lunes, junio 21, 2010

¿Puede el radicalismo ser socialdemócrata?



Una interpretación común del sistema de partidos en la argentina, sostiene que los dos grandes partidos/movimientos nacionales, el radicalismo y el peronismo, tienen ambos sus alas izquierdas y derechas. En mi caso, coincido con esa interpretación. Pero. A la vez, la condición de posibilidad, también creo, de las transformaciones sociales -hacia uno u otro lado- requieren de un sujeto social. Demos por válida la afirmación de que, a grandes rasgos, la clase media se siente representada por la cultura radical (más allád e cuestiones de personerías) y  la clase obrera y trabajadora por el peronis. Mientras que la cúpula de la pirámide social, se divide en torno a un industrialismo mercadointernista versus un modelo agroexportador primario. Y que, esta cúpula, fluctúa en sus apoyos a una u otra ala de cada gran partido/movimiento nacional. Siguiendo con esta simplificación, hay que anotar que: la cúpula social se ha diversificado durante el proceso de valorización financiera, pero ha ganando en concentración mayor homogeneidad. Eso explica, por ejemplo, la alianza entre la Asociación Empresaria Argentina, la Mesa de Enlace, la Iglesia Católica y sectores mayoritarios de la Unión Industrial Argentina.
Mientras que en la base de la pirámide social, se ha acentuado la fragmentación: de este modo, mientras la CGT -comandada por sectores del transporte y los servicios- discupe topes impositivos, hay 40% de empleo en negro,que quiebra la tradición cultural de que estar ocupado u empelado es salir de la pobreza. Los bolsones de inempleables, pobres estructurales, a su vez, se han ensanchado en relación a 30 años atrás. Y, por otra parte, la clase media, entendida más como aspiraciones, ilusiones y deseos compartidos, se ha fragmentado y diseminado tanto que ya no puede apresarse detrás de categorías exclusivas como las de deciles o de trabajo no manual.
Es probable que un abogado de grande firmas facture con un monotributo parecido, aunque de distinta categoría, que un vendedor ambulante de una feria municipal.
La última y única ilusión socialdemócrata ala europea fueron los primeros años del gobierno del Alfonsín con talento. Esa experiencia terminó con un rotundo fracaso, hasta el punto que debió, Alfonsín,d ejar antes el gobierno y resignarse a ser furgón de cola del menemismo durante los inicios de éste.
El retorno del radicalismo al gobierno, en 1999, terminó peor. Y esa experiencia de gobierno -la más conservadora y reaccionaria que haya tenido la historia democrática- tuvo la particularidad de que el espacio supuestamente progresista de la Alianza lo ocupaba el Frepaso, no las corrientes alfonsinistas de la UCR, aún hegemónicas al interior del partido.
 Desde 1999 hasta el 2009, todos los radicalismo provinciales con capacidad electoral de ganar en sus provincias, fueron oficialistas. Delarruistas primero, duhaldistas después, kirchneristas luego, para darse vuelta algunos pocos durante el conflicto con las multinacionales sojeras, y otros seguir perteneciendo a esa vieja tradición de ser oficialista con cualquiera.
La cultura que predomina en este radicalismo que gobierna está más ligada al mercadointermismo, a un estado fuerte, a nociones difusas de desarrollismo y a prácticas políticas provincialistas, desarticuladas de los debates de las grandes urbes.
A la par, quienes comandan el radicalismo formal, son peones de corporacioens, aliados a la Iglesia Católica (la mayoría de sus diputados votó contra el matrimonio igualitario y a favor de las AFJP, a la par que todos votaron por las multinaionales sojeras), afines a los represores de la dictadura (El Milico Aguad preside ese bloque de diputados) y con prácticas abiertamente antirepublicanas (la mayoría de los comités intervenidos, a favor del desabastecimiento, el endeudamiento usurario, la santificación, ya lejana pero reciente, del anti institucionalismo guaso y berreta que representa el echáu de por vida, hoy líder radical, el viceopositor).
Encontrar vestigios de progresismo en la cultura radical de hoy en día requiere, además de mucha imaginación, la presencia del Equipo Argentino de Antropología forense.
¿Puede entenderse esta derechización del radicalismo, en paralelo con los desprendimientos peronistas por derecha, a partir del fracaso del experimento más consensualista (y reaccionario) de gobierno de la historia, el que llevó a De La Rúa y Chacho Alvarez a masacrar a más de 40 argentinos?
En parte.
