El Club de los Pedófilos y el matrimonio gay

Pelearse con el Club de los Pedófilos que preside Bergoglio, puede ser una jugada política riesgosa, como sostuvo en un comentario Omix. El Club de los Pedófilos tiene una unidad básica, financiada por el estado, en cada pueblo del país. Detrás de sus recitados paranoides sobre el cielo y el infierno, van a profundizar la doctrina fascista que en material social y cultural proclaman. Como, por otra parte, vienen haciendo desde el año 2003, cuando el gobierno nacional decidió terminar con la impunidad de la que gozaban los violadores, apropiadores de menores, torturadores y asesinos, que como sabemos, cometieron sus delitos sin cometer pecados, tal la doctrina que presentó en su momento el Club de los Pedófilos.
El dilema político no es menor.
Sin embargo, el gobierno nacional, pretende seducir a muy minoritarias franjas de clases medias urbanas con medidas que atentan contra el poder terrenal que el Club de los Pedófilos supo conseguir en años de dictaduras y gobiernos serviles. La disputa de Bergoglio -que por la organización autoritaria y vertical del Club de machitos rosados, implica decir que todos sus soldados responderán con mayor o menor vehemencia a las órdenes del General- contra la franja de la sociedad civil que representa el kirchnerismo se podría agravar, a un costo político de cara a las elecciones de 2011 muy grave. En ganancias electorales, la flexibilización legal del aborto -penalizados para los que son pobres- y la igualdad de derechos para ciudadanos con orientación homosexual, representa pura pérdida. En el plano ético, es de estricta justicia y un innegable avance en materia de libertades civiles.
Este choque entre la ética de la responsabilidad y una ética de las convicciones, seguramente estará en los cálculos del gobierno.
Pero el cuadro de situación es más complejo. La cruzada fanática del Club de los Pedófilos ya comenzó. Poco importa si hay en su interior muy minoritarias franjas de sacerdotes que tienen una visión menos enferma de cómo debe ser la sociedad, porque una estructura de mando más vertical que un ejército donde se contempla la impunidad y el resguardo de los criminales más aberrantes en tanto sean uno de sus miembros, necesariamente cuando el General en Jefe da una orden el resto de los soldados, la acatan.
Y la orden de Bergoglio es considerar el demonio al actual gobierno nacional.
El interrogante entonces es: ¿aceptar las extorsiones de la embajada de la úntima teocracia occidental o avanzar hacia una sociedad más libre e igualitaria?
Pero ese interrogante tiene que sopesar otras variantes: 1) un nuevo frente de batalla y un nuevo adversario
2) los riesgos electorales, que a su vez implican los riesgos de sostener políticas públicas hacia los sectores menos favorecidos  y 3) la imposibilidad de lograr un amplio abanico de alianzas culturales, sociales, políticas, institucionales, capaces de resistir la embestida de los sectores más reaccionarios de la sociedad, con Bergoglio al frente.