jueves, abril 08, 2010
El salamín
Hoy fui a comprar cigarrillos y algo para almorzar, en una despensa nueva que abrió en la esquina de casa. Por cada cosa que le compraba, la mujer me contaba una historia así de larga. Pleno mediodía otoñal, el camarada recién levantado y con un humor de perros, no estaba para historias de ningún tipo. Y sal, necesito sal, al fin compré: llevo bastantes días sabiendo que tengo que comprar sal y olvidándome y así. Bueno, entonces, la mujer me decía algo sobre las distintas marcas de sal. Como si yo puedo diferenciarlas. O los precios, qué se yo los precios, no tengo ni idea. Sé que cada vez compro menos cosas con la misma plata, pero de ahí a saber cuándo cuesta la sal, naa, mucho pedir. El asunto es que también llevé un salamín, que lo hace el hijo, en Sarmiento, una pequeña localidad del campo en Santa Fe, departamento no sé cuánto, me dijo, por supuesto que me lo dijo, pero me olvidé. Ah, Las Cañitas, creo. No, señora, no conozco. Tendrías que conocer. Seeee, me muero de ganas, debe haber vacas, perros, peones, garcas, soja, mosquitos, ratas, vinchucas, y ratas, por todos lados ratas. Una vez, en Uruguay, creo que era en Canelones, me paré en el medio del campo sobre el más grande nido de ratas que haya visto jamás. Sin darme cuenta, quedé rodeado por las ratas, mi dios. Bueno, el salamín es casi tan bueno como los que hacen en la capital nacional del salamín, que es Chajarí, departamento Federación, de Entre Ríos. Ya voy al punto. Pasa que tengo que escribir una columna que no puedo, no es que no tenga ganas, ni que muera de ganas tampoco, sino que no me sale. No encuentro un tema, algo así, ponele, que una señora en el ascensor diga "qué profundo" o "qué interesante", algo así, bueno, no, no me sale. Entonces me pongo a escribir de cualquier cosa y ya saldrá, como siempre. Malo o bueno, cada cual con sus talentos y capacidades, pero salir sale, qué se yo. Hay minas insoportables que dicen "qué interesante" cuando piensan en verdad "qué porquería". Esta es fija: si dice, en un diálogo, ponele, así casual en la calle, más de tres veces "qué interesante" posta que estudia teatro, esa nunca falla. Bueno, el salamín. Estaba muy rico. Tuve que esforzarme, volver a vestirme, caminar casi ochenta metros, cruzar la calle, sacarme una lagaña y volver a la despensa, a decirle, señora, deme otro. O deme dos. Y volvió la charla, ahora sobre el campo. Una vieja apestosa que vive acá enfrente, sanateaba con El Tema de la Lechería, la de la despensa le decía otra cosa, muy contraria. Ya me cayó bien. Dame tres. Carrasco no pensaba intervenir, recién me levantaba y lo malo de levantarse tarde es que no da para dormir en forma y horario la siesta, te conviene esperar, salvar las apariencias. Dame un vino tinto, le dije. Y ahí ya estábamos en si era confiscatoria, que la constitución -la vieja de enfrente, que no caza una ni al voleo, se hacía la constitucionalista- el diálogo y el consenso y si es conveniente matarlos a todos de una o torturarlos lentamente antes de colgarlos de la plaza y fusilarlos ya que solamente queremos vivir en paz y sin crispación. Entonces, intervine. Para recordarle el artículo 54, inciso e, capítulo 28, que desde la reforma constitucional del 94 dice textualmente: "los ciudadanos pelotudos tienen todo el derecho a decir pelotudeces, siempre y cuando no ofendan el buen oído de un circunstancial vecino". La vieja, como todo ignorante, me salió con los derechos de uno que terminan donde empiezan los de Amalita Fortavat, sí, hay gente así de gansa. Cree que mis derechos terminan donde empiezan los de Lionel Messi. Igual, el punto no era ese. Sino que era otro. Pero ya escribí suficiente y se me acaba de ocurrir una gran idea. Hasta mañana.
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Sería mucho pedir que saques esa foto de ahí? Es una inducción al aumento en la demanda de salamines. (Aparte me de hambre, pero eso es otra cosa)
ResponderBorrarPodría escribir sobre la transferencia de conocimiento vacuo onda TN. La tipa cree que sabe algo porque se lo dijo TN y lagente.
ResponderBorrarson las seis de la mañana Carrasco y puedo decirle que leerlo me ha dado confianza en que hoy será un gran día, que se cumpla o no, no tiene mayor importancia lo importante es la intención.
