domingo, noviembre 01, 2009

Empresarios K (2)

Escribe  Horacio Verbitsky hoy en Página 12:

Tanto en la discusión de la ley audiovisual como a raíz de las acusaciones de Morales contra la militante social jujeña Milagro Sala, el discurso opositor partió de un supuesto caprichoso: la existencia de “Empresarios K”, dispuestos a quedarse con los medios que se vendan por la desinversión forzada por la ley de medios, y “Piqueteros K”, como la creadora de la organización popular Túpac Amaru. La K ha pasado a ser la letra de la miopía. Ninguno de los mencionados en todas las especulaciones hizo su fortuna a partir del kirchnerismo. Forman parte de la predatoria burguesía argentina, que cortejó a todos los gobernantes. “Los empresarios somos cortesanos del poder”, dijo hace dos décadas el ingenioso Carlos Bulgheroni. Comenzaron con Isabel y López Rega y aceleraron su ascenso con los militares golpistas y sus ministros paquetes. Fueron de la Coordinadora cuando gobernaba Raúl Alfonsín y tallaba Brodersohn; menemistas desde que entendieron que el salariazo venía después de la revolución productiva, y no tuvieron remilgos ni con la Alianza (¿remember Nicolás Gallo y Fernando De Santibáñez?) ni con el Senador Duhalde, quien repitió el esquema del dictador Viola y subió a la Unión Industrial a su gabinete.

–¿Las cenas aquí son siempre iguales? –preguntó una vez Zulema Yoma al personal de la residencia de Olivos.

–Cambia el menú. Cambian los presidentes. Los que nunca cambian son los invitados –fue la respuesta.

Es ingenuo o avieso pretender que esta clase empresarial, responsable del capitalismo de rapiña conocido por aquí, vaya a contribuir a la acumulación de un presunto “proyecto kirchnerista”. Son mucho peor que eso. Carecen de cualquier lealtad y/o ideario político. Gobierne quien gobierne aprovechan cada oportunidad para invertir poco y ganar mucho a expensas del Estado, y su lealtad dura lo que el poder al que se acercan. Quienes se quejan por el avance que temen no son mejores que ellos y esa ha sido una parte no menor del drama argentino. Que deban competir entre sí es una forma de disciplinarlos.

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