lunes, julio 26, 2010

Artemio



Trato de hacer memoria (tampoco conozco tanto) y no. Es único. Un encuestador que no cree en las encuestas. Bueno, suena como slogans, mejor sería situarlo así: un encuestador que sabe el papel relativo de las encuestas.
Los encuestadores con mayor formación, a lo sumo, te hablan de esa metáfora -que le escuché por primera vez hace tiempo a Rafael Bielsa, y hoy es moneda corriente- de la foto y la película. Hasta ahí. La foto serían las encuestas, la película, la realidad. Es una metáfora eficaz, convengamos. Pero, mirá: muy distinto es darle cierto volúmen teórico al planteo, relativizar la "foto", darle una entidad dinámica, cambiante, fluída. Artemio lo hace.
Los que tenemos una formación (así sea precaria) en las ciencias sociales, mayormente durante los primeros años aprendimos a desconfiar de los trabajos duros, de las certezas matemáticas, de las cantidades exactas como si fuera una receta de cocina.
Después, con el tiempo y principalmente con el trabajo, esas cosas se te van olvidando. Te queda la desconfianza: la realidad es siempre más compleja.
No porque los encuestadores se equivoquen, eso es una boludez. Intentar predecir comportamientos de multitudes, tiene un margen de imposibilidad muy grande. Bah, nadie sabe cuánto de grande. esto más allá de errores metodológicos eventuales, incluso de operaciones políticas: son personas las que se miden. Personas que saben mucho de algo y poco de otro, que mienten, que están de buen humor, que sueñan, que acumulan resentimientos, que quieren ser libres, que se sienten solas, que son capaces de ser muy solidarias, que todo eso junto, que todo lo contrario. Son personas.
Pero ahí es entonces, donde hay que valorar, algo que pasa demasiado ligero: Artemio sostiene que las encuestas son parte de los comandos de campaña.
No hablamos de un verdad revelada para los iniciados, sí, quizás, una verdad chocante para la gente de a pie. El valor de decirlo radica en decirlo desde el lugar en que se dice, el valor social de decirlo radica en que ese punto, nodal, es pasado por alto tanto entre encuestadores (de modo comprensible, es su negocio) como por periodistas. Algunos dirigentes políticos, lo dicen. Cuando les conviene decirlo. Está bien que así sea, son políticos.
Pero en el aprendizaje colectivo sobre medios, análisis sesgados (inevitablemente) de la realidad, que se ha dado en estos años, a partir de debates fuertes como la 125, la ley de medios, las campañas sucias; me parece que hay que destacar este punto de Artemio.
Ojalá se reflexionase más sobre este asunto de las encuestas, no tanto en una faz legal (regularlas durante las campañas y toda esa boludez) sino en el debate político.
Y en el campo de la ciencias sociales, el esfuerzo por darle valor cualitativo y no ampararse en métodos cuantitativos, sin dudas importantes, necesarios, valorables; pero que deben tener su justo lugar: en su medida y armoniosamente.
Ojo, no es fácil, después de más de una década de "estudios culturales" y un montón de papers de puro chamuyo.
Encontrar la hendija para darle volúmen cualitativo a una realidad compleja, apoyado por estudios de campo, sin darle entidad a los posmodernos, es un emprendimiento difícil, muy finito.
A mí me llama la atención y me parece que merece ser destacado.


4 comentarios:

  1. Las encuestas se dividen entre las que se publican y sirven para un tratar de generar tendencia; y las que permanecen en secreto o al conocimiento de grupos reducidos y sirven para generar análisis. (Las primeras tienen una aceptación popular del 87% mientras que las segundas, del 43%) :)