ResponderBorrarAbrazo
PD: y ud. dice lo que dice de esos salamines porque todavía no ha probado los Campana que prometo hacerle conocer cuando se digne a venir por esta mediterránea ciudad.
se puede hablar de salames si nunca sus bocas probaron el sagrado mana de oncativo?
ResponderBorrarsomos almas gemelas carrasco.Yo, como ud. prefiero escribir cualquier pelotudez esperando que se me venga algo brillante y exquisito a la mente, que no escribir.
ResponderBorrarY comerme dos salamines a uno.
Lo que pasa es que empiezo a comer salamines y a escribir pelotudeces y asi termino. Asi.
Le mando un beso, creo que realmente es justo y necesario que asi lo hagamos.
Oncativo,Sarmiento,Chajari,Campana,que esta por empezar la guerra del salamin? Si el tema es tirarse con salamines,avisen con tiempo lugar y hora,que llevamos pancito y cerveza.
ResponderBorrarSaludos
Salame es mercedino, el resto es carne picada adentro de un sachet ok? Y la vieja del mercadito..... jaaaa Yo lo solucionè, le compro a una china que està rebuena y no caza un fulbo de las yetenciones ni los dnu. Ademàs, el bolita de la fruteria me dijo que a Viviana (asì se llema la oriental)le gusto. Soy feliz....!
ResponderBorrarLeí el título del post en mi blog y la verdad pensé que se trataba de algo referido a Gerardo Morales. Por eso entré con ganas. Igual me cagué de risa con el cuentito.
ResponderBorrarNo hay nada que hacer. Frente a un mísero salamín se pierden todos los pensamientos. No somos nada.
ResponderBorrarQue será mísero, que se usa su nombre para identificar al más idiota: es un salamín, que es peor todavía que decir que es un salame.
Para salamín de porquería, no hay mejor que venir a comprar a Buenos Aires al super del chino. Y todos los fiambres son una porquería. Algún día te voy a contar lo que pienso del jamón cocido. Pero ahora quiero hablarte de tu post.
Como siempre, después de leer un post de Lucas, mi marido me escucha decir: este Lucas es un genio. Pero hoy se lo leí en voz alta. Y me sentí de pronto Discepolín leyendo ese monólogo en la radio. Y sí, Lucas es el Enrique Santos Discépolo (Discepolín) que le hablaba a Mordisquito, que era el gorila de antaño. Lucas le habla a la vieja del almacén, que es el Mordisquito moderno.
Pero Lucas no le habla a Mordisquito con los pensamientos metabolizados como hacía Discepolín, le habla a la vieja de enfrente usando el sarcasmo: le manda el artículo de la Constitución, con número e inciso, y le chanta el texto completo que "permite a los ciudadanos pelotudos decir pelotudeces mientras no ofendan el buen oído de un circunstancial vecino"
El final, con la vieja hablando las palabras que Lucas escucha no las que ella dice: que los derechos de uno terminan donde empiezan los de Amalita Fortabat. A lo que Lucas contesta que mirá si mis derechos van a terminar donde empiezan los de Lionel Messi. Y se manda con esto toda una crítica a la teoría del Derecho.
Y carajo que me deja pensando. Ese derecho que termina donde empiezan los de los demás, ¿qué pasa cuando el otro es Amalita Fortabat? Su derecho avanza mucho sobre el mío, y mi derecho se queda a un paso de la salida cuando ella ya caminó sobre mí mil kilómetros. Pero eso sí, el de Lionel Messi no nos roba ni un centímetro, pobrecito, embocador de bolas en un cesto.
Te mando un beso enorme Lucas y no sé cómo te pudo pagar tantas lecturas como ésta.
Nuestra eleccion es el salamin capriata, muy por encima del cagnoli.
ResponderBorrarOvbiamente hablamos del reino de la pcia de buenos aires.
Muy buen post, el tono , la intencion, muy bien
lo de chajarí es un bolazo que se corre, todo el mundo sabe que los mejores salamines son los que fature el invierno pasado y los que saldrán este próximo 20 de julio, cuando vuelva a faenar.
ResponderBorrarsaludos
Se armó "La Batalla del salamín", eh.
ResponderBorrarGracias, Eva. Y mandale saludos a Bob. Cuando nos veamos en Bs As, seguramente el sábado, les cuento lo que escribí (y perdí) sobre el Cuarteto Zupaz, jajaja.
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