Un amigo, un tipo al que quiero, me dijo, días atrás, sobre alguien que tampoco viene al caso: “tal es un busca”. Me dolió. No por el Tal en cuestión, convengamos: tengo una más (y mejor) aceitada gama de insultos. Me dolió porque esa mezcla de indulgencia y desprecio, de exclusión y ternura, la he sentido, muchas veces, en carne propia. Me dolió porque soy un busca.
He tenido y tengo la mejor mina porque soy un busca, he tenido y tengo los mejores amigos, he tenido y tengo un conjunto de adversarios envenenados, por ser un busca: porque en todo caso, una sola cosa define al busca: no tengo nada que perder.
Me gusta el coraje. Admiro la fuerza. No las piñas, no las trompadas, admiro la fuerza para soportar, para morderse los dientes y salir adelante. Me gusta eso. Detesto los que cuidan lo suyo, lo entiendo natural, claro, pero detesto que al correr los años “lo suyo” abarque desde electrodomésticos a secretarias, nunca paisajes, pequeñas esquinas, algunos secretos que duelen, lugares rotos; la lucha desgarradora porque nos estamos siempre yendo. Porque nos estamos yendo es lo suyo, lo tuyo, lo mío. ¿En qué momento, a los cuántos años, cuándo compramos, qué fue, qué pasó que tiramos a la basura la buena imagen de los buscas? ¿Cómo es que, de pronto, nos caen mal los buscas? ¿Hicimos algo bien y no me doy cuenta? ¿Hiciste algo definitivo y yo todavía no lo entiendo? ¿Debería dejar de apreciarte porque ya no bancás a los buscas, o debería, yo, disimular que soy un busca?
El niño que soñaba con ayudarlo a Alfonsín para que no vuelvan los militares, que quiso crear más plazas y parques que Juan Don Bosco, el niño que soñaba con jugar de nueve al lado de Valdano y Maradona, el niño que vendía plantas y tierra turba por el barrio, ese niño miraba Camino al Cielo y Buscavidas. Esas series no están más, tampoco ese niño. Las series pueden buscarse en alguna ontología, del niño, solamente yo tengo una postal difusa: porque ese niño fui yo.
A mis treinta y uno, no me va mal. No soy dueño de nada, pero me va bien. Ni auto ni casa ni nada, pero una vida más grande que lo que hubiera soñado. No me gusta pensar que las condiciones me jodieron. Porque no me gusta pensar en las condiciones.
A veces voy a comprar a la despensa de atrás del cementerio, en Paraná. El empleado que me atiende es un busca. Íbamos, hace algunos años, a entrevistarnos con el entonces presidente Néstor Kirchner, viajando en colectivo a Buenos Aires, y él leía la biografía de Irigoyen de Manuel Gálvez, yo la de López Jordán de Fermín Chávez.
Antes de que asumiera Kirchner ya éramos amigos, incluso, hay por ahí un libro editado que hicimos juntos.
-Después de esta reunión, puede irnos bien-le dije.
-Ja. Lucas, voy con vos.
-¿Y?
-Ya sé cómo termina esto. Me gusta, me divierte, pero bueno: ya voy prevenido. No te gusta ganar.
Puede ser. Bah, quizás sí: me siento cómodo entre perdedores, de eso pueden mucho jugo sacar los que flotan, los que hacen del equilibrio un argumento, un objetivo de vida. Ponele que sí. Pero quería decir esto. Cualquier manual de psicología me derriba, a mi me queda, solamente, con toda la fuerza, la verdad.
Todavía puedo ir a comprar a esa despensa, tomarme un porrón a la siesta, hablar del revisionismo histórico. Todavía puedo. Hay varios que no. Que me dicen: traelo, che, convencelo, ahí se marchita, vendiendo girasol en invierno y helado en verano; vos que todavía hablás con él, decile que arregle con mi secretaria una reunión: lo atiendo.
Digresión: vos que todavía podés, es una frase que me derrumba.
Lo atiendo, je.
Días atrás, hacía mucho que no lo veía, otro amigo, y bueno, lo encontré, borracho, en la terminal de Retiro. Los porteños lo maltratan, dice: te escuchan cantar, te palmean, dicen qué buena interpretación de Cadícamo, pero, sabés qué Lucas, todavía no he terminado de pagar las cuotas de este traje.