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  2. Hasta las encuestas, los que pulsaban el ánimo del público eran los políticos y los partidos políticos. lo que entraba en los cánones de la racionalidad partidaria se lo metía a palos. La dicotomía entre política racionalista y política de masas siempre zanjó una brecha que dividió a la Civilización y la barbarie.
    Pero al desarticularse sol andamiajes políticos de los partidos para pulsar esa opinión pública se hicieron necesarias otra nuevas herramientas como las encuestas para saber de lo que se trataba. A partir de allí los partidos políticos pasaron a ser estructura de escenario para que los políticos desplegaran su estrategia de márketing político.
    Si lo primero era totalmente subjetivo e intuitivo comulgaba mas con la realidad que esta segunda versión que transitamos ahora. La brecha entre política racionalista y política de masa subsiste y hoy está mas vigente que nunca. El mismo Artemio se encargó de desempolvar a E Noelle Neumann y su espiral del silencio. Las encuestas no pueden ves cuan oculta están las opiniones silenciadas (por ende no reflejadas), por más técnicas de las que se dispongan, dado que a la opinión pública, tal como la concibe la socióloga, no se la puede fotografiar ni filmar dado que su evolución es altamente compleja en donde vemos una componente racional pero a su vez posee otra totalmente imaginaria que es la emocional, la que masifica, la que llena los significantes vacíos y esa es impredescible.
    Tal vez donde mas luz arrojen ambos sociólogos, Artemio y Noelle Neumann, es sobre el estudio de cuan apartada de la realidad se muestra la opinión verbalizada o manifiesta, (ésta como verdadera en contraposición a la mediatizada), o visto desde otro lugar cuan silenciada está la real opinión y cuan cerca de verbalizarla se encuentra. Lo que las encuestas no pueden saber es cuan atrapadas en la centrípeta espiral está esa opinión. Ese dato NO ES RACIONALIZABLE, permanece oculto hasta que encuentre una masa crítica para poder ser expresada en público sin temor a ser castigado, reprendido o en su forma mas ligth, no caer en el ridículo desde donde no se retorna.
    Como recordará, Ud que es uno de los pocos que ha leído mi primer libro sobre república, el andamiaje republicano está siendo seriamente interpelado por el populismo (digamos a la Kirchner). El contrato que le da forma a la república, basado en la palabra, hace agua a cada rato si no es sostenido por un andamiaje de presión y palos que lo respalden. Al abrirle una avenida al populismo no represivo, se cuestiona la base contractual de las instituciones y esto tampoco aparecerá nunca en las encuestas.
    Lo peor de las encuestas en consecuencia es la encuestocracia, políticos sin andamiaje partidista de ninguna índole que necesitan de las encuestas para saber lo que se dice en la calle. El resultado de este tipo de democracia es que el político gobernará a la medida de las encuestas al estilo del Lole en Santa Fe.
    Sería interesante que en vez de medir la imagen o lo que se mide tradicionalmente en la política, las encuestas midan cuan aprisionarte es la espiral del momento, o sea que posibilidad hay de que un público se exprese libremente sin temor a sanción ( de allí lo importante del populismo no represivo). O sea en vez de medir el qué, que midan cuanto es la distancia entre lo que se desea, fantasea y la realidad. Sin pensarlo mucho se me ocurre una especie matriz DAFO de lo personal. Esta encuesta no sería propietaria de ninguna empresa sino mediría el grado de libertad con que el público puede expresar su opinión. Por lo que mide es cuan libres serán los electores a la hora de elegir, de expresar en la otra encuesta, la votación, sus verdaderas preferencias con toda la carga de subjetividades y racionalidades que pudieren corresponderle.
    Se la recontracompliqué pero no se la hago mas larga porque google no me deja

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  3. Ohhhh,vamos charli boyl,charli boyl,vamos charly boylllll.
    Maestro!!!

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  4. Mas que no cree en las encuestas, te diría que no las emboca.
    Basta recordar el 28 de junio de 2009, que daba por una cifra de dos dígitos la diferencia que los haría victorioso a Kirchner.
    Así cualquiera no cree.
    Debería poner un parripollo o algún negocio en el que pueda creer, o no tener esa excusa pedorra cuando los numeros le dan cualquier cosa.

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