viernes, diciembre 24, 2010
Ge Gey! Suuuper!
Huellas, quizás, de mi anterior (y precaria, además) formación marxista, vaya uno a saber. También algo de aburrimiento ante la adrenalina impostada del periodista, ése que estalla con el titular que cambiará el mundo, que tira patas arriba las certezas, y a los 10 minutos, tecito verde de por medio, a otra cosa: no pasó naranja. La mayoría de las personas que leen esto (excepto un par de amigas, menos marcianas) tienen un sistema de relacionamiento cotidiano más o menos parecido y una sobreinterpretación informativa. Supongo. Bien, éste es el punto: no pasa gran cosa, parece que sí, pero no. El hacinamiento es real, una deuda social inmensa, pero difícilmente conduzca a la desesperación. Por inteligencia social. Racionalidad del puchero, señora.
El hambre, la desocupación, en cambio, sí provocan desbordes, rediseños políticos.
El transporte, no.
Lamento tener que dar esta noticia en el día de la primavera, diría el payaso amenazador de Leuco, pero habla de muy poco conocimiento del país el escandalito moral por los pésimos trenes. Habla de recontrasubsidiados subtes y peajes de autopistas, y palmas/palmas en aeropuertos aburridos. Es feo decirlo, pero los migrantes internos que pueblan el conurbano, tienen conciencia del precio que pagan por un servicio, claramente, de mierda.
¿Se puede por menos de 2 pesos tener un servicio de calidad?
Probablemente, si se trasladaran los subsidios a los que más tienen -subtes, peajes, autopistas, aviones- hacia los que menos tienen. Eso sí, hay un problema. Muy complejo.
Los que menos tienen no son, en este país, los que viajan en el Roca o en el Mitre.
La capital de la provincia de Jujuy no tiene subsidios al transporte: hay 300 empleados municipales que cobran por mes...$120; son tercerizados. El combativo gremio de los municipales de San Salvador, reclama un salario de $750.
Por menos trayecto, es más caro el colectivo en Jujuy que en Caballito. Pero, a su vez, el estado subsidia a los trabajadores del conurbano que van a crear riqueza -y plusvalía- a la capital. Más o menos: los manuales dicen que en realidad el estado no está subsidiando a los trabajadores sino al capital, a los empleadores.Dicen los manuales. Y en mi humilde (je) opinión, es así: señora, usted recibe un subsidio del estado en el chico que le lleva la pizza; sino, usted debería pagar más por esa pizza.
Por eso los jujeños pueblan el conurbano, en un ciclo que se autohabla, sin escucharse.
Quizás sea pretencioso, pero se me hace que ante los estallidos televisivos, el sustrato y sus carencias (la renuncia a pensar el país) se visibilizan desde el momento en que se dicen una cantidad muy profunda de soberanas boludeces. Entre las cuales, ya lo sabemos, este blog pica en punta.
Y saludos a Malena.
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Este post es un ejemplo, uno entre tantos, de por qué sos valioso. Sin sacar los pies del plato metés el dedo en la llaga, aunque a los aplaudidores compulsivos les moleste. Por eso la bronca que dá que tus excesos no permitan que termines siendo una persona de confianza. A este proyecto le hace falta más gente como vos y menos obsecuentes. Ojalá, antes de que termines haciéndote mierda, te des cuenta que estás para cosas más importantes que vos mismo, y te pongas a la altura de la responsabilidad que tenés el potencial de asumir.
ResponderBorrarEl comentario anterior es para vos, no lo publiques.
ResponderBorrarMuy bueno Lucas, muchas gracias está genial poder leer cosas interesantes.
ResponderBorrarMe lo llevo Lucas, hay que compartir estas lecturas.
ResponderBorrarLu
Pará un cachito, Lucas. ¿Vos creés que actualmente es posible que el transporte público NO sea subsidiado y que, de todas formas, pueda ser usado por todos los que lo necesitan?
ResponderBorrarNo sé allá, Lucas -vos sabés, hace más de 30 años que falto-, pero aquí TODO el transporte público de superficie o subterráneo existe gracias a los subsidios, sean estos nacionales, municipales, de los estados o como sea. Y se ha instalado la idea de que así debe ser, que un transporte público accesible para las mayorías es por definición incompatible con la idea de superávit.
Eddie