miércoles, enero 12, 2011
La biblia de neón
En la solapa decía que John Kennedy Toole escribió esa novela a los 16 años. No prometía mucho, pero lo mismo había pensado de La Conjura de los Necios y después no pude parar de reírme. Claro que yo habré tenido 23, 24 años cuando leí La Conjura y suicidarse a los 31 no me parecía lo mismo: no lo veía tan joven. Ahora, es distinto. Suicidarse antes de que se publique la novela -rechazada previamente por una editorial- y el tesón de la madre, ya viuda, por reivindicar a su hijo, como a cualquiera, me conmovía.
La biblia de neón también tiene un prólogo de su editor que cuenta las vueltas y revueltas para publicar, tras la muerte de la madre del autor, la novela. Resulta que a madre se oponía porque su hijo se había opuesto. Y que luego de muerta, hubo un litigio entre sus familiares por los derechos de autor. Y el editor, que da vueltas para no quedar como el culo, ya que no aceptó la voluntad última de la madre. Yo se lo agradezco, pero podría, el prologuista, haberse ahorrado la primera persona. En fin.
Se lo robé a Dolores, en Bs As, en Caballito. En el subte, me ahorré el prólogo y lo hojeé. Recién cuando el guarda de seguridad me dijo que me convenía bajar porque era la última estación -me había pasado varias- me di cuenta que esa novela,profundamente triste, es adictiva.Se publicó en 1989, 20 años después de muerto Kennedy Toole y 35 años después de que la escribiera. Un humor imperceptible, negrísimo, cruel, cínico, pero tan tierno, tan triste, tan desesperado. Los paisajes que pinta, la desolación, el fracaso inexplicable de los personajes, la ilusión caída.
Relata la vida de David, un chico -en primera persona, quizás, mucho de él mismo- de 6 años en un pueblo pobre del sur de los Estados Unidos, en tiempos de la segunda guerra mundial. La vida familiar, el padre que pierde el trabajo, se va de la casa, vuelve, muere en Italia durante la guerra.
La opresión religiosa, moral, económica, la estupidez de quienes juzgan y tornan parias a los pecadores. Una cosa increíble, dramática, lleno de paisajes tristes y lejanos, un mundo chiquitito de quien va creciendo, haciéndose adolescente entre la miseria económica y moral. Una novela donde nunca pasa mucho, que no tiene el ritmo afiebrado de Raymond Chandler pero sí su sacarmo y desesperanza, que no tiene la agudeza psicológica de Truman Capote pero sí la capacidad -desde una toma de distancia- de desnudar las sombras que pueblan las personas.
Tía Mae es un personaje que es casi imposible entender que pueda ser construido por un chico de 16 años escribiendo. Solamente un genio.
Cuando terminé la novela -en un par de horas, porque tiene menos de 200 páginas- supongo que como muchos de quienes la leyeron, me puse triste. Un genio de la literatura se suicidó a los 31 años.
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Me la debo, pero la Conjura de los Necios es mi libro preferido. Promete
ResponderBorrarUn libro maravilloso.
ResponderBorrarEl clima de soledad, de tan logrado, a veces da pavor
saludos
Lo leí hace unos años, todavía tengo en la cabeza la construcción que hice de la casa, la escalera, la arcilla del suelo. Tía Mae es un personaje genial, y además, el único (y muy extraño) alivio de David en toda la novela.
ResponderBorrarTambién me acuerdo que lo leí en la época en que Palau aparecía acá, la simetría no tiene precio.
Saludos Lucas.
pd. a mí se me fue esa tristeza leyendo el cadaver imposible de JP Feinmann, a lo mejor...