La vez que casi mato a Hitler y salvo a la humanidad

Es la primera vez que lo cuento en público. Yo estaba en el cine, viendo una de Los Parchís. Estaba enamorado de una de Los Parchís. De la más fea. Esa que a los 12 años ya parecía una maestra jardinera. Adelante mío había un nene que se comía los mocos. Un pendejo odioso. Y estaba con el padre. Que tenía bigotes. Yo no soy prejuicioso, pero todos los que usan bigotes, ya sabemos, son putañeros. Pero a mis siete años yo le veía cara conocida a ese viejo. Y entonces me di cuenta. Era Hitler (no, no era, porque esto sucedió en la primavera alfonsinista, y Hitler vive y está escondido en Bariloche, pero es mucho más viejito). Lo había visto en la tele. Y mi mamá me había contado que era un tipo así re malo. Entonces, pensé: lo agarro del cuello y lo mato.
No lo hice.
Pero quería contarlo.
Porque hoy, me agarró, Escriba, el síndrome alfredoleuquiano.