores, y peor aún, que eso se hace en el recinto y en pleno debate legislativo? Pues, que no. Puro verso, actuación para la tele. En ese sentido, al compañero Miguel Bonasso, le cabe un Martín Fierro a la Mejor Actuación de Diputado Consustanciado con el Trabajo. Una pena que como presidente de la comisión de comunicación, que lo fue cuando los decretos ampliaban -sin audiencias públicas, paso por el Congreso, rabieta en TN- no haya actuado en el mismo sentido, pero se comprende: ser Jefe de Campaña de Aníbal Ibarra -"sacalos que creo que se dieron cuenta"- le ocupaba demasiado tiempo. Y mención especial, en actuación femenina de Niña Coorporativa a Silvana Giúdice, una diputada que honrando las mejores tradiciones del radicalismo -las de De La Rúa, digamos- se cagó en sus propios correligionarios, en su historia y en el espíritu republicano que declamaban; agarró una muda de ropa y se fue a vivir a los estudios de TN. Y muy televisiva, y bien, la puesta en escena de Agustín Rossi; y hay que decirlo: fea la parodia de conferencia de prensa indignada de la derecha, quedó desdibujada: los hijos y viudos de las derechas radical y peronista, de Menem y De La Rúa, son menos creíbles que Mirta Legrand jugándola de atenta escucha. Carolina Moisés, que según nuestras fuentes ayer se encerró en su despacho todo el día para escribir su discurso, estuvo muy bien y es muy linda, Macaluse aportó elementos sustanciales al debate -como los tratados de inversión recíproca con otros países- y el mejor, por lejos, fue Carlos Raimundi: gran y muy inteligente polemista, le aportó garra y sensatez, además de amplitud de miras al aval político del proyecto. Sigo) han logrado este giro al facismo digno de las mejores democracias del mundo. Desmontar posiciones dominantes, oligopólicas en algunos casos, avanzar en una ampliación de mercado y en una pluralidad de lógicas a expresarse en los medios de comunicación -en un mix entre lo público/estatal; lo privado regulado y las organizaciones de la sociedad civil- es algo muy loable pero hacer patalear en el aire, con patéticas rabietas a los publicistas de TN, dicho de modo respetuoso y republicano, no tiene precio. Uno es en el fondo un cacho vulgar y sonríe, qué se le va a hacer.

Ahora se viene una etapa muy dura, porque además del intento de coimear a los santísimos senadores -acá hay, como cuando los derechos de exportación a la soja, mucha guita, pero mucha eh, en juego: y el senado es, no tanto como la Justicia, pero sí una institución muy opaca y corrupta- la que se viene en materia de extorsión mediática pondrá a prueba la calidad de las instituciones, y de su dirigencia política, para soportar los embates corporativos.

Asistir a uno de los peores días del perodismo corporativo es asistir a una rápida clase de comunicación social, pero también, probablemente, a la antesala de una feroz embestida que, aún y por suerte, no encuentra un sijeto social -como sí lo tuvo la oligarquía- en el cual encarnarse. Esa disputa, antes, esa ausencia, antes, se resolvía en los cuarteles. Dónde, ahora, es algo que todos podremos apreciar. Difícilmente, los privilegiados, respeten mansamente -como al vaca que se deja ordeñar, pero que ganó institucionalmente- las decisiones constitucionales del Congreso.

Las viudas e hijas de Menem y De La Rúa, las aladas derechas de los dos partidos populares, por lo pronto, ayer, dieron un lamentable espectáculo de bizarría corporativa; de falta de respeto institucional y de abierto desafío a las modalidades largamente consensuadas de resolución de conflictos en nuestro país. Es un paso atrás, muy atrás. Y muy peligroso.

Muchas veces siento que debo estar equivocado, porque cuando digo esto: lo que se viene es peligrosísimo, jamás encuentro eco o comprensión, más bien, lo contrario, así que supongo que debo estar exagerando o midiendo mal los tantos. Ojalá. De cada siete percepciones sobre el clima social que yo he tenido, solamente le erré en ocho, así que hay esperanzas. Mientras tanto, argentinos todos, hombres del conurbano también (¿porqué no, che?, no sean sectarios, esta es una cuestión que atañe también a nuestros hermanos latinoamericanos del conurbano) nos vamos poniendo ya, mirá qué loco, en los célebres tres o cuatro puntitos de acuerdo para generar políticas de estado que trasciendan los gobiernos de turno, decime, dígame, Doctor Nélson Castro, desde su exilio en la sede de Amnistía Internacional en Irak, si esto no es una maravilla. Ya vamos, parece, un puntito: Ley de Servicios Audiovisuales. Tiro otros dos más, al pasar; para que lleguemos a un santísimo consenso: 2) Modificación de la Ley de Entidades Financieras y la Carta Orgánica del Banco Central; y 3) recreación del Instituto Argentino para el Intercambio; qué te parece, Sentis, eh, que te acabo de ver en la tele tocando con la banda militar festejando la llegada de Del potro, eh.

Ah, y me olvidaba.

Nadie sabe responderme la pregunta, a ver si se ponen las pilas, che: ¿qué es de la vida de Marley?

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