Soy un
escritor “políticamente
incorrecto”. Por eso me han atacado en este blog y en otros, no con
réplicas
contestatarias, que las acepto porque forman parte de la interactividad
pluralista y democrática. No, me han insultado y difamado, que es
distinto. Y lo
han hecho cobardemente, usuarios anónimos, imposibles de identificar
porque se
han registrado con nombres ficticios. En este blog, cuyo administrador,
el señor
Lucas Carrasco, ha tenido la hombría de bien de eliminar a mi pedido una
grave
calumnia que afectaba mi honor, se han burlado hasta de mi edad, como si
ser viejo fuera un motivo de mofa y de descalificación.
He escrito cosas para
muchos horripilantes, eso sí,
con mi nombre y apellido, por ejemplo: que el ingeniero Álvaro C.
Alsogaray ha
sido un gran hombre y un gran político que le enseñó a los argentinos a
pensar
en términos de libertad económica, que además ha sido amigo mío y de
cuya
amistad me enorgullezco; he escrito artículos y cartas de lectores en
defensa
del padre Julio César Grassi, a quien no conozco personalmente ni
comparto sus
ideas políticas, pero de cuya inocencia estoy absolutamente convencido,
aún con
el riesgo de equivocarme. He escrito artículos y cartas de lectores
contra el
actual gobierno, que es quien hoy por hoy da el principal ejemplo de
apriete,
descalificación e intolerancia hacia quienes no comparten su manera de
pensar;
he escrito una novela donde denuncio a ciertos (ex) jóvenes de la UCeDé
marplatense, partido en el que yo milité en los ochenta, muchos de los
cuales asistieron a mis cursos sobre economía de mercado y que hoy
ocupan altos
cargos en el gobierno de Cristina Fernández, no se sabe bien si porque
fui un
pésimo maestro (lo cual es posible) o porque ellos no tienen ni
vergüenza ni
escrúpulos y prefieren el poder y las alfombras rojas a los ideales que
un día
abrazaron. Pero jamás le he faltado el respeto a nadie, porque mis
críticas, aun
las más duras y demoledoras, se fundan siempre en argumentaciones
racionales, con giros irónicos y metáforas sarcásticas, a veces, como
es,
sin ir más lejos, el texto de mi carta a La Nación “Apelativos zoológicos”, que fue
transcripta en este blog y que dio lugar a ese “aluvión” de agravios y
descalificaciones. Por si fuera poco, también he escrito a favor de la
unión
conyugal entre homosexuales, posición que me ha valido más de un
disgusto con la
Iglesia a la que pertenezco, aunque curiosamente mis detractores de
izquierda en
este asunto no me han reprochado nada.
He escritos muchas
otras cosas antipáticas, y lo
seguiré haciéndolo.
Pero soy auténtico, y
creo que con mi
conducta estoy dando un buen ejemplo, primero a mis hijos y nietos, a
quienes siempre enseñé a ir de frente y detestar la hipocresía, y luego a
todos
los jóvenes que me leen, piensen de la manera que piensen.
Tratarme anónimamente
de “viejo”, de “nabo”, de
“boludo” y hasta de “fascista” como lo hicieron en este blog es de una
vileza
tan grande que uno siente primero rabia e impotencia, pero después
termina
compadeciendo a esos jóvenes que utilizan tan equivocadamente la
herramienta de
comunicación más globalizada y capitalista que existe:
Internet, jóvenes desorientados, contradictorios y enojados, a
quienes
tal vez les han faltado los buenos ejemplos de sus
padres y maestros.
Enrique Arenz.
Contacto
enriquearenz@gmail.com
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ResponderBorrarPensé que era un chiste, pero de verdad escribió que Alzogaray era un gran hombre.
ResponderBorrarNo sé adónde o cuándo lo insultaron, pero no me extraña.
Y todavía me extraña menos si se trata de una persona anciana: nadie espera que cambie una opinión nacida de un deslubramiento juvenil. Y nadie espera que diga algo que no se haya leído u oído hasta el hartazgo. Alzogaray y su descendencia vienen sonando en los medios desde que consiguieron hundir a Frondizi.
En resumen, señor Arenz, deje de victimizarse, que está grande para esas pavadas.
Bueno, si a don Enrique Arenz, con el espíritu irónico y sarcástico que dice poseer, le parece que una exhortación al magnicidio es tan solo una broma pesada, y que lo mas notable de ella es la difusión de pagadizos apelativos zoológicos, debiera entonces entender que algo con una gravedad institucional considerablemente menor, como decirle a él viejo boludo, no es mas que la exteriorización del rústico estilo chacotón de muchos de nosotros.
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ResponderBorraralguien deberia informarle a este tipo que no es un buen ejemplo, sino todo lo contrario.
ResponderBorrarse merece mucho mas que insultos.
no sé porqué a un tipo tan cabal le preocupa lo que pueda comentarse en un blogsito aluvionado de morondangas y que, además, se encuentra tan lejos de hacer historia, eh? o acaso pretenderá negociar eh?
ResponderBorrarEn los comentarios del blog de Lucas Carrasco se leyò: «¡boludo! ¡nabo!». No parecen insultos o difamaciones. Más bien fue una broma pesada, aunque, naturalmente, no se la deba festejar.
ResponderBorrarEnrique Arenz no debiò tomarlo tan dramáticamente y, mucho menos, difundirlo. ¿Para qué anoticiar a los argentinos, tan propensos a la chacota, de esos apelativos tan precisos?
Con todo respeto y sin ánimo de polemizar, permítame señor amigo de Alsogaray decirle algunas cositas: Usted es un anciano y desgastado pene (no le digo viejo choto para no ofenderlo).
ResponderBorrarA propósito, ¿alguien sabe si el grado militar de Capitán del Ejército Argentino habilita para el ejercicio de la profesión de ingeniero, por el solo hecho de tratarse del arma de ingenieros?
ResponderBorrarSi fuera así, ¿el Cabo Gómez del Arma de ingenieros, también sería Cabo Ingeniero? Lo pregunto porque con el tiempo y por el mismo criterio, pasaría a ser Ingeniero Gómez. Y hasta también podría advertirnos un día que "hay que pasar el invierno", mientras los maestros permanecen ocho meses sin cobrar sus sueldos.
Policarpo Cuaresma