sábado, enero 01, 2011

Vivienda

Las ocupaciones de predios visibilizaron un nuevo tipo de demanda, de distinta calidad. Evidentemente, la mayor construcción de viviendas en la historia por parte del gobierno nacional no alcanzó o bien, probablemente, hay en el grueso (que no todos) de los ocupantes un tipo de demanda que no resuelve ni el mercado (donde los jugadores más importantes directamente quedan fuera del registro analítico, linda joda) ni la política habitacional del estado.
Ahí llama la atención el silencio del Banco Nación, el mayor banco del país. Del segundo mayor banco del país, el Provincia, no se puede esperar nada, ya que está en manos de cavalistas de cuarta. Ahora bien, ¿y el Banco Nación?
La mayoría del crédito está en manos del estado. Es la ineficacia del Banco Nación para resolver el crédito inmobiliario lo que conlleva a estas ocupaciones.
No es que la gente no reúna los requisitos para acceder a los créditos, sino que deliberadamente se ponen requisitos que no favorezcan a los que menos tienen. Es hora de discutir, entonces, estos requisitos. El estado tiene con qué.
¿Cómo es posible que un trabajador que cobra 1.500 pesos pague 600 de alquiler en vez de destinar esos 600 al banco nación para pagar su casa?
¿Porqué el estado tendría un banco si no es para equilibrar los desequilibrios estructurales que en el mercado bancario generan los bancos privados y cooperativos (un chiste jurídico -en el plano financiero y en el agrícola financiero, íntimamente ligados, que alguna vez habría que revisar)? ¿Porqué un gobierno con clara orientación redistributiva no pondría la misma audacia que en tantas áreas de gobierno en el mercado bancario?
No sé, es una idea.
Hasta luego.

1 comentario:

  1. Cuando el gobierno nacional, hace algunos años, anunció los créditos hipotecarios para inquilinos, lo primero que hice fue recorrer diversos bancos, ya que supuestamente no se restringían al banco Nación, al que obviamente concurrí en primer término. Conclusión: los bancos privados, asumidos piratas, al menos me dijeron de entrada que no; el Nación, en cambio, me obligó a una interminable peregrinación llevando y trayendo papeles, pagando sellados, soportando la burocracia espantosa, imperturbable y decrépita de su sistema. Hice todo, cumplía con todos los requisitos, mi legajo fue engrosándose hasta llegar a unos 10 cm de altura. Muchas veces se cita a Kafka en estas situaciones... tal cual! Y el crédito nunca llegó. Lo que más me dolió de ese fiasco es que me sentí maltratada por la falta de respeto de seguir y seguir pidiéndome requisitos interminables sabiendo que nunca iban a aprobar el crédito, ya que seguramente tenían instrucciones para trabarlos todo lo posible. En ese momento el presidente del Banco Nación era un santafesino. Actualmente, veo que relanzan estos créditos, solo que la tasa ya no es fija. Muy prometedor, no?

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