El hundimiento de los sectores medios que llevó adelante, de manera suicida, el corrupto gobierno de la Alianza, puede explicar la frustración y radicalización reccionaria de una parte de la base social tradicionalmente de cultura radical. Pero también, el proceso de fragmentación al interior del universo cultural de clase media, que complejizo los intereses que detenta, tanto en el plano económico como simbólico. Bien mirado el escenario social, la fragmentación en lo que otrora fue más homogéneamente la clase trabajadora, se cobija, con sus más y sus menos, en el espacio kirchnerista: piqueteros, pobres estructurales, el aparato partidario, los sindicatos estatales más de clase media (la CTA) y los sindicatos del estado de bienestar (la CGT), los nuevos emergentes sindicales (Camioneros, trabajadores del peaje, pilotos de aviones, etc), itelectuales del campo progresista (Carta Abierta, pero sobretodo un proceso molecular de apoyo al kirchnerismo muy sólido e intenso al interior del periodismo, de la universidad y de la "cultura") y colectivos particulares en defensa de derechos de gays, derechos humanos, ecologistas, más el apoyo difuso de sectores industriales y ciertos empresarios -pequeños y medianos de la construcción, ligados a la obra pública, empresarios del interior ligados estrechamente al estado.
De la vereda de enfrente, el proceso de homogeneización no termina de concretarse, a partir de que no termina de resolverse qué sectores corporativo lidera es bloque: la primacía de la Mesa de Enlace y el articulado en torno a la patria agroexportadora, "regalaba", por caso, a adversarios ideológicos del kirchnerismo como la patria financiera,  del mismo modo, el ruido dentro de la AEA expresa tanto la tensión entre el suicidio político del Grupo Clarín como la red de articulaciones regionales de Techint.
La disputa por la conducción del conglomerado autodonominado (por Patricia Bulrrich, nada menos) como Grupo A, llega también a la Iglesia Católica, a las embajadas de la minoritaria derecha latinoamericana (residiendo en Miami) a impresentables represores, a los empresarios de privatizadas (Macri en el Correo, España, enfrentada a Chávez, en YPF) que torna complejo procesar, a su interior, este conjunto de demandas.
¿Le conviene, por ejemplo, a Arcor el predominio de ACREA en la conducción del proceso de derrotar el kirchenrismo? ¿Hasta qué punto, el dueño de Fiat y socio lechero de Biolcatti, está dispuesto a inmolarse en un modleo quepuede desarmar los acuerdos industriales con Brasil? ¿Le conviene a la embajada de Estados Unidos que el Grupo Clarín conduzaca y se fortalezca de cara a un gobiernod e derecha en el 2011? ¿Es presentable, parala militancia democrática, el rol de Cobos? ¿No pierde más de lo que gana el partido de Binner siendo conducidos por el oscuro guardían Jorge Bergoglio? ¿Hasta qué punto, Claudio Lozano, puede contener la parentela contratada en la Cámara votando con el milico Aguad a favor de la Sociedad Rural?
Cuando uno intenta indagar en la complejidad, sin instrumentos republicanos para procesarlas, de demandas e intereses que atraviesa el Grupo A, resultado, para sintetizar, de juntar a los beneficiados por el modelo menemista con algunos (otros están con el kirchnerismo) de los beneficiados por el gobierno de Duhalde y Alfonsín del 2002, y detrás y como comparsa el coro de charlatantes que nos vendieron que la Alianza era progresista, cuando uno intenta indagar ahí, difícilmente pueda entender cómo las corrientes progresistas del radicalismo podrían ganar la disputa interna con los poderosos intereses ahora aliados.
¿Con qué insturmentos? ¿Con una interna para elegir delegados bonaerenses al Comité Nacional, se va a disciplinar Ernestina Herrera de Noble a respetar las leyes terrenales? ¿Con una foto en el despachod e Rodríguez Saá se le va a decir a Macri que no puede volver a tener al Correo como botín? ¿Firmando un "consenso" escrito por Dromi, Jaunarena y Bergoglio, se va a poder lograr que los radicales no vuelvan a matar argentinos? ¿Con una encuesta del cavallista Seita se va a definir cómo bajar las retenciones y suprimir la movilidad jubilatoria? Con Silvana Giúdice y Joaquín Morales Solá se va a garantizar la libertad de expresión para que Lanata continúe en Canal 26?
Suena como mucho. Me parece.
Y cuando, en busca de las grandes respuestas que interpelan a la humanidad le pregunté a mi amigo Lino Barañao, con sutilidad me contestó: "dejá de joder con esas boludeces, que ya arranca el partido de Honduras. Qué te juego que le gana a España".
Ojalá.

2 comentarios:

  1. esta muy buena la nota lucas, hay un trabajo de un sociólogo, Villarreal (no recuerdo el nombre ahora), que toca esto mismo de la homogeneización de los sectores dominantes y la heterogeneización de la clase trabajadora y el pueblo como factor decisivo del proceso neoliberalizante nacido en el 76

    te invito a darte una vuelta por el blog nuestro

    saludos

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  2. Carrascosos son los abismos.
    Duro y Domar son etiquetas.

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