La "debilidad de las instituciones" es un latiguillo de la cultura republicana que, en términos concretos y por diversos motivos -que sí vienen al caso, pero son muy extensos y tengo que hacer otras cosas, como por ejemplo, bañarme (tooooodo un acontecimiento)- asume la forma hegemónica de la centro derecha; y no sólo en términos democráticos, sino también, las formas y contenidos de la derecha en tiempos dictatoriales. Sí, querida, los golpes de estado en nuestro país se hicieron "para salvar las instituciones".
El punto es si la institucionalidad -relativamente reciente- es débil.
A mi juicio (modesto, como ya sabemos, más allá de mi profunda sensibilidad para captar fenómenos sociales, mi lucidez inigualable y esta inteligencia que en cierto modo no despliega todo su esplendor por mi propia modestia, por mi propia humildad) las instituciones no son débiles. O, mejor dicho: no son intrínsecamente débiles.
Hay corrientes de opinión - Paolo Rocca Terragno, ex Jefe de Gabinete del institucionalísimo gobierno de De La Rúa y Chacho Alvarez, o Raúl Zafaroni, creador de la institucionalidad descuajeringada de "la ciudad"- que postulan que las instituciones no sólo son débiles sino que su debilidad es intrínseca. Entonces elaboran modelos ideales que luego deben aplicarse a la realidad. Con las experiencias desastrosas de los sucesivos "Jefes" de gobierno de la "ciudad" y el mamarracho reaccionario que fue el gobierno de la Alianza, estamos como para poner en duda estas tesis.
Y hay que hacerlo.
Considerar la debilidad como intrínseca en nuestro modelo institucional, deviene en pavadismos -sí que cotizados en los entongues denominados "academia"-de que el presidencialismo tal, que el parlamentarismo tal otro, que Bélgica (je) que Irlanda (doble Je) que en el primer mundo (triple Je) etc. Boludones con lenguaje sofisticado, como quien dice. Dicho, ojito, con mucho amor y respeto. Tarde o temprano este boludismo deriva, de puro peleado que está con la realidad, en gorilismo elitista e impotencia política (no en vano, los citados dirigentes políticos, hacen grandes cagadas, se esconden un par de años, y vuelven como columnistas de Clarín, siempre sin hacerse cargo de las cagadas).
Nada es débil intrínsecamente, sino que es débil o fuerte en relación a -eventualmente en disputa con- el resto de los actores sociales, señorita.
Claro y concreto: las instituciones no son muy débiles, son muy fuertes las corporaciones.
No hay maldad intrínseca en el modelo institucional -desde luego perfectible, pero siempre atento a las relaciones de fuerzas- ni debilidad intrínseca, sino que es en realación a un montón de factores (el poder y la cultura de las grandes corporaciones, el principal) que se manifiesta, de modo ideológico, como debilidad intrínseca de la institucionalidad, o de las mayorías populares, o de la organización de los abajo, etc.
Simple y sencillito: no te querés pelear con Bergoglio, con Magnetto, estás a sueldo de Rocca, conversás con La Embajada, hacés la venia a los milicos, entonces, peleate, que es más fácil, con la realidad. Usá lenguaje progresista, que total, sos un reaccionario de sillón y conventillo. Conventillo téorico, eso sí.
Me voy a bañar.
Qué lindo es dar buenas noticias!
Excelente Lucas, me encantó. Tengo varios candidatos de por acá a la vuelta al que tus palabras le calzan como anillo al dedo.
ResponderBorrarAbrazo.
Lo comparto Lucas. Me parece que precisa con claridad cuáles el punto de unión de todo el Grupo Ahh?
ResponderBorrarEs así nomás.
ResponderBorrarYo de nuevo! Me encantó verte en 6,7,8, muy bueno!!! Pero no lo pelees tanto a Barone, es buen tipo! Y K! Ahora sí me voy, saludos!!!
ResponderBorrarEs cierto, las instituciones son muy criticadas por todos aquellos que formaron parte de ellas y no hicieron nada para "fortalecerlas".
ResponderBorrarCuando se habla de debilidad se habla desde una cosmovisión darwinista en donde los mas fuertes se comen, literalmente, a los más débiles. Y ese discurso de la debilidad institucional no hace más que aportar a la supuesta debilidad para que se vea aun más débil. En la correlación de fuerzas con respecto a las corporaciones y otros actores de peso específico (obviamente no me refiero a Carrió, pero aclaro por las dudas)quizás el Estado y las instituciones públicas aún tengan mucho por avanzar, pero si pensamos que en sus orígenes esas instituciones fueron surgiendo junto con el modo capitalista de producción para protegerlo principalmente, entendemos lo que pasa.