Si yo fuera cantante, si fuera compositor, haría esa canción. Los buscas. Yo soy uno de ellos. Soy el recuerdo de lo que te olvidaste. Un salteño en Palermo. Vendedor de mi poemario. Un militante rentado volviendo al pago, un mozo que sueña con Filosofía y Letras, un musicalizador de cumbia villera, un atento encantador de viudas, un presidente de club de barrio, un sueño incompleto. Todo este sueño incompleto. Soy como ellos. Soy todos ellos, pero un poco menos. No tengo talento, pero no soy un estereotipo de la tele, no me rompan las bolas. Ni renuncio, ni tengo grandes orgullos. Le meto para adelante, no por valiente, sino porque no queda otra. Ojalá pudiese, desesperado y con bronca, escribir un post grandioso, que llene el pecho de sombras, soy uno de tantos, un busca, y la mejor canción no me sale. Pero lo sigo intentando. Mientras vendo flores en las esquinas, y pienso en el fondo, debajo de la sonrisa, porqué no se van, todos los trajes y las corbatas, porque no se van de una buena vez por todas a la puta que los parió.
Porqué no se meten sus triunfos y seguridades adentro de ese ego, ahí caben todas las victorias, los equilibrios, los talentos, las mañanas. Ahí cabe de todo, hasta los olvidos, o sobretodo los olvidos, menos un cachito, pero un cachito de miedo, de lucha, de riesgo, un cachito, un orgullo callado, no uno a gritos y estridente, no un decálogo, no un currículum, sino un cachito, pero un cachito, de miedo.
Como un beso bajo el puente con la primera novia. Con doce o trece años. Con la incendiaria carta de amor escondida en el bolsillo del guardapolvos. Y el beso inmenso, lleno, que todo lo puede. Ibamos a ir, por nuestro amor, con el pecho al frente, contra el mundo. Fuimos, alguna vez, acordate, fuimos buscas.
No cambiamos, el que cambió fue el tiempo.
No somos mejores que los buscas, solamente arrugamos.
de verdad me hiciste llorar, de verdad
ResponderBorraryo me acuerdo de mi novio a los doce años.
Ahora estoy casada, pero me acuerdo lo que fui lo que pelee.
Sos un tipo muy loco, peleas con dureza a la diputada Consti, te aguantaste las amenazas de los ruralistas y escribis estos post sobre los buscas, diciendo que sos un busca.
Soy psicóloga, raza que se ve no aguantás pero es impresionante cómo te gusta y tenes coraje para estar al lado de los más débiles.
No sé porqué esté escrito, se ve que estas en muchas peleas a la vez y seguramento esto responde a una pelea más pero tu escrito me hizo emocionar porque me acordé de lo que fui, en aquellos años, como vos decís "bajo el puente"
Se ve que no te das cuenta cuanto creíble sos como periodista y como persona, sos en el fondo muy simple, en el buen sentido.
Brillas, Lucas...
ResponderBorrarRealmente bueno, che...
Un abrazo
es que sos el unico blog que esta escrito para mujeres carrasco te pegan en los pasillos y no lo dicen de frente pero les ganas de mano como busca porque sos un descarado y sinverguenza que asume que sos descarado y sinverguenza
ResponderBorrarsos el cacho castaña de los blogs!!!!!!!
y te rejuro que las minas te aman.
Tibio, dudoso y busca.
ResponderBorrarUn programa, lo que se dice.
Muy lindo texto Lucas, un saludo!
ResponderBorrargracias,
ResponderBorrarpepe
"Le meto para adelante, no por valiente, sino porque no queda otra". Qué degenerado, qué bien escribís.
ResponderBorrarY a mí también me hiciste llorar.
ResponderBorrargracias che
ResponderBorrarQué hermoso escrito, íntegro. Muy bueno, posta. Gracias.
ResponderBorrarQuè bueno Lucas, muchìsimas gracias Cacho.
ResponderBorrarAbrazo grande y mediterráneo.
Anoche me dormí pensando cuando comencé a laburar, allá por el 87, haciendo copias a máquina. Sigo siendo un busca, sólo con el cuero un poco más duro.
ResponderBorrarBrillante Lucas.
ResponderBorrarSin embargo, Elena me dejó pensando:
¿Escribís para las mujeres?
Y sí... como todo busca.
¡El Cacho Castaña de los blogs! Como te cagaron con esa hermano. Si la escuchaba antes la usaba para presentarte en Tucumán.
Un abrazo.
Muy bueno che...
ResponderBorrarni idea si te gustan.. pero bueno
http://www.youtube.com/watch?v=yerbig6Ky4Q
saludos
Yo soy una busca desde que estaba en la panza de mi vieja.
ResponderBorrarUn abrazo, me gustó el post.
Lucas, waw...
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