La mala lectura de la situación electoral del 2009 (con los coletazos del conflicto con la oligarquía y pleno desarrollo de la crisis internacional) que realizó el Grupo A, fundamentalmente al sobre estimar la derrota simbólica del kirchnerismo y subestimar la conservación de la primera minoría electoral del mismo kirchnerismo, explica en buena medida el desconcierto al interior de sus filas.
Sin embargo, la clave para la derrota del kirchnerismo no pasa tanto por esmerilar el incipiente recupero de su imagen de gestión desde trincheras obstruccionistas con el chamuyo pseudo institucional; daod que el kirchnerismo es una primera minoría relativamente homogénea, con capacidad e iniciativa, compactada y de liderazgos y distribuciones del poder bastante claros; sino esencialmente en confluir hacia una nueva alianza.
En esta dirección es que los recambios de liderazgos al interior de cada conglomerado opositor son al día de hoy (nada asegura que esta situación no se modifique) funcionales al kirchnerismo: en el universo radical, la emergencia de El Hijo De alfonsín en detrimento de Cobos, así como en el universo de la derecha conservadora peronista la emergencia Macri en detrimento de Reuteman, conspiran contra la posibilidad de unificar posiciones entre ambos.
Reuteman y Cobos, vía De Narváez, podían confluir en una gran alianza, que conserve atributos de gobernabilidad (del lado neomenemista) y cualidades institucionalistas (del lado de las viudas de De La Rúa). Ambos, a su vez, se quedarían sin los residuos marginales que encarnan ambos universos: los muy peronistas y los muy radicales, que como opciones electorales resultan insignificantes.
Por el contrario, El Hijo De alfonsín puede ampliar al interior de su universo una confluencia con el socialismo conservador, con la Naranja Mesiánica y el ala barrionuevista de la UCR, tanto como eventualmente Macri puede contener las alas más sacadas del peronismo de derecha. Pero, imposibilitan una confluencia entre ambos universos.
En un imaginario de tres tristes tercios, gana quien tenga la iniciativa, la mayor cohesión interna y el manejo de la agenda, porque puede, desde ese piso, buscar el porcentaje faltante de votos siempre y cuando su base no se disperse.
La fórmula Reuteman-Cobos, en cambio, podía garantizar el triunfo ante el kirchnerismo. La fórmula Macri-Alfonsín, es hoy día imposible.
Las perspectivas electorales de un eventual triunfo de la derecha progresista, cayendo en picada la intención de voto de Reuteman y Cobos, pasa justamente por reeditar, con otros liderazgos y nombres, pero esencialmente con liderazgos blandos, una confluencia como la intentada por el Alfonsín con talento político y el Duhalde anterior a su decrepitud; sintetizada en la fórmula Lavagna-Gerardo Morales.
Ese tipo de fórmulas, con la Naranja Mesiánica, Escándalo Solanas y otros getones adentro de la nueva Alianza, sería de verdad una amenaza para el kirchnerismo.
Al día de hoy, no es posible.
Así que, por ahora, los líderes progresistas de sudamérica, que miran con atención el cuadro argentino, pueden respirar tranquilos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario