martes, octubre 05, 2010

Carnaval toda la vida






El carnaval es una costumbre traída a américa por los conquistadores españoles y portugueses. Con cierto aire pagano, se enmarcaban principalmente en el campo religioso cristiano. La distancia -física, con todo lo que eso representaba hace 500 años- entre las autoridades terrenales de dios y sus delegados en la conquista, permitía que, en realidad, los delegados fueran el verdadero poder en la administración de las colonias. El carnaval formaba parte del folclore religioso.
Encontrarle un tinte contracultural al carnaval es parte de un contexto más amplio y de larga tradición: el orientalismo, el guevarismo, el hippismo, el maoísmo, el indigenismo, el surrealismo, el mayofrancismo, etc. Las prácticas idealizadas que a distancias siderales se desarrollan en pequeños círculos de grandes centros urbanos. Como es regla, se mete a los negros esclavos, a los indígenas y a los rebeldes sociales en la práctica del carnaval, con algún asidero en la realidad, pero forzando muuucho las interpretaciones.
Las culturas donde prima el protestantismo no tienen carnaval -y sus fábulas contraculturales son distintas- y sí las que fueron hijas de la conquista criminal del catolicismo. Raro. Como encendido. 
Generalmente el carnaval está antes de la fiesta de la Cuaresma. Y leerlo como liberación de la opresión esclavista es bastante traído de los pelos. Aunque esta versión sea furor en las facultades de temas sociales. La idealización del guerrerismo indígena, de la inmundicia de la esclavitud y cierto horizonte puesto en una utopía sin sujeto social permite el despliegue de estos mitos que luego producen prácticas sociales de mucho progresismo cool. Banal y sin mayores consecuencias, la más de las veces. A lo sumo, soportar a las vedettes en el carnaval de Gualeguaychú o mirar las empresas de carrozas desfilando por Brasil, cristalizando organizaciones vecinales de fuertes vínculos con el narcotráfico y la violencia, pero todo muy simpático. En Gualeguaychú, por ejemplo, la continuidad del carnaval se vio (en la cabeza de muchos entrerrianos) amenazada por el afeamiento del paisaje que produce, innegablemente, la pastera de la República de Botnia, gobernada por el muy progresista -y carnavalero- Frente Amplio. Fea la actitud.
Pero, ojito, hay murgas que contienen un diseño estético agradable visualmente, con fuertes contenidos revolucionarios, como por ejemplo la comparsa de Proyecto Surf, con los jóvenes idealistas -Julio Raffo, Pino Solanas, Claudio Lozano- a la cabeza. Merecen tener su feriado, la murga Agarrate Cristina porteña.
  
   

3 comentarios:

  1. Siempre pensé en esto, porque además, si nos atenemos a las teorías de Bajtin, estos personajes que nombrás al final, encuadran perfectamente en lo que él llama "realismo grotesco". Es decir, una complacencia en la exhibición de sus miserias corporales y espirituales.
    Pero además, tienen esa peculiar visión de la política como fiesta, esa percepción acotada por el tiempo y el espacio´.
    Su murga, su fiesta, no puede ir "mas allá", se limita al tiempo de la fiesta, es decir, al tiempo meramente opositor y a los espacios opositores.
    A diferencia del carnaval, ellos no tienen la ambición de modificar "el estado de las cosas" sino es por medio de la destrucción de lo que hacen otros. Lo cual deja de ser grotesco para convertirse en patético.
    Un abrazo.

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  2. Justo ayer necesitaba un argumento contra las murgas. Una batucada _ K _ hizo acto de presencia en la Biblioteca Nacional. Estaba Néstor. Pero, bueno, ahí también estudian gente pagada por la política científica del estado nacional... Mi sentimiento contradictorio no apunta al menos a nuestros deficits en políticas culturales?

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  3. De Vierde Man: me gusta lo que decís, sin embargo el carnaval medieval, tal como lo teorizó Baktin no tenia como objetivo cambiar las cosas, poara nada, al contrario, era promoviso por el poder opresor para, justamente, consolidar su poder. El carnaval servía de válvula de escape, de desahogo de las clases oprimidas para que, despues de pasados esos momentos de transgresión, todo volviera como antes.

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