Ecoilógicamente

Supongamos que vivís en un monte del interior de Santiago del Estero. Con una rica y diversa naturaleza, un encanto. Y necesitás, ponele, una aspirina. Porque estás con resaca. Ponele, qué se yo. Y te duele la cabeza. No hay problema. Hacés unos 15 kilómetros por el monte, total, en unas 6 horas llegás al almacén. Capaz que tiene, ibuprofeno. A sólo 50 pesos, la pastilla. Y se te pasa, entonces, el dolor de cabeza. Así que te volvés a tu casa. Otras 9 horas, el viaje de vuelta, ya estás un poco cansado. Pero, que total, perder un día entero y quedar arruinado por querer comprar un analgésico, no pasa nada. Si estás soberanamente al pedo. De qué vas a trabajar, ahí. Pero, sabelo, las chicas que estudian antropología, te adoran. Capaz que nunca te enteres, pero Miguel Bonasso, chocho. Claro que si a Miguel Bonasso le doliera la cabeza, es otro cantar. Si Miguel estuviera viviendo donde vos, pediría inmediatamente que quemen todo ese nido de ratas que son los montes vírgenes, y hagan una ruta y pongan un subte y 5 almacenes así no sale tan caro el ibuprofeno.
Para mirar a Peter Capusotto, querida, nos sentamos en el sofá, apoyamos los pieses sobre una bonita mesa de pino (un pino entero para hacer esa mesa inútil) y, si lo pensás bien, hay que desmontar para hacer todo eso. Hay que desmontar donde está canal 7, hay que desmontar para hacer la casa que alquilo, la cama, esa, tres árboles, y el proceso de formación de un humorista genial y sofisticado, exije, fijate, muchos desmontes. ¿O se puede en el medio del monte tener un  Parakultural? Tá difícil. La gente del monte quiere vivir, si pudiera, en Recoleta. Ojo, hay que cuidar el medio ambiente. Y destruir Recoleta y plantar ahí arbolitos y osos pandas que juegen y salten y bailen y se afilien a greenpace y voten a Pino Solanas, que está convencido que San Juan contamina más que la avenida Libertador, altura Belgrano. Libertador casi Mendoza, hay una moza que está re buena, cerveza tirada -la jarra saca, fijate, la arena de los ríos, las mesas son de roble, un espanto, las sillas de pino, y los pinos, pobrecitos- así no hay oso panda que aguante. Típica, se llama el lugar, el cajero está de traje y corbata, un ridículo. El ecologismo es una de las pelotudeces más inteligentes que inventó la derecha. Queda bien, incluso, decir que los sanjuaninos y misioneros y santiageños y salteños tienen que cuidarnos el medio ambiente que nosotros destruímos. Genial. Y estas tesis, abolutamente hipócritas, reaccionarias, sinceramente estúpidas, hacen furor en las facultades de las zonas urbanas, donde sí, ciertamente, se contamina y se vive mejor. Porque, entre otras cosas, cuando te duele la cabeza, en la casa de Lorena García, te cruzás a enfrente, hay un quiosco. Ibuprofeno, a dos pesos.