jueves, marzo 04, 2010

Volvieron todos



Por Raúl Degrossi


Volvieron todos

Sin el ruido de cacerolas de fondo, como en el 2001, pero con abundancia de cámaras y micrófonos, volvieron, todos y por todo.

Volvieron para explicarnos claramente, sin subterfugios y para que lo entendamos, hasta donde llegan el diálogo y el consenso, que valor real y concreto tienen sus apelaciones al respeto por las instituciones republicanas, su apego a las reglas de juego de la democracia.

La misma expresión de falsa sorpresa con que juran y perjuran estar desprovistos de todo ánimo destituyente, es un claro indicio que la hipótesis de acelerar el final del gobierno (o su colonización, haciéndole abandonar su programa para ejecutar el trabajo sucio “que debe hacerse”) es algo que analizan a diario, y desde lo que planifican sus acciones.

Han asimilado ese cacerolazo inaudible -pero concreto y real- que trasuntan a diario los editoriales de las principales plumas de Clarín y La Nación, se han entregado con goce y sin culpa a hacer realidad los sueños de Mariano, de Joaquín y de Ernestina, disfrutando todos -los acostumbrados todos estos años, el rescatado del olvido por la fuerza de la necesidad- su estrellato mediático, que intentan revalidar diariamente con un fervor orgásmico por acuñar la frase más lapidaria, la iniciativa más corrosiva de la marcha del gobierno, el pronóstico más apocalíptico sobre su suerte.

Saben -aunque no lo digan- que a quienes les dispensan el ágora mediática no les bastará el triunfo moral (si se me perdona el uso de esa expresión en este contexto), y les exigirán de inmediato pruebas de amor más concretas, más vinculadas a sus intereses objetivos.

Ha pasado el tiempo de las medias tintas, que coincidió con el estrellato del vicepresidente opositor, esa rara avis incorporada por la experiencia argentina al bagaje conceptual de la ciencia política.

Ya parece no hacer lugar para hombrecitos mediocres con cara de amables y mansos, que proclaman decisiones transcendentes con voz temblorosa, lenguaje confuso y apelación al consejo del núcleo familiar íntimo.

De allí que aquél cuya permanencia se juzgaba imprescindible para dirimir el empate, hoy es simplemente el burocrático encargado de recordarle al otro, a aquél con quien no deben ser sorprendidos en una foto común (a tal punto llega el culto de la imagen como instancia de construcción política), que no olvide alzar su brazo para ayudar -de un modo decisivo- a consumar la maniobra.

La hora es de los decididos, de los que no sólo echan a un lado los escrúpulos -si alguna vez los tuvieron-, sino gozan de exhibir en público la incoherencia en aras, claro, de fines superiores; que les exigen abdicar de delicadeces estomacales a la hora de reclutar apoyos.

Empezamos a entender por qué razón nos restriegan por las narices la experiencia uruguaya. ¿Será tal vez por la búsqueda de una consagración democrática del olvido y la impunidad, o por la sobreactuación obscena de un mensaje tranquilizador para el capital, al que se promete seguir con la vista gorda a sus tropelías?

Por boca de uno de ellos, que persiste en presentarse como un estadista consumado y un avezado piloto de tormentas, nos anoticiamos del aspecto principal en el que hemos de intentar parecernos a Chile: el modo de encarar la protesta social, la respuesta del Estado frente a la emergencia de los excluidos.

Adquiere ahora cabal sentido su silencio cómplice frente al drama hondureño: no es astuto criticar en público aquello que se piensa, en privado, en replicar. Menos cuando se decide pasar rápidamente del pensamiento a la acción concreta.

Ellos, los que volvieron -en realidad nunca se fueron-, disfrutan las mieles del éxito que supieron construir como consecuencia de su unidad, demasiado parecida a una confusa argamasa, pero no por eso menos efectiva; unidad que es también una lección para nosotros, que desde la otra vereda muchas veces parecemos incapaces de acumular fuerzas por sectarismo o por poner lo adjetivo, delante de lo sustancial.

También empiezan a entender que esa unidad que han logrado en sus propósitos inmediatos se da de bruces con sus apetencias personales de cara al 2011, y probablemente vuelva a estallar en pedazos en la medida en que el proceso se acelere.

Hay allí demasiados egos convencidos de ser los principales (si no los únicos) artífices de los logros, egos sutilmente aprovechados por el conglomerado mediático para utilizarlos como instrumentos de sus propios fines, y en tanto instrumentos, desechables si las circunstancias lo requieren.

Pero si la unidad les garantizó el triunfo, y la fragmentación, por el contrario, pone en riesgo los objetivos primordiales, ¿nos sorprenderán con otra inesperada convergencia, esta vez en el plano electoral?

Constantemente apelan, en defensa de lo indefendible, al voto del 28 de junio, “no hacemos -nos dicen- más que lo que votó la gente, que nos pide que nos unamos para ponerle límites al gobierno”.

¿Será la criminalización del kirchnerismo, su expulsión del territorio de la política, su reducción a una especie de asociación ilícita -tópico frecuentado, por otra parte, por los lectores comentaristas de los diarios digitales- una pirueta dialéctica para justificar otro rejunte, de aquello que se nos dijo no se podía juntar?

En el afán de traducir esos difusos deseos, ¿veremos converger a quienes expresen de un modo más cabal y definido el tipo de país que “la gente” desea y añora, con quienes puedan exhibir sus blasones de combatientes de la resistencia contra un régimen definido como dictatorial y corrupto, desde las primeras horas y sin ningún tipo de treguas ni concesiones?

¿Se viene, tal vez, una fórmula Menem-Carrió?

1 comentario:

  1. Y, los radicales querian dialogo y consenso, y dialogaron y consesuaron, con menem...!
    Y nosotros somos los nietos de la pavota, esperando que alguna vez el PJ deje de traicionar. Lamentablemente se va todo a la derecha. Cristina tiene buenas ideas y Nestor tambien, pero no han sabido conducir ni construir algo que enfrente con exito al PJ. Lo trataron de seducir, de limpiar, pero al final te la ponen doblada siempre. No falta mucho para volver a ver a Mingo dando consejos de economía en TN.

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